El Chalet es uno de esos restaurantes que así, de entrada, causa una cierta impresión por las características del establecimiento: una elegante casona al lado de la plaza de San Francisco con una terraza que en estos días se asemeja mucho a un patio cordobés, por lo floreada que está. Y claro, enseguida se produce la asociación de ideas: seguro que lo pago en la cuenta. Esta sensación se puede ver incrementada al cruzar la puerta: alfombras, mesas muy bien vestidas, decoración sobria y elegante, y una cuidada combinación de luces indirectas que crea un ambiente muy agradable. Pero ya les adelanto que respecto a otros restaurantes de categoría similar, para nada desentona. El precio medio de la carta puede rondar los 40 euros, pero hay otras alternativas que permiten comer muy bien por alrededor de 30. 

Bases del proyecto

Ángel Conde y Angelines Murillo son las cabezas visibles de este proyecto. Angelines tiene ahora mucha faena en la terraza , manteniendo un jardín que lleva trabajo y que con la llegada del buen tiempo propicia veladas inolvidables. Y Ángel, cocinero de amplia trayectoria, es el rostro visible del proyecto, el que sobrevuela sobre la cocina y la sala dejando su sello personal. Sobre todo es cocinero, pero se nota que al mando de los fogones ha encontrado un buen apoyo, el de Sergio Terrón, de forma que él se puede dedicar de pleno a que la maquinaria esté engrasada y funcione.

En la carta se juega con conceptos de la cocina clásica y moderna, pero partiendo de la base de que hay platos que no pueden desaparecer. El steak tartar al aroma de Calvados que Ángel prepara en la sala, el bonito marinado con verduras al wok, el arroz caldoso con chipirones, hongos y carabineros o las vieiras con berenjena asada y salsa mariscada prácticamente están presentes desde que El Chalet abrió sus puertas hace 11 años, y seguro que ahí seguirán por mucho tiempo.

También se juega con conceptos más modernos como el tataki de salmón marinado, y se apuesta por la temporada con la presencia de la trufa de verano en los jarretes guisados o el salmorejo andaluz, con jamón ibérico y langostino a la plancha.

Así que opciones interesantes hay unas cuantas porque, además, dado el cariño que el jefe de cocina le tiene al bacalao y a la caza, durante todo el año se mantienen las propuestas más exitosas de las jornadas que sobre estos productos organiza El Chalet, ya sea para la Cuaresma o para cuando se abre la veda de las diferentes especies. Es el caso del lomo de bacalao, ravioli de cebolla, pulpo y crema de legumbres, y el crujiente de lomito de ciervo, mostaza y menestra de setas.

Algunas de las recetas ya reseñadas aparecen en la carta a precio cerrado (36 euros, bebida incluida), donde se puede elegir entre cinco entrantes y seis pescados y carnes con la presencia de platos como el risotto de ternasco o el rabo de buey sin hueso, brioche, queso y hongos. Otra opción es el menú de actualidad, que cambia cada quince o veinte días (cuesta 28 euros, bebida no incluida) y en el que también aparecen algunos platos de la carta.

En fin, que posibilidades y argumentos hay unos cuantos para disfrutar de este peculiar chalet, discretamente ubicado, elegantemente vestido, atendido muy profesionalmente en la sala y en la cocina, y que quieren que les diga, con una de las mejores terrazas de Zaragoza.

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