De copas

Que 20 años no es nada para el Whisky Viejo

Es uno de los bares musicales más veteranos de Zaragoza, de los pocos que quedan de aquellos viejos roqueros que se podían visitar hace más o menos veinte años, los mismos que cumple este local.

En la decoración del Whisky Viejo hay incluso sitio para el arte. En la foto pequeña, detalle de la barra
Que 20 años no es nada

Aquí sí que podríamos decir aquello de que "ya no quedan sitios como este", tan auténticos. Por lo menos en Zaragoza, ciudad que en los años ochenta y noventa del siglo pasado era una plaza fuerte de bares que combinaban las mejores copas con música de la buena, incluso con actuaciones en vivo. El Whisky Viejo es uno de los pocos supervivientes de aquella época dorada. Su propietario, Félix Pérez, sigue empeñado en mantener abierto este "lugar de encuentro neutral", como él lo denomina, para sus clientes. Este mes de mayo ha cumplido su veinte aniversario con el ánimo de mantener abiertas las puertas mientras el cuerpo y el alma aguanten.


Lo primero que llama la atención al entrar al Whisky Viejo es la decoración del local, algo recargada pero sin duda agradable y que contribuye a que sea un espacio acogedor. El arte tiene su sitio importante. Como comenta una de las clientas del bar, "algunas obras muy similares a estas te las puedes encontrar en cualquier edición de la feria ARCO, en Madrid". En la misma mesa, otro cliente asiente, haciendo hincapié en un detalle muy importante, que todo lo que allí hay es auténtico, hasta el más mínimo detalle ha sido atesorado e instalado por su dueño a lo largo de todos estos años. "Hasta las tulipas de las luces del baño combinan con las de la barra y todos los objetos o cuadros los ha ido colgando Félix durante este tiempo. Esto no tiene nada que ver con esos locales temáticos que montan ahora en serie y que no tienen nada de autenticidad".


En cuanto a su oferta, está basada en la venta de copas de calidad, de primeras marcas, además de cervezas y de, por supuesto, de buena música, que sea del agrado más o menos general de la amplia y variada clientela. La coctelería ha sido desde el principio una de sus señas de identidad y el Whisky Viejo ha sido siempre un bastión de este arte de la hostelería, incluso en años más o menos recientes en los que la actividad de los buenos barman parecía destinada a la desaparición. Y ahora, lo que son las cosas, Félix Pérez dice que prepara menos gin-tonics que antes. Tal vez porque tiene unas ideas muy claras que no siguen la línea del 'boom' que estamos viviendo en España con este combinado. Para él, el gin-tonic no es más que una buena ginebra, una tónica que no la modifique –mayormente prefiere la Schweppes– y un toque de cítrico que realce el sabor. "El gin-tonic es una copa, no un postre; lo que pasa es que ahora se ve desde la perspectiva de un cocinero y no desde la de un coctelero", afirma con conocimiento de causa este experto, quien en los primeros tiempos del Whisky Viejo ya ofrecía a su clientela verdaderas novedades como el gin-tonic sin tónica o el gin-tonic elaborado con tres ginebras.


Otro de sus puntos fuertes, por descontado, es el del producto en el que se apoya su nombre, pues el cliente dispone de un centenar largo de marcas de whisky, procedentes de todo el mundo, y con todos los bourbon en el catálogo.


Negocio y servicio

Félix Pérez piensa seguir mientras pueda al pie del cañón porque está convencido de que Zaragoza necesita locales como el suyo, que es un negocio pero "que también ofrece un servicio al barrio y a la ciudad, se convierte en un sitio neutral en el que los clientes pueden relacionarse de tú a tú". Y se manifiesta dispuesto a seguir aprendiendo como ha aprendido de los compañeros que han estado a su lado dentro de la barra, como Gala, la camarera que en estos momentos sirve a los clientes y que defiende el futuro del local porque –asegura– cada vez es frecuentado por más gente joven.


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