Ángel Hernández: "Hasta que no conseguí completar los 930 kilómetros no paré"

Está considerado el primero en recorrer el Ebro en piragua desde Fontibre a la desembocadura.

Ángel Hernández Fajardo
Ángel Hernández Fajardo

Ángel Hernández Fajardo y su hijo Ángel Hernández Artigot realizaron en 1998 una navegación por el Ebro desde su nacimiento hasta su desembocadura a bordo de una piragua. Se les considera los primeros en haberlo completado en este tipo de embarcación. Realizaron esta gesta otras dos veces y lo intentaron varias más. Diez años después, José Pastor y su hijo José Enrique de 15 años, lograron emular la gesta de los Hernández.


El zaragozano Ángel Hernández reside en la actualidad en Alpartir, localidad en la que tiene su casa desde hace 40 años. Es concejal de su Ayuntamiento y durante años su profesión fue el diseño de calzado hasta su jubilación. Pero su pasión de toda la vida ha sido el piragüismo, con una meta fijada en su mente desde que tenía 19 años: navegar el río Ebro de un extremo a otro.


-¿Cómo decidió embarcarse en la aventura de recorrer el Ebro?

-A mis 19 años disponía de unos planos muy caseros del Ebro y ya tenía claro que quería descenderlo. Recopilé datos y buscaba alguien que pudiera venir conmigo. No encontraba a nadie, hicimos ensayos y en cuanto bajaban al puente de Piedra se volvían atrás.


-¿A nadie?

-Hablé con Martín Martín Martín con quien había navegado pero no podía por entonces porque tenía otros compromisos. Así que esperé a que mi hijo cumpliera 17 años. Lo iniciamos de Zaragoza al mar. Lo he hecho completo tres veces.


-¿Cuál fue el tramo más duro?

-La primera parte hasta Trespaderne. De allí en adelante ya es más fácil, con el río más amplio, zonas de pantano... aunque luego vienen rápidos muy duros. También hay zonas muy embarrancadas y de piedras, que obligan a coger la piragua y pasar andando.


-¿Cuantos kilómetros tiene navegables?

-930 en total, si quitas los primeros y lo realizas en una pequeña embarcación. Desde el principio se puede. Mi hijo y yo lo hicimos desde el nacimiento hasta Reinosa (siete kilómetros) andando y nadando donde apenas es un riachuelo. Justo debajo de Reinosa, ya coges camino hacia el pantano del Ebro y puedes navegarlo.


-¿Es posible remar de continuo por todos sus tramos?

-No, porque tiene más de 90 presas, incluidos los azudes. Tienes que estar continuamente saltando y en algunos que no tienen salida tienes que tirar la piragua por delante y saltar tú detrás. Es necesario un estudio previo: fotografiar las zonas, mirar bien los planos, los apuntes las fotografías.... y entonces obrar en consecuencia. En total, lo intentamos más de seis veces.


-Y hubo momentos duros...

-La primera vez tardamos 22 días; la segunda, 18; y la tercera, 16. Volcamos varias veces. En una ocasión perdimos dos días porque la piragua salió por delante y no podíamos cogerla. Pero todo se salva. Es una aventura que tampoco tiene demasiado riesgo si te has preparado bien antes, aunque he visto muchas barcas rotas de gente que lo ha intentado, quizás porque no han calculado bien las corrientes y los vientos.


-¿No hubo nadie antes que pensase en hacer el recorrido?

-Que yo sepa, fuimos los primeros en descenderlo en piragua. Anteriormente, Félix Marugán había hecho el descenso desde Zaragoza al Delta del Ebro.


-Para usted, ¿cuál es la parte más bonita?

-Desde dentro es precioso, tan bonito que no he sido capaz de explicar su belleza. De Zaragoza hacia abajo hay mayor amplitud de arboledas. De Logroño a Zaragoza es más bonito y más complicado por las corrientes. El río no siempre baja para abajo como la gente cree; son charcas de agua quieta pero movida. Y hay rápidos que son realmente peligrosos. En un descenso que hice de 353 kilómetros casi perdemos a dos piragüistas.


-Su amor por el Ebro, ¿le viene desde la infancia?

-Nací junto al río Ebro, he vivido cerca de él y siempre tuve el sueño de recorrerlo. Nunca he pertenecido a un club de piragüismo y siempre he ido por mi cuenta..


-¿Ha mejorado el cauce en los últimos años?

-Muchísimo. Es una maravilla ahora, con sus paseos y alrededores. Una pasada. En mis primeros descensos recuerdo que el río era una cloaca. De Utebo para abajo te encontrabas de todo y no mejoraba hasta Sástago.


-Conocer el Ebro y su entorno, ¿ayuda a conocerse a uno mismo?

-Ayuda a conocer tus límites, tu empuje, tus ganas, si eres un persona a la que le gusta la aventura. Me considero más aventurero que senderista. Es algo que te predispone y te hace más fuerte, más decidido. Si has conseguido una aventura como esta te sientes capaz de cualquier cosa. Hasta que no conseguí completar los 930 kilómetros no paré. Te forma, nutre tus ganas. Igual que el Camino de Santiago, que he realizado siete veces. A partir de bajar el Ebro hice todo lo demás.