El Love Fest de Zaragoza se convierte en un clamor a favor de la causa de los refugiados

Todo un día de música, teatro y compromiso que llevó a la Multiusos a alrededor de 3.000 personas.

Este domingo se celebró en Zaragoza el Love Fest.
Love Fest Zaragoza 2016
Aránzazu Navarro

El Love Fest, que el año pasado nació para recordar y homenajear al desaparecido agitador cultural Rafa Angulo (y de paso ayudar a Filipinas), celebró ayer una segunda edición que dedicó toda la jornada a recoger fondos para ayudar a los refugiados que malviven en territorio europeo tras haber huido de la guerra o las dictaduras en sus países de origen. Más de 60 artistas y colectivos sociales colaboraron en la sala Multiusos como una sola voz, que atrajo a lo largo del día a cerca de 3.000 personas. Las entradas costaban 5 euros;los bonos, 20, y había fila 0 (que sigue abierta) para los que no pudieron asistir. Además, dentro del recinto se podían hacer diversos donativos a cambio de un retrato o un libro de poesía, por ejemplo. A falta de cifras oficiales, que se sabrán hoy, ayer la organización calculaba que la recaudación, que gestionará Arapaz-MPDL y que irá a campos de refugiados, podría superar los 10.000 euros.


El Love Fest fue una fiesta variada y creciente que, sin embargo, arrancó con una invitada indeseada:la lluvia. Solamente la compañía teatral dedicada a los niños, PAI, pudo realizar su actuación en la plaza de la sala Multiusos, ya entrada la tarde. Todas las demás actividades programadas en ese espacio, hubieron de celebrarse en el ‘hall’, que de esta manera estuvo animadísimo. La sesión matinal fue marcadamente familiar. Muchos padres con sus hijos pudieron disfrutar de las actuaciones teatrales para niños, de los pintacaras o de las piruetas de Sbartanos, unos originales gimnastas urbanos. El grupo de dibujantes ‘De vueltas con el cuaderno’ hizo retratos de los visitantes a cambio de un donativo.


Los organizadores también destacaron las 100 personas que acudieron a comer el menú de 8 euros a base de gazpacho y risotto que sirvió La Quinoa.


Ya por la tarde, la protagonista fue la música. Desde el jazz de Enchiaradís a las voces de María José Hernández, la guitarra de Alejandro Montserrat, los coros de Amici Musicae, el humor musicado de Pepín Banzo con Comando Cucaracha o Juako Malavirgen, las jotas de Nacho del Río, la tradición de Biella Nuei, el punk de Manolo Kabezabolo o grupos emergentes como Domador. Hasta Juan Aguirre, que el día anterior había triunfado en el pabellón Príncipe Felipe con Amaral, quiso acercarse a aportar su granito de arena acompañado de Copiloto. Pero hubo más: Dadá, Almagato, Joaquín Pardinilla, Amankay, Hard Mama, Inox, La Nube, Leo Susana... También, un sinfín de DJ, como Unicornicats, Starkytch Pinchadiscos, Chema Moog o The Pajer Experience. El mundo del teatro y el espectáculo estuvo representado, entre otros, por Jaime Ocaña, el Teatro del Temple, Diego Peña, Callejeatro o los ‘oregoneses’ de ‘Oregón TV’.


Pero en medio de esta multioferta lúdica, no se perdió de vista los objetivos: además de recaudar fondos, sensibilizar a los asistentes sobre la situación de los refugiados. Así por ejemplo, la fotógrafa María Torres-Solanot, que estuvo por el festival haciendo fotos, mostró ‘La dignidad’, su documental realizado en Lesbos, que se proyectó varias veces. El grupo Ayuda a los Refugiados montó una suerte de ‘photocall’ para que quien quisiera se hiciera fotos con mensajes alusivos, organizó debates informativos e invitó a un cuentacuentos que escenificó ‘Un mismo sol para todos’, una historia que trata de explicar la situación a los más pequeños.

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