El autismo llega a la vejez

En españa hay 450 mil personas con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA).

Las familias participaron este lunes en una charla impartida por la logopeda de la Fundación Down Cristina Molina.
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Unas 450.000 personas en España tienen Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) y, aunque la mayoría de ellas son relativamente jóvenes debido a que se empezó a diagnosticar en los años setenta, está aumentando la cifra de quienes superan la edad mediana y comienzan a envejecer.


Se estima que entre 2.000 y 2.500 pacientes diagnosticados de este trastorno están ya en edad avanzada, por encima de 40-50 años, a lo que hay que añadir el incremento del número de personas que son diagnosticados en edades adultas. Existe muy poca información sobre cómo interactúan los procesos de envejecimiento con las características propias de los autistas ni respecto al impacto que la vejez produce en la calidad de vida de estas personas.


Para conocer las implicaciones de esta etapa vital en las personas mayores con TEA, la confederación estatal Autismo España ha elaborado el estudio "Envejecimiento y Trastorno del Espectro Activo", financiado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad a través de las aportaciones de los ciudadanos al marcar la casilla de "fines sociales" en su declaración de la renta.


Durante la presentación del informe, la secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Susana Camarero, ha reconocido que la experiencia es limitada al tratarse de un trastorno que se ha descubierto en profundidad en los últimos años, por lo que los primeros diagnosticados aun no han alcanzado, en la mayoría de los casos, edades muy avanzadas. No obstante, Camarero ha advertido de que "no podemos permitir que nadie, a ninguna edad, sea invisible".


En el estudio han participado en total 150 personas, de ellas, 11 con autismo, 47 familiares y 89 profesionales, y el trabajo de campo se ha desarrollado entre octubre de 2015 y enero de 2016, en su mayoría mediante visitas presenciales. Y se basa en el modelo de envejecimiento activo, un derecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al que no debe renunciar ninguna persona, y que se apoya en tres patas (salud, seguridad y participación).


El secretario de la junta directiva de Autismo España, José María Sabrido, ha incidido en la importancia del diagnóstico temprano para evitar que personas adultas con este trastorno lleguen a edades avanzadas sin haber obtenido un reconocimiento de sus necesidades específicas.


No existen estudios concluyentes sobre si el TEA es un factor protector frente al deterioro cognitivo asociado a la edad o, por el contrario, supone un riesgo, ni apenas información respecto a las consecuencias a largo plazo del tratamiento farmacológico prolongado que reciben estas personas.


Pero sí está documentado en algunas investigaciones que la mortalidad prematura en estos pacientes es más elevada que en la población general, aunque viene determinado por factores como un mayor índice de accidentes o por enfermedades que no se han detectado, ha señalado Ruth Vidriales, responsable de asesoramiento técnico de Autismo España.


Los procesos de envejecimiento afectan tanto a la persona con TEA como a su familia. Los padres y madres experimentan en paralelo su propia vejez. Por ello, una de las preguntas que más se hacen éstos es: "¿qué va a pasar con mi familiar cuando yo no esté?", ha señalado Cristina Hernández, otra de las autoras de la investigación.


Entre las propuestas dirigidas a promover el envejecimiento activo, el informe apuesta por desarrollar protocolos de seguimiento permanente del estado de salud de estas personas en general y especialmente de las mayores de 40 años. Promover el acceso al empleo como un factor esencial para la inclusión social en la etapa adulta y apoyar a la persona a lo largo de su vida para que construya su "historia personal", estableciendo sistemas que faciliten el recuerdo de sus vivencias, son otras de las medidas que incluye el informe.


Además, según los expertos, las políticas públicas deberían favorecer la sensibilización y una imagen social positiva de las personas adultas con TEA y garantizar un desarrollo homogéneo y sostenible de sistemas de apoyo y servicios especializados.

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