NUEVA OPEL

Un proceso más largo que un día sin pan

El 'culebrón' de Opel comenzó hace un año. Han sido doce meses intensos y agotadores en los que ha habido de todo: negociación, presiones y amenazas.

Pese a las cautelas mostradas por los representantes sindicales de Figueruelas -muy preocupados por no calificar lo que firmaron ayer con Magna de preacuerdo, ni de principio de acuerdo, ni de pacto, ni de nada que diera idea de que la negociación con la compañía austriaco-canadiense había concluido-, puede decirse que el 'culebrón' de Opel está a punto de finalizar.

 

La fábrica de Figueruelas es la única de todo el grupo que aún no tiene aprobados el plan industrial y el de ahorro. Aunque esta situación no puede atribuirse ni a la dureza de las negociaciones mantenidas en España, ni a la cerrazón de los negociadores aragoneses. Ha sido más bien una situación sobrevenida por la estrategia, o el calendario, diseñada por los responsables de Magna. Hasta hace unos días (el pasado 13 de octubre), los futuros dueños de Opel no habían considerado necesario viajar hasta Madrid y Zaragoza para explicarles con algo más de detalle a los Gobiernos nacional y regional y a los representantes de los trabajadores, de quienes esperan ayudas económicas -vía avales, créditos y ajustes salariales- para reflotar la marca, qué planes tenían para la fábrica aragonesa. Aunque aún quedan semanas de debates, asambleas, análisis y demás, parece que el principio de acuerdo (o como quiera que los sindicatos llamen al documento) alcanzado ayer desbroza el camino hacia la solución final.

Las fases

Terminaría así un proceso que ha resultado más largo que un día sin pan y, en sus últimas fases (al menos por lo que atañe a las negociaciones mantenidas en España), complicado y extravagante. Porque no deja de ser surrealista que los representantes de los Gobiernos español y aragonés hayan tenido que actuar como mediadores, intermediarios, en unos encuentros en los que se negociaban cuestiones de financiación, producción y empleo con una compañía que aspira a ser dueña de otra, pero que, de momento, no lo es.

 

Hasta llegar a este punto ha pasado un año, desde que comenzaron a llegar las primeras noticias inquietantes desde Detroit, alertando del peligro de que General Motors (dueña de Opel Europa) entrara en quiebra. Este temor se materializó a principios de junio de este año, pero antes, la multinacional del automóvil había dado luz verde a la segregación de su filial europea para evitar arrastrarla en su (breve) caída.

 

El empeño sobre todo de Alemania, que era el país que más tenía que perder si la firma entraba en bancarrota, ya que la mitad de las fábricas y del empleo están en suelo alemán, hizo posible la constitución de una empresa fiduciaria a la que se le traspasaron los activos de Opel Europa. El Gobierno alemán aportó a esa fiduciaria 1.500 millones de euros (en créditos y avales) para que pudiera seguir operando en tanto aparecía un potencial comprador. Poco antes, hacia el mes de abril, se había abierto la veda a la posible compra de Opel.

Los 'novios'

Fiat, RHJ International y la china Beijing Automotive Industry Corp (BAIC) fueron tres de las empresas que junto con Magna mostraron algún interés por pujar por Opel. De esta criba de 'novios' quedó Magna, una compañía austriaco-canadiense que se dedica a la fabricación de componentes para el automóvil. Era y es la favorita de Alemania, que ha mostrado desde el principio y de manera abierta sus preferencias por esta opción.

 

A partir del 10 de septiembre, día que el consejo de administración de General Motors autorizó a negociar con Magna la venta de Opel, los contactos entre los responsables de Magna y los representantes de los gobiernos y las plantas europeas de Opel se han ido sucediendo. En Alemania, la noticia de que Magna era la elegida fue acogida con satisfacción. En Zaragoza, por el contrario, fue acogida con preocupación por las noticias que llegaban desde Berlín, que dejaban entrever un criterio muy particular para valorar los méritos de las diferentes plantas de Opel. El 19 de septiembre se organizó una multitudinaria manifestación (que recorrió el centro de Zaragoza), en defensa del empleo de Figueruelas. La protesta fue una de las más numerosas de cuantas se han llevado a cabo en la capital aragonesa en los últimos años y contó con el apoyo de instituciones y ciudadanos.

 

Pero todo esto es ya pasado. Con el acuerdo alcanzado ayer se inicia una nueva etapa. Probablemente, ni los sindicatos ni los trabajadores de Figueruelas estén satisfechos al 100% con lo logrado, pero también es posible que no hubiera mucho más que rascar.