SECTOR AGRARIO

Sin aperos de labranza, cultivar puede ser más rentable

El futuro de la agricultura de conservación, con siembra directa y sin laboreo, se analiza hoy en una jornada en Tauste

Ahora que se prevé un aumento de la demanda de alimentos en el mundo. Ahora que se exige más que nunca el mimo con el medio ambiente y el cuidado del ya erosionado suelo y el escaso recurso hídrico. Y sobre todo, ahora que los costes de producción agrarios se han disparado al tiempo que se van desplomando los precios agrícolas. Ahora, la agricultura de conservación surge, más que nunca, como una alternativa a la conocida como agricultura tradicional.

 

En Aragón ya existen unos 200 agricultores -agrupados en la Asociación Aragonesa de Agricultura de Conservación (Agracon), que han optado por este sistema productivo que tiene como principales características definitorias la siembra directa, la rotación de cultivos y la utilización de los rastrojos de la cosecha anterior para cubrir los suelos.

 

Y ahí están sus ventajas y beneficios. Los explica Diego Banzo, responsable del servicio técnico de Agracon, que detalla que con esta técnica se consigue una mayor conservación del suelo, que éste sea más poroso, que pueda almacenar agua y cedérsela al cultivo, que circule mejor el aire, el agua y los nutrientes y se favorezca el desarrollo de las raíces de los cultivos. "Los rastrojos protegen el suelo del impacto de la gota de lluvia y disminuyen el escurrimiento del agua, por lo que los riesgos de la erosión son menores", explica Banzo.

 

Si este tipo de agricultura aporta evidentes beneficios para el medio natural, no menos importantes son las bondades que suponen para los productores. Banzo explica que la siembra directa exige una inversión inicial mayor porque es necesario contar con maquinaria específica "que recorta el tejido vegetal y deposita la semilla". Pero tras este desembolso, los productores consiguen mayores rendimientos y la reducción de los costes de producción.

Menos trabajo, menos gastos

"Los agricultores están menos tiempo en el tractor y eso supone ahorro de tiempo y de gastos, por ejemplo, en combustibles", matiza. Dicho en cifras. Según distintos estudios, este sistema productivo puede llegar a reducir entre 18 y 72 euros por hectárea, según la intensidad del laboreo al que reemplace. Además se invierten entre 3 y 6 horas menos de trabajo en cada hectárea, lo que se traduce en una mayor capacidad de trabajo con menos medios mecánicos y humanos. El ahorro de combustible alcanza, recogen los análisis, hasta los 50 euros por hectárea respecto a la agricultura tradicional.

 

"En un sector acostumbrado a grandes inmovilizados y obligado a invertir mucho en equipos, la agricultura de conservación abarata estos desembolsos. Se tienen menos aperos, pero más tiempo, y más ahorro", explica Banzo.

 

Con estas características, los agricultores de conservación están haciendo frente a la crisis. "No sería razonable decir que no nos afecta, pero lo cierto es que nadie se ha planteado no sembrar o abandonar, en todo caso se replantean sus costes y no dejar de echarle imaginación", asegura Banzo.

Superficie "conservada"

La superficie cultivada en Aragón utilizando este sistema productivo ronda, según los datos de Agracon, las 90.000 hectáreas, aunque aumentan hasta 250.000 las que utilizan la siembra directa, pero "no todas ellas se pueden calificar como agricultura de conservación porque no cumplen todos los requisitos que la definen", explica el representante de la asociación.

 

Situadas en Cinco Villas, Hoya de Huesca, comarca de Calatayud, Monegros, Daroca, Ariza y Bajo Aragón, sobre estas 'mimadas' tierras se producen, en secano y regadío, cebada, trigo, colza o girasol, maíz, sorgo, alfalfa y hasta soja, pero también lentejas, guisantes o altramuces. Hay además algunos cultivos leñosos.

 

Precisamente para analizar el presente y adelantar el futuro de este tipo de agricultura, Agracon organiza hoy en Tauste una jornada, en la que está previsto que acudan 450 agricultores y en la que participarán expertos en este sistema productivo como el francés Frédéric Thomas o el español Vicente Bodas.