MEDIDAS CONTRA LA CRISIS

Los países del G 20 apuestan por mantener durante 2010 los estímulos económicos

Los líderes de las principales economías desarrolladas y emergentes del mundo se congratularon en Pittsburgh por el éxito de las medidas con las que han frenado la mayor crisis económica desde la Gran Depresión. Pero como todavía son pocos los que han logrado salir de la recesión, el borrador negociado por los ministros de Economía apuesta por mantener durante el 2010 los estímulos económicos.




Para esta cumbre del G-20 se habla de porcentajes de voto, de impulsar el crecimiento, de regular el marco financiero internacional, de acabar con los paraísos fiscales, de limitar los bonos de los ejecutivos y de forzar la capitalización de los bancos, pero de fondo, lo que late es el pulso de un sueño. "La crisis a la que nos enfrentamos no es sólo económica", advirtió hoy el presidente de la Comisión Europea José Manuel Durao Barroso en la Universidad de Pittsburgh. "Es una crisis por los valores de nuestras sociedades".




El primero en alzar la voz en la ciudad de las metáforas en la que Barack Obama encontró inspiración durante su campaña cree que la "nueva globalización" requiere de un gobierno global basado en valores universales que refleje la interdependencia económica. "El G-20 nos da la oportunidad de perfilar la globalización con un modelo de desarrollo sostenible que reemplace al que puso de rodillas el fracaso de los mercados financieros". En ese sentido va el primer acuerdo del borrador que se filtró hoy.




Los principales países emergentes -Brasil, China, India y Rusia- habían pedido que los países más desarrollados cediesen un 7% de su derecho a voto en el Fondo Monetario Internacional (FMI). Fruto de esa negociación sería el 5% que los países ricos están dispuestos a ceder en la próxima revisión de cuotas del FMI que se completará en enero de 2011, según las agencias que han tenido acceso al borrador del documento final de la cumbre. Los "sobre-representados" que cederían poder son mayoritariamente pequeños países europeos como Bélgica, Dinamarca o Suiza, cuya influencia no se corresponde con el tamaño de sus economías. EEUU, con el 17% de la economía mundial, seguiría manteniendo su papel con derecho a veto en ese reajuste del nuevo orden mundial que hará justicia a las potencias emergentes.




La tercera reunión del G-20 que se produce en menos de un año ocurre justo en el aniversario de que la caída de Lehman Brothers dejase al descubierto la mayor crisis económica desde la Gran Depresión. Muchos creyeron entonces que había llegado la hora de reescribir las reglas del capitalismo y buscar un orden más justo.


Pero tanto la cumbre de Washington como la de Londres quedaron muy lejos de ser un nuevo Bretton Woods. La decepción se manifestaba hoy en los parques de Pittsburgh, con pancartas contra el desempleo, la pobreza y las desmedidas ganancias del mundo financiero, estrechamente vigilados por una fuerte presencia policial.




Respuestas




Los líderes del mundo llegaron a la cena que les ofrecía el presidente Barack Obama ajenos a estas protestas, y dispuestas a escuchar su presentación sobre el "Marco para un crecimiento equilibrado y sostenible". Su preocupación es cómo extender el crecimiento del que disfrutan ya países como Francia o Alemania al resto del mundo en apuros económicos y acompañarlo de una chispa económica de larga duración con algunos parches al marco de regulación financiera.




Joseph Stiglitz, el Premio Nobel de Economía que la ONU ha puesto al frente de una comisión para evaluar la respuesta, advierte que "nos hemos alejado del borde del precipicio, pero no hemos salido del bosque". La prueba del algodón que el economista de la Universidad de Columbia le hace a las medidas que el G-20 pretende aprobar hoy es simple: "¿Hubiéramos podido evitar la crisis si ya hubieran estado en vigor?" Su respuesta es no.




Los ministros de finanzas han dejado fuera del borrador los puntos más delicados para que los discutan mañana sus presidentes.


Se trata de las limitaciones a los sueldos de los ejecutivos que Francia y Alemania desean ver recortados a toda costa. EEUU puede aceptar un acuerdo que limite sólo aquéllos bonos que premian los beneficios inmediatos y por tanto incitan a la adopción de riesgos que a largo plazo pueden hacer tambalear a la entidad. Su gobierno prefiere poner el énfasis en forzar a las entidades bancarias a capitalizarse para que puedan hacer frente a los varapalos de los mercados.