EMPRESAS

Las once magníficas

Han hecho carrera en el exterior y ahora ven compensados sus esfuerzos y determinación, porque el negocio en el extranjero les proporciona el fuelle necesario para resistir en los malos tiempos.


La economía española, que apenas representa el 2% del producto mundial, cuenta con una decena larga de multinacionales que pesan, y mucho, en los respectivos sectores. Son líderes en la banca, la energía, las telecomunicaciones, las autopistas y los aeropuertos, así como la hostelería y el comercio. Cuando el negocio nacional se pone cuesta arriba, los grupos líderes que aquí figuran, junto a algunos otros, han podido comprobar que el desembarco a miles de millas de distancia rinde sus frutos.


El desarrollo de las multinacionales españolas tiene su origen en el ingreso del país en la Unión Europea. Explican los expertos que las empresas comprendieron muy rápido que la apertura del mercado interior tenía que compensarse con el aprovechamiento de las ventajas liberalizadoras. Si los competidores ocupaban tu nicho de mercado, la supervivencia exigía poner los ojos en el exterior.


En 1980 España era el vigésimo país del mundo por su inversión directa en el extranjero: veinte años más tarde había escalado diez puestos.


No fue una aventura fácil. Que se lo pregunten a Telefónica, la operadora que, todavía bajo control estatal, apostó fuerte en los años noventa por la entrada en Perú. La oferta realizada, que duplicaba la del siguiente mejor postor, le costó un durísimo castigo de los inversores. Pero los 3.000 millones de euros que la compañía invirtió en Chile, Argentina y Venezuela en aquella década sentaron las bases de su expansión posterior en Brasil y otros países, y es una de las claves de su éxito.


La conquista de América por la banca española arrancó a continuación. Santander y BBVA alternaron sus compras en diferentes países. Argentina y Venezuela estuvieron entre los primeros escenarios. Algún tiempo más tarde, las preferencias se decantaron, y cada uno de los dos gigantes se afianzó en los que constituirían sus puntales en el continente: México para BBVA y Brasil para el Santander.


Por idioma, cultura y por constituir un territorio repleto de oportunidades, Latinoamérica fue principal ámbito de expansión de otras muchas compañías españolas en los últimos años del pasado siglo. Las privatizaciones ayudaron a trasplantar un modelo de sociedad y una forma de hacer que -si bien tropezó a veces con el obstáculo de unos regímenes jurídicos no del todo homologables, y en otras ocasiones se enfrentó a duras crisis locales como la de Argentina- ha acabado por superar la mayoría de los obstáculos.

Llega el euro

Ya en el nuevo milenio, el euro dio alas a las empresas españolas, y les animó a emprender la expansión por el resto de Europa y otros continentes. Las compañías aprovecharon los tipos de interés bajos para financiar adquisiciones, participar en subastas o concertar fusiones. Se afianzó Telefónica, que dio un paso en falso al pagar multimillonarias cifras por licencias europeas de móviles, pero enseguida enderezó el tiro,


Despegaron igualmente las energéticas, que ya habían hecho sus pinitos a finales de la anterior década, y países como el Reino Unido, que en otros tiempos se hubieran considerado inaccesibles, presenciaron con cierta perplejidad el desembarco sucesivo del Santander, que compró Abbey; Iberdrola, que se hizo con Scottish Power; o Ferrovial, que se adjudicó los principales aeropuertos. La economía europea más liberalizada se avino, no sin críticas, a la frenética actividad de estos nuevos competidores.


El siguiente paso lógico era Estados Unidos, y allí se han ido estableciendo Iberdrola y los grandes bancos. El grupo eléctrico tiene ahora mismo en el área Atlántica la zona de referencia para su crecimiento, convencido de que los planes del presidente Obama van a incentivar la apuesta por las energías limpias en Estados Unidos. BBVA apostó por establecerse en el área de Texas, mientras el Santander compró parte del Sovereign y completó sus adquisiciones a buen precio cuando se desencadenó la crisis financiera global.


La internacionalización está en las señas de identidad de Repsol, que compró la argentina YPF y luego dio un giro a su estrategia, consciente de la necesidad de diversificar su presencia y, sobre todo, la actividad de exploración. Gas Natural y Unión Fenosa, hoy integrantes de un mismo grupo, ya habían avanzado considerablemente en el exterior por separado. La gasista puso el foco sobre todo en Latinoamérica, pero también en el Norte de África y en la comercialización en Europa. En México y Colombia coincidió con Unión Fenosa, lo que implicó un ajuste cuando se produjo la fusión.


Comercio y construcción

Otra compañía española que puede exhibir con orgullo su veteranía en la expansión exterior es el grupo Inditex. Desde que en 1988 abrió sus primeros establecimientos en Portugal -una localización vecina a Galicia, su lugar de origen- hasta que este mismo mes inauguró su tienda número 50 en Japón, ha extendido su red por más de setenta países.


Por otra parte, la potencia de las constructoras españolas no acaba, ni mucho menos, en el puro ladrillo o en las grandes obras.


Su experiencia y su músculo financiero, labrado a golpe de éxitos constantes en los años del 'bomm', les han permitido acceder a lo largo de los últimos años al Olimpo de unos de los negocios más seguros y rentables en el largo plazo, el de las concesiones de infraestructuras.


Un segmento en el que España domina hasta tal punto que copa siete de los diez primeros puestos en la clasificación mundial que cada año elabora la revista especializada 'Public Works Financing' (PWF). Una lista de elegidos que encabeza ACS, seguida de Globalvía, Ferrovial y Abertis. OHL, SacyrVallehermoso y Acciona presumen también de tener ganado un puesto en el 'top 10' mundial.


Ganadores natos en los concursos, a los que muchos acuden en consorcio con empresas locales allí donde se desarrollen, las concesionarias nacionales cuentan con todo un abanico de proyectos que va desde las tradicionales autopistas hasta los hospitales, pasando por cárceles, ferrocarriles, puertos, aparcamientos o aeropuertos


¿Y la crisis?

Multinacionales españolas pusieron una pica en Asia en los albores de la crisis. Telefónica mantiene una alianza empresarial con China Unicom, de la que ha adquirido un 8% del capital. BBVA tiene que decidir en unos pocos días si ejerce la opción de compra que, con un desembolso de 1.000 millones, le permitirá elevar su participación en Citic Bank hasta un 15%. Son operaciones que tardarán tiempo en generar resultados, pero las compañías tienen puestas grandes esperanzas en su desarrollo futuro.


Los países emergentes están sufriendo mucho menos que los industrializados durante la actual recesión. Y la lección que han aprendido las compañías españolas que se esforzaron en la expansión internacional es que la vieja receta de "nunca poner todos los huevos en la misma cesta" aporta un sano equilibrio a sus negocios.