Las Islas Caimán en quiebra

Las Islas Caimán evocan playas de arena blanca y aguas azul turquesa, paraísos fiscales, enriquecimiento y empresas fantasma. La palabra bancarrota no encaja con la imagen del archipiélago caribeño, pero eso es precisamente lo que podría ocurrir pronto allí.


Por paradójico que resulte, se acaba el dinero en este oasis para millonarios y, lo que es más extraño aún, se habla de introducir impuestos para evitar la quiebra. La crisis global también ha llegado a este territorio británico de ultramar, situado trescientos kilómetros al sur de Cuba, algo predecible si se tiene en cuenta que su capital, George Town, es considerada el quinto centro financiero del mundo.


El archipiélago cuenta sólo con 52.000 habitantes, pero es sede de miles de compañías, bancos y fondos de inversión de riesgo. La mayoría de estos negocios han resultado afectados por la crisis y a eso hay que añadir las presiones externas: Las Islas Caimán fueron incluídas en la "lista gris" de paraísos fiscales durante la pasada cumbre de países del G20, lo que no resultó beneficioso para la imagen ni los negocios.


Las Caimán atraviesan dificultades y el hermano mayor, Londres, se niega a ayudarlas. A la vista de las deudas astronómicas registradas en el pasado año fiscal, el archipiélago debe contar con la autorización del gobierno británico para contraer nuevas deudas. Pero éste se niega a aceptar que pidan prestados 372 millones de dólares locales (unos 322 millones de euros/457 millones de dólares estadounidenses).


Y tampoco ha autorizado los 30 millones de dólares de Caimán que hubieran necesitado para pagar salarios y subcontratados durante el mes de septiembre. El secretario de Estado del ministerio británico de Hacienda, Chris Bryant, advirtió a los líderes de la isla de la necesidad de controlar el déficit antes de contraer más deuda. "Me temo que no tienen otra alternativa que plantearse la introducción de nuevas obligaciones fiscales, un impuesto de la renta o sobre las propiedades", fue su polémica sugerencia.


La indignación es grande en un territorio que se vanagloria de no imponer contribuciones directas, como el impuesto de sociedades o el de la renta. El jefe de gobierno de las islas, William McKeeva Bush, se ha apresurado a prometer que hará "todo lo posible para superar estos tiempos turbulentos" sin dañar el turismo ni el sector financiero.


Los empresarios no creen que la amenaza sea inminente. "Los impuestos son sólo una sugerencia", declaraba Charles Jennings, de la consultora Maples and Calder, al diario 'Financial Times'. "No hay absolutamente ningun indicio" de que se impondrán tasas fiscales a los fondos o el sector "offshore".


El gobierno hizo hoy declaraciones en el mismo sentido y subrayó que no hay "ninguna necesidad" de introducir impuestos directos, porque la industria de las finanzas volverá a florecer. "Las Islas Caimán se beneficiarán de la recuperación mundial", se indicó.


En todo caso, en las Caimán crece la indignación por la actitud de Gran Bretaña, responsable de su antigua colonia aunque ésta tenga una amplia autonomía. Existe "una obligación legal de actuar en favor de las Islas Caimán", subraya Anthony Travers, de la Asociación de Servicios Financieros del archipiélago.


Desde Londres lo que preocupa es que otros paraísos fiscales bajo su tutela atraviesen crisis similares. Por ello el Ministerio británico de Exteriores ha enviado al parecer una advertencia a la isla de Anguilla para que controle sus finanzas públicas. Han saltado las alarmas, pero el gobierno de las Caimán no cree que se produzca una "quiebra nacional", como anunciaba recientemente el rotativo británcio 'The Guardian'


"Tenemos más valores patrimoniales que deudas", asegura Bush y aclara que los proyectos de infraestructuras también han contribuido al endeudamiento. "Nos salvaremos, tenemos las mismas posibilidades de hacerlo que Gran Bretaña o cualquier otro país".