PAÍSES PERIFÉRICOS

Juncker alerta del riesgo de contagio si la banca entra en el rescate a Grecia

El presidente del Eurogrupo dice que se está «jugando con fuego» y se pone en peligro a países como España. Zapatero espera que vuelva la tranquilidad a los mercados esta semana.

Trichet, presidente del BCE (izquierda) y Juncker, del Eurogrupo, el martes en Bruselas.
Juncker alerta del riesgo de contagio si la banca entra en el rescate a Grecia
GEORGES GOBET/AFP

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, confía en que el entendimiento alcanzado entre la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolás Sarkozy, para diseñar un segundo paquete de rescate a Grecia con participación voluntaria del sector privado, devuelva la tranquilidad a los mercados. En rueda de prensa celebrada en San Petersburgo, el jefe del Ejecutivo español expresó su deseo de que la ayuda financiera a Grecia sea definitivamente acordada en el Consejo Europeo de la próxima semana y apuntó que entonces se rebajará la «presión» de los inversores sobre los países de la zona euro, principalmente España, Italia y Bélgica.

No es un consuelo, pero las señales de alarma emitidas ayer por el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, en la víspera de la reunión extraordinaria que debe revisar el programa de ajuste económico del país heleno y dar luz verde al pago del quinto tramo del vigente plan de rescate extienden las amenazas a Bélgica e Italia, que podrían verse gravemente afectadas por la desconfianza de los mercados antes que España.

Portugal e Irlanda

En una entrevista publicada por el diario alemán 'Süddeutsche Zeitung', Juncker apunta que la zona del euro corre el riesgo de que la crisis de la deuda griega se contagie a Portugal e Irlanda, y a continuación a Bélgica e Italia, debido al elevado endeudamiento de estos dos últimos países. «Estamos jugando con fuego», declaró el presidente del Eurogrupo, contrario a la participación obligatoria de los acreedores privados en el programa de rescate de Grecia. Si se diera esta imposición -a la que finalmente ha renunciado la canciller alemana- las agencias de calificación pondrían a Grecia en la categoría de insolvente, lo que tendría consecuencias catastróficas, advierte Juncker.

Las dificultades de Italia ya no son un secreto. La agencia de calificación Moody's anunció el pasado viernes que está considerando una rebaja de la nota concedida a la deuda a largo plazo de Italia, en la actualidad Aa2, por los riesgos que pesan sobre su crecimiento -baja productividad, rigideces de su normativa laboral y de sus mercados de productos- y las dificultades que encuentra el Gobierno para reducir el déficit. Su elevado endeudamiento -120% del PIB este año, frente al 67,5% de España, según proyecciones del FMI- también incita a la desconfianza. La agencia se inquieta, en conclusión, por los «riesgos que pesan sobre la puesta en práctica de los proyectos para equilibrar el presupuesto, necesarios para reducir el nivel de la deuda de Italia y mantener el coste de su refinanciación en términos manejables».

Los problemas de Grecia y de la periferia de la zona del euro también han sembrado la inquietud en el FMI. Olivier Blanchard, economista jefe de la institución, ha reconocido que «lo que está en juego es muy importante» y ha advertido que la zona euro tiene por delante «un largo y doloroso proceso» para que una serie de países saneen sus cuentas públicas. Si los países en riesgo no acometen esta tarea, podrían darse «suspensiones de pagos desordenadas y desestabilizadoras» cuyo efecto se dejaría sentir en el resto del mundo, añadió.

Participación voluntaria

En este clima de generalizada incertidumbre fue recibida con alivio la nueva y flexibilizada postura de la canciller Merkel. La canciller reconoció el carácter «voluntario» de la participación de los bancos privados, aseguradores y fondos de inversión en el rescate de Grecia, de acuerdo con el consenso alcanzado entre París y Berlín el pasado viernes.

El BCE y Francia lograron convencer a Alemania para aplicar a Grecia una solución al estilo de la denominada 'Iniciativa de Viena', por la que durante la crisis financiera mundial de 2008, los bancos europeos muy expuestos en Europa del Este se comprometieron a ampliar los plazos para los países en dificultades. Para ello procedieron a recomprar, una vez se produjo el vencimiento de los plazos, un número de títulos equivalente a los que habían reembolsado.