EXPORTACIÓN

Jesús Cisneros: "Si el aeropuerto se hubiera dejado a la Cámara, tendría mucha mercancía"

Es director del área de internacionalización de la Cámara de Zaragoza, departamento que él mismo levantó cuando en la ciudad no existían servicios a las empresas exportadoras. También es vicesecretario cameral y ahora anuncia su retirada voluntaria, a los 61 años.

P- Es uno de los hombres fuertes de la Cámara de Comercio de Zaragoza. Después de 35 años, varios presidentes, y de haberse convertido en una referencia en Comercio Exterior, Jesús Cisneros ha decidido retirarse en plena vorágine globalizadora. ¿Cómo ha vivido tantos cambios?


R.- El comercio exterior a escala mundial ha cambiado mucho desde que entré en la Cámara, en 1973. Yo llegué para dirigir la secretaría técnica de la confederación de Cámaras hispano francesas. Venía de la facultad de Bilbao y, aunque soy de Tarazona, no pensaba aterrizar en Zaragoza, pero surgió y, como tenía la novia aquí... Por aquel entonces no se sabía lo que era un economista. Creo recordar que, por ejemplo, la CAI no tenía ninguno. No sabían para qué servíamos. A partir de ahí, yo compaginaba el trabajo con el servicio de estudios de la Cámara. Hasta que en 1977 se me encarga crear el departamento de Comercio Exterior.


P.- ¿No había nada en esta materia?


R.- No. Aunque otras Cámaras sí hacían bastante Comercio Exterior. Pero eran las grandes, las pequeñas no. Y, entonces, Zaragoza era pequeña. Me informé y me di cuenta de que la industria zaragozana estaba discriminada en la promoción exterior de sus productos.


P.- ¿Cuál era la razón?

R.- Porque había un organismo en el que participaban la Cámara de Barcelona, la de Madrid, la de Valencia y la de Bilbao y el Consejo Superior de Cámaras y éste era el que tomaba las decisiones de quién iba a un país y quién a una u otra feria. El hecho de que de no hubiera ningún defensor de Zaragoza nos metía en el mismo saco del resto y, si alguien quería ir a una feria, ese era el organismo que decidía quién iba. Todos los grandes tenían quienes les defendieran, pero nosotros no. Lo primero que traté fue meterme en ese grupo de trabajo.


P.- ¿Cuáles fueron las primeras firmas zaragozanas que empezaron a salir?

R.- En la primera salida, estuvieron doce empresas zaragozanas. Estaban Artiach, TAIM… Pero poco a poco la Cámara fue creando su propia estructura, empezamos a montar servicios... Fue una labor muy lenta y, aunque hoy todo el mundo valora lo que es la promoción de la exportación, probablemente la mejor labor de la Cámara no está ahí. En información y asesoría la verdad es que estamos haciendo una gran trabajo de 'resolver problemas'. Por una sencilla razón, porque Zaragoza es pequeña y no hay grandes consultoras en temas de comercio exterior ni grandes fiscalistas en esa materia. No es Madrid ni Barcelona en cuanto a servicios a empresas que requiere el exportador. Y tanto abogados como empresas, en este caso, encuentran el apoyo en la Cámara. Los servicios de consultas están casi saturados. Aunque hay otros servicios, misiones, la Feria… visados consulares.


P.- ¿Había masa crítica suficiente en Zaragoza para impulsar un nuevo departamento?

R.- En aquel momento, había un censo de empresas exportadoras de Zaragoza formado por unas 300. El mayor problema del exportador era la legislación, que era muy espesa. Para todo se requería autorización. El comercio exterior se veía como un riesgo para la empresa y para el país. La inversión española en el extranjero estaba casi vetada, aunque la extranjera en España no. Nuestro país estaba muy aislado. Todo era peligroso en el exterior, en la aduana… En un viaje, cuando iba con Eduardo Blanchard, llevábamos un discurso que yo había escrito sobre la inversión española en el extranjero y, al llegar a aduanas, casi nos requisan todo, pidiéndonos explicaciones sobre aquellos cinco folios. Tampoco había un buen sistema de comunicaciones y todo eso no propiciaba un aumento del negocio.


P.- ¿No existía la globalización o no la reconocíamos?

R.- El movimiento de mercancías ha existido siempre, pero lo que pasa es que ahora estamos a unos niveles tan altos… En nuestra vida diaria utilizamos cosas de 30 países. Se ve al analizar cualquier cosa, desde el desayuno, de dónde viene el café, el azúcar... Y esto va a crecer.


P.- ¿Es Internet el que facilita el salto de las empresas, o las nuevas comunicaciones?


R.- No, en España dimos el salto en 1986, con el ingreso en la UE. Nos obligó a cambiar toda la legislación que impedía el comercio exterior y a eliminar las trabas porque antes era todo problemático. Se dio una subida fortísima.


P.- ¿Cómo ha visto la evolución en la propia Cámara con el paso de los presidentes, cada uno muy diferente al anterior?

R.- No se ha parecido ninguno al anterior. La figura de Eduardo Blanchard (1968-1980) era la de un gran empresario, de un sector innovador en aquella época (el plástico), con muchos problemas de importación, y era un hombre… que dejaba… Por ejemplo, las cosas para firmar había que llevárselas a su empresa, venía cada dos meses… El cargo de presidente es honorífico y Blanchard era un hombre muy conocido en Zaragoza, campeón de esquí y promotor de empresas importantes. Luego llega Martínez Candial y, para empezar, hace uso del despacho. Venía del campo comercial y dedicó mucho tiempo a la Cámara… y a sus intereses. Hizo de la Cámara su vida, mezclando una cosa y la otra. Después vino Miguel Monserrat, que estuvo muy poco, era un hombre también muy dedicado a su empresa, entonces en crisis. Él no entró en el campo comercial porque no lo conocía, así como Martínez Candial sí. Luego ya vino Javier Rico, al que le tocó vivir una época muy peligrosa para la Cámara.


P.- Se habló incluso de su desaparición de estas instituciones.

R.- Sí, y la Cámara de Zaragoza se salvó porque todas las empresas grandes pagaron a la Cámara, mientras que las pequeñas hicieron un recurso contra la cuota, lo que hizo disminuir sustancialmente los ingresos de la institución. Rico (1994-2002) cogió la institución en una situación de riesgo. No había dinero, la gente no pagaba. El primer año toda su preocupación era esa. Era un hombre con muchas empresas y estaba un poco presionado, pero supo resolver el problema. Hubo un reajuste importante, pero todo el mundo cobró el día 31. En su primera parte estuvo bastante agresivo con la gestión porque él veía que la defensa de la empresa ante la Administración era muy importante y a él no le importaba meterse con las Administraciones. Ya lo había sido todo, gran empresario, con participación en más de 100 compañías, fue diputado, fundador de la CEOE, presidente del Metal de España… No vino a la Cámara por prestigio, ni por interés profesional, sino por jubilación. Cuando descubrió el trabajo por la defensa de los intereses generales, le encantó. En aquel momento estaba el tema del aeropuerto. Si el aeropuerto se hubiera dejado en manos de la Cámara, hoy habría mucha mercancía.


P.- Pero hubo una mala experiencia.

R.- Se creo una sociedad, Spainzaz, y en vez de ser una sociedad profesional, como hacían en Vitoria, de gente que trabajara para promocionar el aeropuerto, se politizó mucho el tema en vez de profesionalizarse. Vitoria le dio carácter de producto, y tuvo un gran éxito. La segunda época de Rico fue distinta, se acomodó, cambió. Luego llegó Manuel Teruel, que es un hombre muy dinámico, con una capacidad increíble de trabajo y que también ha cogido la Cámara con mucho cariño. Una virtud suya es que se lleva bien con todo el mundo y que ha acercado las posturas con las Administraciones (DGA, DPZ, ayuntamientos) lo que ha propiciado mucha colaboración positiva, pero también ha multiplicado el trabajo.