AGRICULTURA

Gonzalo Arguilé: "Incrementar el presupuesto sería un gesto de sensibilidad hacia el campo"

Gonzalo Arguilé, consejero de Agricultura y Alimentación
Gonzalo Arguilé: "Incrementar el presupuesto sería un gesto de sensibilidad hacia el campo"
JUAN CARLOS ARCOS

Termina por fin un año más que complicado para el campo.

Bueno, ahora estamos pagando la PAC, al menos es un alivio para terminar el año. Pero sí, ha sido complicado, más en precios que en rendimiento de cosechas. Nadie sabe cuál ha sido el fenómeno de los precios, pero es cierto que el comercio finalista ha evolucionado y se ha quedado en pocas manos. La demanda está muy concentrada y la oferta muy atomizada y de eso se aprovechan.


Los agricultores califican esta crisis de "histórica" sobre todo porque afecta a todos los sectores por igual. ¿Cree que el calificativo es ajustado?

Yo creo que los problemas son muy diferentes según los sectores. Las dificultades que tiene, por ejemplo, el porcino o de la fruta y del cereal, no son las mismas que tiene la carne de ovino. En esta situación lo que más temo, y se lo he dicho muchas veces a las organizaciones agrarias, es que la defensa de un sector perjudique a otro. Por ejemplo cuando hubo crisis en la ganadería provocado por el alza de los precios del cereal, las organizaciones agrarias se pusieron de parte de los ganaderos y no defendieron para nada la posición de los cerealistas. Eso me parece una barbaridad. La presión ejercida entonces provocó que el Estado español propusiera en la Unión Europa una importación de cereales para que no se disparasen los precios y salvar la ganadería. Pero aquí, o nos salvamos todos o no se salva nadie.


¿A qué cree que se debe el desbarajuste que hace que el precio de las materias primas esté por las nubes y el de los productos agrarios por los suelos y sin embargo llegan disparados al consumidor?

Nadie lo sabe. El mercado se ha puesto tan complejo que no se entiende. Pero a mí me llama la atención que nadie dice ni cae en la cuenta de que el agricultor no está al principio de la cadena, al principio están los vendedores de maquinaria, los de fertilizantes, de fitosanitarios, de semillas y esos aprietan también, tanto que en diez años estos costes han subido el 60%. Ahí comienza también a disminuir la renta de los agricultores, y si estos solo hacen agricultura extensiva y ni comercializan ni distribuyen, entre lo que pierden al final y lo que les han quitado al principio, pues efectivamente están en quiebra.

 

¿Haría falta una mayor regulación del mercado?

Hemos pasado de una Europa fortaleza a una Europa con las puertas abiertas de par en mar y a un mercado totalmente desregulado. Y eso no es que sea malo solo para los precios, es que pone en riesgo la seguridad del suministro a la población de la UE. Recuerdo que por estar absolutamente despreocupados y con confianza total, en el mercado financiero ha habido un crack económico de difícil recuperación que ha afectado a todos los sectores. Ahora estamos en la misma situación en el mercado alimentario, toda la regulación se ha ido al garete y los que tienen las reservas ya no son los Estados. Un mal año agrícola en Europa sería catastrófico, podríamos incluso pasar necesidades porque ahora en el comercio mundial las reservas están justitas para los que comemos, que si comieran los que no comen ya no habría ni en este momento. Así que lo primero tendría que ser recuperar las reservas, y si eso le cuesta al ciudadano más dinero, pues tendrá que pagarlo gustosamente porque le garantiza poder seguir teniendo alimentos básicos. También habría que obligar a las empresas a pagar a sus proveedores, no digo al contado, pero con un máximo de 30 días y que esta norma fuera europea porque el sector agroalimentario exporta mucho al mercado comunitario.


Pero Europa paga mejor, ¿no?

Es que cuando hablamos de Europa hay que tener en cuenta que Carrefour es Europa, Auchan es Europa. Pero me da igual que las cadenas sean de capital español, los pagos se dilatan también.


¿Habrá ley de márgenes comerciales?

Una ley de márgenes comerciales es imposible, no porque no se quiera o no se deba sino porque no se puede, y menos en los productos más manipulados. Cómo vas a decirle a un transportista o al que fabrica los embalajes cuánto tiene que ganar.


Toda esta situación llevó a los agricultores a la calle, una protesta por la que usted les felicitó e incluso llegó a decir que ya era hora y que había que manifestarse más. ¿Eso significa que cree que el sector ha hecho poco para estar mejor de lo que está?

Yo echaba en falta una tensión mayor en el sector y una aparición más a menudo de los agricultores en la calle. Ante este tipo de movilizaciones, los políticos tenemos que estar tranquilos porque no son manifestaciones en contra del Gobierno. La manifestación de noviembre la concibo como una llamamiento del sector para decir "estamos aquí todavía y somos imprescindibles, somos los únicos que producimos alimentos y si desaparecemos estos también desaparecerán". Fue una llamada de conciencia a la ciudadanos, porque en esta sociedad tan opulenta como la que vivimos no le damos importancia a comer y, por eso, tampoco al que produce los alimentos.


¿Por eso cuesta tanto entender las ayudas al sector agrario cuando se reciben incluso con alegría las que se destinan a otros bienes de consumo?

Todos hemos contribuido a esta incomprensión, unos más que otros, pero todos hemos conseguido que la sociedad se haya posicionado en contra del campo, incluso las organizaciones agrarias. Hay que recordar que en la reforma de la política común en 1992 para quitar tensión en los mercados lo que hizo fue reducir el precio de determinadas producciones por debajo de su precio en el mercado interior y pagar la diferencia con una ayuda que se llama 'compensación por caída de precios'. Esto me gusta recordarlo porque parece que ahora ya nadie se acuerda. Pero fue la propia UE la que comenzó a criticar el gasto agrícola y se lanzó en una brutal campaña para desprestigiar al agricultor y las ayudas que cobraba. Esa política machacona y constante, a la que contribuyeron los tertulianos, fue calando en la sociedad y ha tenido mucha influencia en los precios y en la conciencia del consumidor. Además, la Comisión Europea tiene mucha culpa, porque su política de ayudas ha dirigido totalmente la producción y luego se ha quejado de excedentes. Y ahora nos vienen diciendo que hay que producir para el mercado. Pues perfecto, pero la ayuda que no la toquen porque aun con ella el campo está en el umbral de la rentabilidad e incluso por debajo, así que si desaparece los consumidores van a tener que pagar más. Yo insisto en que hay que entender que las ayudas de la UE a los agricultores han sido ayudas al consumo, para mantener unos precios asequibles en los alimentos básicos.


Va a tener que hacer muchos números en su departamento para atender a un sector en tan mala situación con un 22% menos de presupuesto.

Yo aún confío, como los buenos corredores de fondo, en un gesto final que mejore nuestra situación presupuestaria. El presidente del Gobierno ha tomado conciencia de que la situación del sector es crítica y hay que hacer un esfuerzo mayor en el presupuesto. Todos los departamentos van justos y las preferencias están donde están -en la sanidad, en la educación, en la ley de dependencia-, pero la agricultura también es una emergencia e incrementar el presupuesto sería también un gesto de sensibilidad hacia el sector.


¿Hasta dónde cree que puede llegar esa mejora?

Con una aportación de seis millones de euros de recursos propios podríamos recuperar 16 millones de euros de las distintas líneas de cofinanciación europeas, lo que harían 22 millones. Eso es lo que hemos ofertado como alternativa a los presupuestos que están ahora en las Cortes. Y hay visos de que eso se puede llevar a cabo.


¿La agricultura y el medio ambiente son tan incompatibles como parecen?

Es una confrontación absolutamente ficticia y forzada. Lo que sucede es que se da mucha difusión a noticias como que las vacas son ahora las culpables mayores del agujero de la capa de ozono. A mi eso me parece una frivolidad, por no llamarle cachondeo. La confrontación del sector agrícola con los medioambientalistas es todo una actitud y un fenómeno que se quiere provocar. A veces hasta pienso mal y creo que se emplean este tipo de argumentos medioambientalistas para frenar la expansión de una producción concreta que está haciendo la competencia a alguien. Esas campaña de determinadas organizaciones ecologistas que usan barcos, helicópteros y están en todas partes, cuesta mucho dinero y alguien las paga.


Usted tiene manifiestos desencuentros con la consejería de Medio Ambiente.

Las tensiones entre departamentos son las clásicas. Hay intereses contrapuestos y, a veces, presiones en el departamento de Medio Ambiente, llevan al exceso de celo por ciertas protecciones. Lo que yo no quiero son vacas sagradas como en La India, que pongan el interés del animal por delante del de las personas. Si hay un problema gordo en el medio rural es la despoblación humana. A mi no me gustaría que los animales ocuparan todo el medio rural y las personas no estuvieran. El sector agrario también tiene una gran conciencia ambiental, pero no hay que confundir un animal salvaje con uno doméstico y más de alguno lo está confundiendo.


¿Habrá consenso con las organizaciones agrarias para sacar adelante la Ley de Representatividad o convocará elecciones?

Mi tesis es que si tenemos cámaras agrarias que no sirven para nada y deterioran la propia imagen del sector, pues se suprimen y ya está. Ahora bien, no quiero hacer elecciones al campo sin cámaras porque para eso las dejamos, las potenciamos y les damos más contenido. No aceptaré supresión de cámaras y elecciones al campo, que solo sirven para enfrentar a las organizaciones agrarias y no favorece en nada al sector.