El grupo BBVA ganó 4.606 millones en 2010, y en un año muy duro para el negocio bancario, sus beneficios se elevaron un 9,4% respecto a los del ejercicio anterior. Los saneamientos de 1.800 millones que llevó a cabo a finales de 2009, como reconocimiento anticipado de una morosidad que todavía no había llegado a producirse, no fueron muy bien entendidos entonces por los mercados.

El presidente de la entidad, Francisco González, afirmó, en la presentación de las cuentas anuales, que, por primera vez en tres años, empieza a ver «algo de luz al final del túnel» de la economía española, porque Europa se está moviendo, y porque también el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, camina «en la buena dirección».

Urgió a sacar adelante cuanto antes el proceso de reestructuración del sistema financiero. «Todos los países necesitan un sistema financiero eficiente y el nuestro no estaba estabilizado, por la contaminación de los malos sobre los buenos», observó. «Nuestro país no puede tener incertidumbres que cuestan mucho dinero, porque nos obligan a todos, el Estado incluido, a pagar la financiación a precios muy elevados», dijo, sin querer entrar en polémica acerca del mayor rigor que el Gobierno y el Banco de España quieren imponer en la capitalización de las cajas.

González no vio obstáculo alguno a que bancos extranjeros puedan entrar en el capital de las cajas de ahorros. «Bienvenidos sean los grandes bancos globales, que no los especuladores», precisó, insistiendo en que el filtro para diferenciar a unos de otros reside en su capacidad gerencial. BBVA, por su parte, está dispuesto a aprovechar las oportunidades que se presenten, por más que ninguna caja se encuentre en su punto de mira.