Alemania ha tenido la voz cantante en el proceso que ha llevado a la designación de Magna para comprar la nueva Opel porque, con el argumento de que cuanta con la mitad de los trabajadores de GM_en Europa, se empeñó en financiar en solitario el crédito puente de 1.500 millones de euros que ha permitido a las plantas de la compañía funcionar desde que la corporación estadounidense entró en suspensión de pagos en mayo. El escenario, sin embargo, puede cambiar mucho ahora, ya que aunque Berlín ofreció aportar los 4.500 millones de euros que necesitará la nueva Opel en esta segunda fase, no está claro que el Gobierno que resulte de las elecciones alemanas del 27 de septiembre mantenga la propuesta. Además, los otros países (España entre ellos) tendrán algo qué decir y Bruselas ha anunciado que vigilará qué ayudas se conceden.