EE.UU.

Bush intenta tranquilizar a los mercados, aunque reconoce que la economía vive "tiempos difíciles"

Bush reconoció que sus decisiones pueden ser descritas como una inyección de dinero público, algo que contradice los principios librecambistas del mandatario. Pero alegó que no había tenido otra alternativa ante la gravedad de la situación.

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, reconoció este lunes que la economía de Estados Unidos vive tiempos "difíciles", pero aseguró que su gobierno controla la situación, en un mensaje pretendidamente tranquilizador, ante los temores de que la crisis se generalice. "Lo seguro es que hemos actuado de manera firme y decidida", dijo Bush después de una espectacular intervención de la Reserva Federal estadounidense (Fed) para evitar que la crisis se extendiera al resto del sistema financiero, no sólo de Estados Unidos, sino de todo el mundo.


"Usted ha mostrado al país y al mundo que Estados Unidos controla la situación", dijo dirigiéndose a su secretario del Tesoro, Henry Paulson, una vez que éste y el equipo económico de Bush rindieron cuenta de la situación al presidente.


El jefe de Estado también destacó las seguridades dadas por Paulson, en el sentido de que las instituciones financieras se encontraban fuertes y que los mercados funcionaban "eficientemente".


Sesún la Casa Blanca, la reunión de Bush con sus principales colaboradores formaba parte de sus reuniones ordinarias. Pero, al final de la sesión, las puertas se abrieron a la prensa -algo inusual- debido al "fuerte interés (existente) por lo que el presidente escucha y piensa", según explicó la portavoz Dana Perino.


Intervención


Bush aseguró que respalda las medidas adoptadas por la Reserva Federal (Fed) a pesar de las reservas con que están siendo recibidas. La Fed continuó el domingo una serie de iniciativas poco comunes para hacer frente a la prolongada crisis: favoreció la compra del banco de inversiones Bear Stearns, un importante agente en las operaciones financieras; creó una nueva forma de crédito a favor de los grandes bancos de inversiones; y bajó la tasa de descuento en un cuarto de punto porcentual.


Se trataba de impedir que la caída de Bear Stearns arrastrase consigo a otros protagonistas, mediante el aumento del acceso al crédito, que está cada día más limitado para los bancos y otras instituciones y, según las palabras de Bush, de "poner orden" en los mercados.


Ahora se pretende saber si estas medidas serán suficientes para capear la crisis. El gobierno estadounidense "seguirá de cerca la situación y, si fuera necesario, actuará en forma resuelta para seguir poniendo orden en los mercados financieros", declaró Bush.


Tras reunirse con su equipo económico por la mañana, el presidente convocó por la tarde a su grupo de trabajo especialmente dedicado a los mercados financieros, con el presidente del banco central, Ben Bernanke. En medios del sector han calificado el encuentro como un 'gabinete de crisis', si bien la portavoz de la Casa Blanca fue clara al indicar que este grupo mantendrá a Bush informado de la reacción de los mercados.


Antes del fin de semana, Bush había insistido sobre la necesidad de no "reaccionar en exceso" y comparó la conducta de la economía con la de un automóvil en circunstancias peligrosas. El presidente rechazó un intervencionismo innecesario.


No obstante, ante el agravamiento de la situación y a pesar de la independencia de la Fed, reiterada sin cesar, el secretario del Tesoro tomó parte activa en el debate de las decisiones del fin de semana.


Según su portavoz, Bush reconoció que sus decisiones pueden ser descritas como una inyección de dinero público, algo que contradice los principios librecambistas del mandatario. Pero alegó que no había tenido otra alternativa ante la gravedad de la situación.