LA VENTA DE OPEL

A Magna no le salen las cuentas

El fabricante de componentes, cuyos ingresos han caído un 45%, tendrá dificultades para conseguir ayudas para Opel y mantener sus contratos con otros fabricantes.

La venta de Opel a Magna se complica por el flanco financiero. Al margen de la cuestionable viabilidad de su proyecto y de los ocultos argumentos que lo convirtieron la semana pasada en el comprador preferido por el Consejo de Administración de General Motors, varios obstáculos económicos amenazan ahora con torpedear su intención de adquirir (conjuntamente con el banco ruso Sberbank) el 55% de las acciones de la filial europea de GM.


Por un lado, la fabricante de componentes austriaco-canadiense ve peligrar las ayudas públicas prometidas por Alemania. La canciller, Angela Merkel, respaldó la oferta de Magna con una promesa de 4.500 millones porque su propuesta garantizaba la continuidad de las cuatro plantas germanas y trasladaba, mayoritariamente, el recorte de empleos fuera de territorio alemán.


Sin embargo, y toda vez que Merkel ya ha logrado presentarse como la salvadora de Opel en plena campaña electoral, desde Berlín solicitan al resto de gobiernos implicados un prorrateo en los créditos y avales para la nueva Opel. Evidentemente, los más perjudicados -Bélgica, por el probable cierre de la fábrica de Amberes, y España, por el traslado de una línea de producción de Figueruelas a la alemana Eisenach- ya han puesto el grito en el cielo. Y han despertado a la Comisión Europea de su letargo.


"Los españoles solo necesitarían esgrimir un euro de ayuda pública para cuestionar la legalidad de todo el proceso", resumía ayer el semanario 'Die Zeit'. La comisaria europea de Competencia, Neelie Kroes, ha asegurado que "verificará con exactitud" cualquier sospecha de nacionalismo económico alemán. "El problema es que la CE sólo podrá intervenir cuando se haya consumado la compra", argumenta la periodista alemana Petra Pinzler. "Antes de la firma, Bruselas únicamente puede realizar declaraciones políticas como la de Kroes", explica a HERALDO.


Seguramente en Graz, en la sede de Magna, contaban con que el marco legal comunitario -muy estricto en la lucha contra el proteccionismo- podría suponer un problema. Más difícil de prever eran, en cambio, otros 'daños colaterales': el resto del mercado automovilístico alemán no contempla con buenos ojos que un proveedor se convierta, de la noche a la mañana, en un competidor.


Revisión de contratos


Algunas de las marcas más importantes que figuran entre los clientes de la fabricante austriaca ya han anunciado que revisarán sus contratos. "Siempre hemos colaborado con Magna, pero ahora el escenario ha cambiado", proclama Friedrich Eichiner, responsable financiero de BMW. "No nos gusta que quien nos abastece se transforme en nuestro rival", enuncia Ferdinand Piëch, patriarca del grupo Volkswagen. "Examinaremos con detenimiento nuestras futuras relaciones y actuaremos en consecuencia", pregona Sergio Marchionne, en su calidad de director ejecutivo de Chrysler.


Una empresa en pérdidas



Magna se arriesga de esta manera a empeorar un balance de resultados ya de por sí comprometido, después de que este ejercicio haya registrado fuertes pérdidas como consecuencia de la crisis. Según la edición germana del 'Financial Times', los ingresos de esta empresa auxiliar sufrieron un descenso del 45% en el segundo trimestre de 2009.


Semejante panorama está despertando las dudas entre los principales expertos en el mundo de la automoción. Ayer, la publicación económica austriaca 'Wirtschaftsblatt' incluía una demoledora entrevista con el analista Helmut Becker. "Magna había infravalorado la reacción del resto del sector a su ambicioso plan en Opel", valoraba.


Para Becker, el futuro de Opel no pasa por Magna. "Creo que al final no saldrá adelante este intento de compra porque lo más importante para la dirección de Magna debería ser su negocio original en el ámbito de los componentes para otras marcas".


Un escepticismo similar exhibe Willi Diez, responsable del Instituto Alemán de Automoción. "Tengo miedo a que, dentro de un año, Magna ya no sea capaz de sostener económicamente a Opel en el mercado". Diez sospecha que GM podría estar utilizando a Magna para, en unos meses, recomprar Opel mucho más barata de lo que la venderá.