Heraldo del Campo

Gente de la tierra

Toda una vida dedicada a las setas en uno de sus paraísos

Presidente de la Asociación Micológica Turolense, Pedro Blanco destaca el creciente interés por estos
hongos que se ha dado en los últimos años.

Blanco es presidente de la entidad turolense desde su fundación, a finales de la década de los ochenta.
Blanco es presidente de la entidad turolense desde su fundación, a finales de la década de los ochenta.

Las más de 2.000 especies micológicas que hay catalogadas en Aragón dan buena cuenta del enorme potencial con el que cuenta el territorio en este ámbito, que en los últimos años ha ganado numerosos adeptos. Uno de sus mayores conocedores es Pedro Blanco, presidente de la Asociación Micológica Turolense desde su nacimiento, a finales de los años ochenta.

Nacido en Enciso (La Rioja), se trasladó con su familia a Rubielos de Mora a los 13 años porque a su padre lo contrató como encargado una fábrica de textil de la localidad. Posteriormente, se mudó a Teruel, donde se diplomó en Matemáticas y Ciencias Naturales y fue profesor de esta materia en el colegio Las Anejas, en el centro nacional de educación básica a distancia y en el instituto de educación secundaria Santa Emerenciana.

Aunque fue en Aragón donde creó la asociación, su afición por las setas le viene desde que era niño. "Siempre me han gustado mucho las setas, las plantas y la naturaleza en general. Ya en La Rioja empecé aprendiendo algunas cosas y al venir aquí me apunté a cursos de la Universidad de Verano sobre vegetación y micología, en los que participaban grandes expertos de escuelas como la madrileña y conocidos autores españoles", explica Blanco, quien cuenta también con la licenciatura en Ciencias Geológicas. Junto a otros apasionados por la micología, tomó la decisión de fundar la entidad, cuya primera sede fue el Instituto Ibáñez Martín –actualmente denominado Vega del Turia–.

"Trabajábamos en los laboratorios, y los fines de semana salíamos en grupo a reconocer especies. Así fue como empezaron los lunes micológicos, que abrimos a toda la ciudadanía desde el primer momento para que cualquier vecino pudiese traer sus setas para identificarlas", agrega.

«Tiene que existir control en el monte para que se respeten las limitaciones»

Posteriormente, se trasladaron a la facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Zaragoza en Teruel, donde él estuvo siete años dando clase a los alumnos de la asignatura de Didáctica de Ciencias Naturales de la carrera de Magisterio, y que continúa siendo su lugar de reunión en la actualidad. "Cuando llega la temporada, en septiembre u octubre, nos reunimos allí y viene mucha gente a identificar especies, porque es una práctica que está cada vez más extendida en la provincia, y a multitud de vecinos les gusta poder ir con sus ejemplares a analizarlos", indica el presidente de la entidad, destacando que en primavera apenas pueden desarrollar esta labor porque en el territorio se pasa del invierno al verano "directamente", además de que en esta estación del año hay muy pocas especies.

En la facultad se llevan a cabo asimismo charlas y exposiciones que han llegado a recoger hasta 120 especies. Y, junto a esta cita, el presidente y otros asociados imparten conferencias en diversos puntos de la Comarca Comunidad de Teruel en el marco de sus jornadas micológicas. Estas se celebran en tres municipios sendos fines de semana de la temporada e incluyen igualmente salidas al monte.

Un gran avance

El responsable de la asociación destaca que los turolenses han aprendido mucho en los últimos años. "Han pasado de coger dos especies a diez o doce, lo que ha supuesto un gran avance, porque la gente reconoce algunas que antes no sabía que existían y la sociedad en general tiene más cultura micológica. Es importante aprender lo que se puede comer y lo que no, porque algunas de las que son bonitas pueden ser tóxicas", expone.

Cabe resaltar que la provincia es uno de los destinos más demandados por los turistas micológicos, quienes encuentran en su territorio un escenario ideal para pasar una jornada al aire libre disfrutando de esta actividad. No obstante, este auge ha llevado también a que se cometan algunos excesos. "Tiene que existir cierto control en los montes, porque en ocasiones han llegado autobuses llenos de gente, se ha desmadrado la cosa y ha tenido que ir la Guardia Civil a actuar porque hay una limitación de los kilos que se pueden recoger que a veces no se respeta. Son cuatro por persona y día", sostiene Blanco.

Por último, y en lugar de los libros, el experto indica que apuesta por otra técnica para identificar las especies. "Hay que mirar el porte, el sombrero, las láminas, los poros, las arrugas, los aguijones... y eso se ha de ir reconociendo minuciosamente. Si se pasan las hojas de un libro se pierden detalles, porque una seta de cardo puede ser desde blanca hasta como un café con leche, entonces según sea la foto la información puede no ser útil. Es una labor minuciosa, que te obliga a buscar y estudiar constantemente", concluye.

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