Jefe de Economía de HERALDO DE ARAGÓN

Movilidad eléctrica

La transición hacia el vehículo eléctrico es un reto.
La transición hacia el vehículo eléctrico es un reto.
Henneo

La industria del automóvil europea se ha puesto las pilas, nunca mejor dicho, para acelerar la transición hacia el vehículo eléctrico. Los fabricantes ensamblan ya un buen número de modelos, entre ellos sus más emblemáticos superventas -como el Opel Corsa, cuya versión enchufable se produce en Zaragoza desde 2020- y de algún modo se puede decir que están haciendo los deberes marcados por los políticos. En febrero pasado, el Parlamento Europeo aprobó que a partir del año 2035 todos los turismos y furgonetas nuevos que se comercialicen en la UE sean «cero emisiones», lo que en la práctica supondrá la prohibición de comercializar vehículos de combustión, incluidos los de gasolina, diésel e híbridos.

Este escenario obliga a acelerar una transición que está siendo mucho más lenta de lo que gustaría tanto a la clase política como a la industria. El precio de los coches eléctricos, su aún limitada autonomía y, sobre todo, las escasas infraestructuras de recarga existentes, están retrasando las decisiones de compra de vehículos enchufables en España.

Los consumidores no están acompañando a los fabricantes en su apuesta por la movilidad eléctrica y muchos de ellos están prolongando la vida útil de sus coches, lo que ha hecho envejecer el parque automovilístico en los últimos años con modelos que triplican los índices de contaminación que registran los que salen en la actualidad de las cadenas de montaje.

«Sobran vehículos viejos y en mal estado», reseñó David Romeral, director gerente del Clúster de la Automoción y Movilidad de Aragón (CAAR), el pasado jueves en un foro de la Cátedra Samca sobre energía y movilidad. «Europa está liderando un cambio que no sigue el mundo», apuntó también este profesional, que advirtió que dejar de fabricar coches de combustión podrá hacernos perder miles de puestos de trabajo. Por ello se preguntó si esa transición hacia la electromovilidad no tendría que ser más lenta.

En esa sesión de la Cátedra Samca, celebrada en la Cámara de Comercio de Zaragoza, la directora de la fábrica de Stellantis en Villaverde (Madrid), Susana Remacha, indicó que «toda nuestra ingeniería está pensando ahora mismo cómo hacer coches eléctricos con más autonomía al menor coste posible para el cliente». Esa es su obsesión, dijo antes de recordar que Stellantis ha anunciado ya que desde 2030 dejará de vender vehículos de combustión, adelantándose así en cinco años a lo estipulado por el Parlamento Europeo.

Dos noticias relacionadas con esa política que afectan a la planta del grupo automovilístico en Figueruelas fueron desveladas esta última semana. Una es el lanzamiento de una nueva versión renovada del Opel Corsa que se ensambla en la factoría zaragozana, que además de contar con un diseño «más audaz», eleva hasta 402 kilómetros la autonomía del vehículo.

La otra tiene más calado: el anuncio de que Stellantis Zaragoza fabricará el Lancia Ypsilon desde el segundo trimestre de 2024, lo que supone que la planta cuente desde entonces con tres modelos enchufables, ya que en septiembre próximo comenzará a producir la correspondiente versión del Peugeot 208. Esta decisión posiciona a la factoría en el escenario de movilidad de futuro, pero asumiendo que en él las cifras de producción (y por tanto, de empleo) no tendrán el elevado volumen de hace solo unos años.

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