Librería Clarión, en Borja: "El negocio ya no se ha recuperado tras el bajón de la pandemia"

José Ramón Albericio regenta este establecimiento desde 2012 y ha notado que ahora los libros o el material escolar se compran mucho más por internet que en su tienda.

José Ramón Albericio, en la librería Clarión de Borja, que regenta.
José Ramón Albericio, en la librería Clarión de Borja, que regenta.
Lucía Valero

Hace algo más de diez años que José Ramón Albericio cogió el traspaso de la papelería librería Clarión, en Borja. Él es natural de este municipio zaragozano, y hasta entonces había trabajado en una fábrica. Por diversos motivos aquella relación laboral terminó mal y, después de tres meses en paro, José Ramón volvió a buscar empleo activamente. Se enteró de que los dueños de este negocio, situado en el centro del pueblo, lo querían dejar y decidió cogerlo. Nunca antes había trabajado en nada relacionado con el sector pero se declara aficionado a los cómics y a la historia. Por algo se empieza.

En este tiempo, en su tienda se han ido ofreciendo distintos productos, según las tendencias. Por ejemplo, hubo una época en la que había puzzles, porque se vendían mucho, o los conocidos como ‘Zagazudos’, unos muñecos de los cabezudos de Zaragoza. Lo que siempre se ha mantenido es la prensa y revistas, así como las novelas, el material escolar y los trabajos de impresión y fotocopias. Con los libros de texto, en cambio, José Ramón tuvo una mala experiencia y dejó de ofrecer este servicio, porque no le salía rentable. "Tenía que pagar por adelantado los libros de textos y, después, el Gobierno de Aragón no lo ingresaba hasta abril o mayo. Para afrontarlo tuve que abrir una cuenta de crédito que todavía no he podido cerrar", relata. Del total de ingresos por estas compras, él se llevaba un 10%. "De 9.000 euros me quedaba con 900 y el banco se comía prácticamente todo lo que había ganado", añade.

El daño de internet en la venta de libros

José Ramón es el cuarto dueño de un negocio que abrió hace casi 30 años y es el que más tiempo lo ha tenido. Aunque no sabe por cuánto más lo podrá aguantar. "Desde el bajón de la cabeza no se ha levantado cabeza", dice, resignado, consciente de que es un problema que afecta a los comercios de todos los sectores de Borja. En su caso, lo más daño le hace es internet. "Los libros se compran online", asegura. Como vende prensa, abre todos los días del año, excepto Navidad, Año Nuevo y el sábado de Semana Santa, y nunca está aburrido, pero el tique medio del cliente ha bajado mucho en los últimos años. "Por aquí siempre viene gente y hago muchas fotocopias, pero ahora todos miran mucho el bolsillo", asegura.

Del pasado recuerda a abuelos con sus nietos que se gastaban 10 ó 20 euros en cromos. "Esto ya no pasa", añade. Desde hace un tiempo, su librería también es punto de recogida y envío de paquetes y, aunque al principio conseguía sacar alguna venta gracias a ello, ahora lo mantiene más por dar un servicio. "La gente viene a lo que viene. Coge o deja el paquete y se va", asegura.

Lo que más le pesa de levantar la persiana de su establecimiento cada día no es el precio del alquiler, que para él es módico, sino la cantidad de impuestos y otros pagos mensuales que tiene. "Ya no es solo la cuota de autónomos, también el IRPF cada tres meses o un pago al año que tengo que hacer por la ley de protección de datos", enumera. Una serie de gastos que se mantienen pese a que sus ingresos van en descenso.

Plan A, B o lo que salga

Con este panorama, José Ramón está intentando labrarse otro futuro. Hace unos meses se presentó a unas oposiciones de Personal de Servicios de Administración, es decir, para trabajar como administrativo en el Gobierno de Aragón. Por otro lado, se está sacando un grado superior de Manager Digital y Comercio Electrónico. "Sé que por ahí podré tener alternativa. La cuestión es poder salir de la librería cuanto antes", asegura José Ramón, para quien la cultura del esfuerzo forma parte de su ADN. "Siempre tengo que tener plan A, B o los que sean. Si tengo que cerrar y ponerme en un bar o en una tienda, lo haré. Tengo dos brazos, dos piernas y una cabeza, y no se me caen los anillos por trabajar donde haga falta", defiende.

En sus ratos libres, que son pocos, ya que abre la tienda todos los días de la semana, le gusta disfrutar de su gran afición, la música. Le gusta sobre todo el rap, incluso es vocalista de un grupo, los Moncayo Warriors’, y también es muy fan de todo tipo de música negra: jazz, soul, funky… "Ensayo con el grupo los domingos por la tarde y también vivo mucho la Semana Santa, ya que estoy con una cofradía y en una banda tocando la corneta", explica. Reconoce que cuando más disfruta es en los ensayos. "En las procesiones lo paso peor, por los nervios. Cuando rapeo en directo no me pongo nervioso pero tocando la corneta sí, porque como se te vaya una nota se nota mucho", asegura.

Así es José Ramón Albericio, un rapero que toca la corneta y que pasa sus días entre libros, periódicos, bolis, carpetas, cuadernos y fotocopias. Lo último no sabe por cuánto tiempo ya que el negocio, dice, no da más de sí. Lo que tiene claro es que intentará quedarse en Borja, donde su mujer tiene un empleo estable, y que ganas de trabajar no le faltarán.

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