economía

Así trabajaban las 'chicas del cable' en el edificio de Telefónica donde abrirá Primark

La operadora acaba de cerrar la tienda de atención al cliente del histórico inmueble del paseo de la Independencia para trasladarse a otro local cercano.

Telefonistas del archivo Fotográfico de Telefónica gestionado por Fundación Telefónica.
Telefonistas del archivo Fotográfico de Telefónica gestionado por Fundación Telefónica.
Archivo Fotográfico de Telefónica gestionado por Fundación Telefónica.

Estrella Alonso tiene 75 años y trabajó de telefonista en Zaragoza desde 1971. Formaba parte de lo que la televisión ha popularizado como las 'chicas del cable', una profesión que sumó muchas mujeres al mundo laboral en un sector puntero entonces como la telefonía. Empezó a trabajar en Telefónica en Barcelona en el año 1968, tras aprobar las oposiciones, una vez dentro, tenían seis meses de formación. El colectivo llevaba desempeñando su labor desde 1924.

En su caso, a los dos años, le concedieron el traslado y vino a la capital aragonesa, donde comenzó a trabajar en la central de la compañía del paseo de la Independencia, el edificio que en los últimos años ya solo ha albergado una tienda de Movistar y que este martes ha cerrado al público para trasladarse a un local cercano. El histórico inmueble, fundado en 1927, está previsto que se transforme en una tienda de ropa de la cadena irlandesa de bajo coste Primark.

Llamadas a "cobro revertido" y a "tiempo"

Su trabajo consistía en poner conferencias y llamadas de las denominadas "a cobro revertido". Entonces, Zaragoza era una central por la que pasaban llamadas nacionales y provinciales, por lo que las personas que llamaban eran muchas y de diferentes provincias, señalan desde la compañía.

Para llamar a cobro revertido, es decir, que pagara la persona a la que se llamaba, era necesario tener la autorización del usuario final. Todo quedaba registrado en unos 'tiques', primero manuales y luego ópticos, donde se apuntaba el numero y el tiempo consumido para poder facturar.

Del trabajo del día a día recuerda que tenían unos casilleros para luego clasificar los tiques, todo de forma manual. "Se sabían las provincias a las que correspondían todos los pueblos de España a puro de recibir llamadas", afirma su hija, que se encarga de entrevistar a su madre sobre una historia que ha escuchado muchas veces.

Los clientes tenían la opción de pedir "tiempo", para controlar la duración de la llamada. Así, en esos casos, la operadora debía "advertir cada tres minutos al abonado del tiempo que llevaba en la conversación". Esto suponía "meterse" en la llamaba con esa frecuencia para informarle y comprobar si quería seguir.

Existían turnos de trabajo y la llamada operadora 'Relevo', puesto en el que iban rotando. Esta cubría los descansos de 30 minutos de sus compañeras y luego acudía a otra posición a sustituir a otra. Todo se programaba anteriormente en la agenda del día "para que nunca hubiera una silla vacía", explica. 

"Mi madre estuvo contenta en el trabajo y desde luego volvería a repetir", asegura. Como ocurría en esta y otras empresas de la época, no era la única de su familia que trabajaba en la misma compañía. Su padre era mecánico ajustador. "Era de familia de 'telefónicos", cuenta su hija, ya que sus padres y sus hermanos trabajaban y después lo hicieron sus hijos. 

Exposición 'Las mujeres que fuimos. Oficios femeninos desaparecidos' en Zaragoza.
Exposición 'Las mujeres que fuimos. Oficios femeninos desaparecidos' en Zaragoza.
HA

El mismo paseo de la Independencia, pero a la altura de la plaza de España, ha acogido hasta el pasado domingo una exposición sobre oficios perdidos de mujeres en los que se incluía este trabajo totalmente feminizado en la época. 'Las mujeres que fuimos. Oficios femeninos que ya no existen', exposición comisariada por Marian Rebolledo, y organizada por el Ayuntamiento de Zaragoza, recogía numerosos testimonios de distintos empleos reservados a féminas, entre ellos el de operadora.

En ella se contaba que en los cursos de formación se les enseñaba a hablar con educación y a guardar el secreto de las comunicaciones. E incluso se comentaba que debían tener "brazos largos" para poder atender la centralita.

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