Heraldo del Campo

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Seguros frente al cambio climático

Nadie duda de que los seguros agrarios son más necesarios que nunca ante el cambio climático, pero también se reconoce que el nuevo escenario exige adaptar las coberturas

Fincas de frutales en Morata de Jiloca en las que se intentaron proteger los árboles con el riego frente a las heladas de comienzos de abril.
Fincas de frutales en Morata de Jiloca en las que se intentaron proteger los árboles con el riego frente a las heladas de comienzos de abril.
David García

Daños por climatología adversa siempre ha habido en el campo, esa actividad que se realiza a la intemperie. Y por eso han sido numerosos los intentos (y los fracasos) por poner en marcha mecanismos que ofrecieran a los productores una cobertura que le permitiera continuar con su actividad.

Prueba de ello es que a comienzos del siglo XX operaban en España una veintena de compañías que aseguraban las cosechas contra el riesgo de incendio; comenzaban a constituirse algunos montepíos y mutualidades que aseguraban el ganado e incluso algunas empresas de capital extranjero ofrecían protección contra el pedrisco. Pero, aunque muchos de esos proyectos daban sus primeros pasos con la (buena) intención de ofrecer coberturas frente a todos los posibles riesgos del sector, siempre terminaban centrándose en los más habituales, es decir, el pedrisco, los incendios y la mortalidad del ganado.

Y aunque fueron muchos los intentos fallidos y las diferentes soluciones coyunturales, hace ya 42 años que España cuenta con un sistema de seguros agrarios combinados que trata de paliar los más variados siniestros provocados por el tiempo para evitar así el fin al que se verían abocadas las explotaciones dañadas de no disponer de esta cobertura.

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Si necesarios eran entonces, actualmente son "imprescindibles", como coindicen en señalar los responsables del sistema, las administraciones e incluso, y a pesar de sus críticas, los representantes del sector. Porque, en los últimos años, el cambio climático ha acentuado una siniestralidad agraria, que, ahora más que nunca, mantiene al sector en una continua catástrofe que se traduce en pérdidas millonarias y en un desánimo generalizado por la merma de cosechas y la pérdida de rentabilidad en las explotaciones.

Lo prueban los datos con los que Agroseguro ha cerrado el ejercicio en 2022. Las contrataciones han marcado un nuevo récord –lo llevan haciendo ocho años consecutivos–, las indemnizaciones han hecho historia, porque las heladas, las sequías, las olas de calor, los pedriscos... que siempre han existido ahora son más violentos, más persistentes, más largos en el tiempo y más extensos en superficie. Y no pasan de largo prácticamente de ningún cultivo.

Las contrataciones han marcado un nuevo récord –lo llevan haciendo ocho años consecutivos–y las indemnizaciones han hecho historia

Pero el cambio climático también está elevando el tono de aquellas voces que exigen cambios en el sistema para estar más seguros frente al nuevo clima.

De la "nueva realidad climática", como la definen los responsables de Agroseguro, dan buena cuenta los datos con los que la siniestralidad agraria ha golpeado un año tras otros en los últimos cinco ejercicios a todo tipo de cultivos en España en general y en Aragón en particular.

Un agricultor de Cella muestra los daños por el granizo en sus campos de maiz.
Un agricultor de Cella muestra los daños por el granizo en sus campos de maiz.
Antonio García/bykofoto

No han dejado de incrementarse los daños y con ello las indemnizaciones las indemnizaciones abonadas a los agricultores y los ganaderos. No ha dejado de aumentar el capital asegurado y el número de hectáreas que cuentan con cobertura, con lo que la penetración de esta herramienta, calificada tanto por Agroseguro, como por el Gobierno de Aragón y también por las organizaciones agrarias como "imprescindible", ha ido ganando terreno entre las producciones de la Comunidad, muy castigadas en el último lustro por el cambio climático.

No ha dejado de aumentar el capital asegurado y el número de hectáreas que cuentan con cobertura

Y es extenso el territorio en el que las adversidades climáticas están dejando su huella. Solo en 2022, en el que para desesperación de los agricultores no ha faltado de nada (heladas primaverales, infernales olas de calor, pedrisco, sequía, incendios, viento huracanado o lluvias torrenciales), fueron 555 las localidades aragonesas –nada menos que el 76% del total de pueblos de la región–, que tuvieron que recibir la visita de los peritos de Agroseguro para evaluar los daños en las explotaciones de su término municipal. Las valoraciones han dado lugar a cifras que hacen historia. La superficie reclamada total se ha elevado por encima de las 185.790 hectáreas, casi un 40% más que el pasado año y las indemnizaciones se marcan un nuevo récord al alcanzar los 118,3 millones de euros, un 60% más que los daños registrados en 2021.

Hielo, fuego y piedra

Aunque el pedrisco fue el riesgo que más se repitió el pasado año, causando daños en la mitad del conjunto de hectáreas siniestradas, fue la intensa helada registrada durante la primera semana de abril la responsable del mayor montante en indemnizaciones, al golpear especialmente a una de las producciones con mayor valor añadido.

Estas heladas, que desplomaron los mercurios hasta los ocho grados bajo cero, fueron también las responsables del elevado aumento en los daños que tuvieron que soportar los almendros aragoneses, cuyas indemnizaciones se elevaron a los 5,4 millones, cuando un año antes apenas habían sumado el millón de euros.

Son las diferentes líneas de seguros pecuarios los que aglutinan otra de las grandes cifras de las indemnizaciones a asegurados aragoneses, que en 2022 alcanzan los 16,7 millones. Hay que tener en cuenta sin embargo, matiza Agroseguro, la importancia de los seguros por retirada de cadáveres animales.

Fue la intensa helada registrada durante la primera semana de abril la responsable del mayor montante en indemnizaciones

La tercera posición del podio en cuantía de indemnización por daños la ocupan las producciones de herbáceos extensivos, a los que Agroseguro abonó en 2022 casi 15,8 millones de euros. La cifra supone el doble de la registrada en el ejercicio anterior y se explica, señala la entidad aseguradora, por la combinación entre la falta de precipitaciones, las altas temperaturas, las sucesivas olas y golpes de calor sufrida durante la primavera y el verano, así como por las tormentas de pedrisco, un siniestro que un año más ha provocado daños en numerosos cultivos hasta sumar más de 18 millones de euros. A todo ello hay que sumar, hasta completar el total, los siniestros sufridos en la cereza (4,4 millones), hortalizas, viñedo u olivar, entre otros cultivos.

Las grandes cifras de Agroseguro no solo son aquellas que hacen referencia a los daños y las indemnizaciones. Son también históricos los datos de contratación, tanto en lo que se refiere a capital como a superficie, a producción y a número de animales, lo que confirma, señala la entidad asegurada, no solo la sensación cada vez mayor de riesgo que percibe el productor sino, sobre todo, la confianza en el sistema de cobertura.

¿Necesarios cambios?

Si el cambio climático ha dado mayor protagonismo al seguro agrario también ha elevado el tono de las voces que reclaman la adaptación de las coberturas a unos siniestros que son más frecuentes, más violentos y causan mayores daños en más cultivos y en mayor superficie.

Así sucede por ejemplo con el seguro del almendro, una producción que en los últimos años, especialmente en 2022, se ha visto muy afectada especialmente por las heladas primaverales y en el que, sin embargo, existe una muy baja implantación del seguro agrario. Las organizaciones agrarias lo achacan a su "ineficacia". Agroseguro responde que son productores de almendro tradicional de secano –no es el cultivo principal de la explotación– los que muestran una mayor reticencia a la contratación de seguro, que, sin embargo, mantiene una tendencia al alza entre aquellos cuya actividad principal es el almendro o en aquellas explotaciones en manos de fondos de inversión.

El más reciente desacuerdo lo ha protagonizado la fruticultura, el sector más castigado por los incidentes climáticos, que, con la voz de UAGA, ha calificado la línea del seguro de frutales para este año de "insegura" ya que "no garantiza las rentas de los agricultores", porque "dada la repetición en la comunicación de siniestros, aumenta la penalización a la hora de contratar la nueva póliza".

Unas afirmaciones que la entidad aseguradora niega "rotundamente" y califica de "infundadas y profundamente injustas". Asegura que "las modificaciones efectuadas se han realizado para garantizar la viabilidad del seguro y con el objeto de evitar que más del 95% de los productores de fruta se vean perjudicados por la alta siniestralidad del 5% restante". Y destaca que para la campaña de frutales 2023 se ha aplicado una excepción a Aragón (y a Cataluña) para no penalizar a los asegurados. Así, a la hora de realizar el cálculo de del rendimiento no se tiene en cuenta los efectos de la última helada, por su carácter excepcional en la región.

REALIZADO POR BLUEMEDIA STUDIO
Este contenido ha sido elaborado por BLUEMEDIA STUDIO, unidad Branded Content de Henneo.

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