La industria alimentaria aragonesa muestra su músculo inversor

La industria alimentaria aragonesa lleva años mostrando su músculo inversor. Lo hizo en los momentos más duros de la crisis económica, aquella que surgió tras el estallido de la burbuja inmobliaria. Lo hizo cuando hace ya casi tres años se encontró de frente con una desconocida e inesperada pandemia en la que demostró su fortaleza y su capacidad de adaptación para garantizar el suministro de alimentos, pero de la que no salió indenme, en especial aquella cuya producción estaba más vinculada con el canal horeca. Lo está haciendo ahora, cuando sus cuentas se han disparado por los desorbitados costes de producción debido al encarecimiento de la energía y de las materias primas que ha provocado la guerra de Ucrania y que, como efecto rebote, han impulsado al alza la inflación hasta niveles que hace años que no recordaban y que han propiaciado un encarecimiento del precio del dinero necesario para financiar sus proyectos de nueva instalación o modernización, de incremento de producción o digitalización y aplicación de nuevas tecnologías necesarios para continuar siendo competitivos, responder a las nuevas demandas del mercados o, especialmente, cumplir las normativas que le exigen cada vez más trazabilidad, seguridad y mayor sostenibilidad.

De este músculo inversor dan buena cuenta los millonarios proyectos empresariales puestos en marcha en los últimos años en Aragón. Pero también es prueba de la fortaleza del sector la respuesta de las empresas a la última convocatoria de ayudas con las que el Gobierno de Aragón quiere consolidar la industria aragonesa como uno de los pilares fundamentales de la economía de la Comunidad Autónoma.

Hasta el despacho de la directora general de Promoción e Innovación Agroalimentaria de la consejería de Agricultura del Gobierno de Aragón han llegado 81 proyectos con los que otras tantas agroindustrias aragonesas quieren optar a los 30 millones de euros de subvención habilitados por el Ejecutivo regional con el objetivo de impulsar no solo la implantación de nuevas empresas sino también favorecer la mejora de la competitividad de los productores agroalimentarios ya instalados en la Comunidad, la reducción de emisiones, la eficiencia del uso de energía en agricultura y transformación de alimentos, el uso de energías renovables, el tratamiento de subproductos y la eliminación de residuos, la innovación y cooperación en el sector agroalimentario y, especialmente, la creación de empleo.

Los proyectos, ahora en evolución y cuya resolución se realizará mediante un proceso de concurrencia competitiva, llevan aparajedos una inversión que supera los 300 millones de euros, una cantidad que demuestra, como explican desde el Departamento que lidera Joaquín Olona, la capacidad inversora de una industria, la agroalimentaria, que se erige como "uno de los pilares fundamentales de la economía de la comunidad autónoma".

No es una excepción. La industria alimentaria no ha dejado de mostrar su dinamismo en los últimos años, incluso en los más complicados. Las cifras del Gobierno de Aragón lo certifican. En lo que va de legislatura, se han aprobado 158 expedientes de esta línea de ayuda, con una inversión subvencionable que supera los 600 millones de euros y una ayuda pública que supera los 72 millones de euros. En lo que a creación de empleo se refiere, mientras que con dichos apoyos se crearon 630 nuevos puestos de trabajo en el periodo 2011-2015, en los cuatro años siguientes las ayudas a la inversión favorecieron la generación de 1.298 nuevos empleos, "lo que supone un crecimiento del 106% entre el añop 2015 y el 2018", señala la directora general, que recuerda que a falta de resolver esta última convocatoria de ayudas "se han creado 2.414 nuevos empleos en esta legislatura, es decir, un 86% más respecto a la anterior".

Estas cifras solo son la punta de iceberg. Son quizá de las más visibles porque cuentan con el apoyo del Gobierno del Aragón, pero la industria desembolsa cada año un montante muy superior. Lo sabe bien la Asociación de Industrias de la Alimentación de Aragón (AIAA), que recuerda que "hay mucha más inversion que no aparece en estos proyectos", bien porque no entran en este tipo de convocatorias, bien porque acuden a líneas sectoriales o se van a realizar con cargo al Perte (proyecto estratégico) agroalimentario o simplemente porque las abordan las empresas con sus propios medios. Y podrían suponer oros 300 millones más.

Una nutrida inversión

A. García/Bykofoto

Será en los próximos meses cuando el Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón resuelva qué inversiones de los 81 proyectos presentados por las industrias alimentarias aragonesas a la última convocatoria de ayudas del Gobierno autónomo son merecedores del apoyo. Y será entonces cuando se conocerán los planes de estas empresas para instalarse en la Comunidad, para cambiar su ubicación, para ampliar sus instalaciones, para digitalizar sus procesos, para diversificar sus producciones, para adquirir nuevas tecnología o dar un paso más en la transformación. Actuaciones en definitiva que, como detalla la orden que regula dichas ayudas, "tiendan a mejorar el rendimiento y desarrollo económico del sector, fomenten los productos de calidad, favorezcan la innovación, la internacionalización, la digitalización y el márquetin, sean respetuosas con el medio ambiente, la seguridad laboral, la higiene y bienestar animal y, a su vez mejoren los ratios de sostenibilidad social, económica y ambiental".

Lo que detalla la directora general de Promoción e Innovación Agroalimentaria, Carmen Urbano, es que "hay una gran diversificación en estos proyectos, que demuestran que se está invirtiendo en todos los subsectores, por todo el territorio y también en todo tipo de industrias independientemente de su tamaño".

Ahí están las pruebas. A esta última convocatoria de ayudas, que se resolverá en los próximos meses, se han presentado 42 proyectos procedentes de la provincia de Zaragoza, que suma una inversión total de 194 millones de euros. Otras 26 iniciativas proceden de Huesca y alcanzan una inversión global de 86 millones de euros y las 13 solicitudes restantes corresponden a proyectos ubicados en la provincia de Teruel cuyo desembolso sumará los 22 millones de euros. Es el sector cárnico aragonés el que más dinamismo muestra a tenor del número de solicitudes presentadas para optar a la línea de ayudas dotada en esta convocatoria con 33 millones de euros. A esta actividad, ligada a la potente ganadería que existe en la Comunidad, están inscritos 20 de los proyectos presentados, que representan el 37,5% de inversión. Aún sin desvelar el tipo de inversión que contemplan estas iniciativas, Urbano, destaca que son numerosos los proyectos que van dirigidos a la transformación. "Eso es lo que interesa porque en Aragón tenemos una gran cabaña ganadera de porcino y con ella debemos aportar cuando más valor añadido mejor al territorio", destaca la directora general.

Otras 19 solicitudes, que aglutinan el 24,2% de los 300 millones de inversión prevista han sido presentadas por industrias del sector hortofrutícolal, mientras que los productores de pienso protagonizan 13 solicitudes con casi un 20% de la inversión, y aunque desde el sector de cereales el número de proyectos presentados es mayor (18) el nivel inversor de los mismos es algo inferior y se sitúa en el 11%.

"Son los sectores más importantes y con mayores volúmenes de proyectos y de inversión, pero hay que insistir en que las iniciativas son muy diversas y proceden de los más variados sectores", insiste la directora general, que detalla que de acuerdo al tipo de solicitante hay 60 empresas mercantiles, 12 cooperativas, siete SAT (sociedad agraria de transformación), una asociación y una persona física.

"Una necesidad"

Todos estos proyectos no son más que la punta del iceberg. También es importante la inversión que se realiza al margen de esta convocatoria de ayudas públicas y que, según explica José Ignacio Domingo, gerente de la Asociación de Industrias de la Alimentación de Aragón, "podrían ser otros 300 millones", con lo que la inversión de la industria agroalimentaria prevista actualmente podría incluso superar los 600 millones de euros.

Y es que para este sector, "invertir es una necesidad", señala Domingo. Los requerimientos tanto del mercado como sanitarios siguen siendo muy exigentes y las empresas no pueden dejar de adaptar sus instalaciones y producciones tanto a las nuevas demandas de los consumidores como a los cada vez más estrictos condicionantes para garantizar la sanidad y la seguridad alimentaria. Y tienen que hacerlo incluso en los momentos más complicados. "Es verdad que en este escenario hay más dificultades, porque los costes se han incrementado notablemente y la financiación ha dejado de ser tan barata como lo estaba hace uno o dos años, lo que ha hace que las empresas piensen un poco mejor y un poco más sus proyectos de inversión, pero tienen que abordarlos, no queda otra", reconoce Domingo.

No han cambiado en exceso las necesidades de inversión de la agroindustria aragonesa a lo largo de los últimos años, aunque, como señala el representante de la AIAA, en los ejercicios más recientes el sector está haciendo "un esfuerzo muy importante" en todos los aspectos relacionados con mejoras en la seguridad y la trazabilidad alimentaria "porque las exigencias son cada vez mayores".

También está cobrando protagonismo, dice Ignacio Domingo, la digitalización, especialmente con la incorporación de controles digitales y un mejor rastreo en los procesos productivos para lograr una mayor optimización. "Hay una tercera pata en toda esta inversión y es la relacionada con la sostenibilidad ambiental y una tercera pata que es todo el tema de la sostenibilidad ambiental", añade el gerente de la asociación.

Y matiza que las inversiones en las empresas del sector agroalimentario van orientadas a seguir trabajando en la reducción del impacto ambiental de las industrias, en maquinaria que consuma menos electricidad, en mejoras en los procesos energéticos o en la incorporación de energías renovables, especialmente paneles solares, así como en técnicas y tecnologías que permitan reducir las emisiones de CO2, la huella hídrica o los vertidos.

De todos los tamaños

La inversión no entiende de tamaños. "Invierten todo tipo de empresas, cada una en su nivel, porque todas tienen la necesidad de actualizarse", explica Domingo, que reconoce que los montantes son más elevados en industrias del sector cárnico o ligadas a la producción de frutas y hortalizas y las dedicadas a la alimentación animal porque "forman el mix con mayor peso en el sector industrial de la alimentación", insiste, para volver a reiterar que "pero invertir, invierten todas".

En muchos de estos proyectos son una "ayuda importante" las diferentes líneas a las que pueden acogerse las empresas para disponer de subvenciones públicas que les permiten hacer más llevadero el desembolso. Pero el gerente de esa organización empresarial se muestra contundente al señalar que si estos apoyos no existieran las empresas continuarían realizando sus inversiones "sí o sí".

"De hecho hay muchas líneas de inversión que realizan las industrias sin acudir a convocatorias públicas. Hay actuaciones que las empresas tienen que realizar de todas maneras por lo que aquellas que encajan con en las convocatorias públicas intentan aprovechar la oportunidad, pero, al final, son inversiones que las empresa tiene que acometer para mantenerse en el mercado y atender a las necesidades de consumidores y clientes, porque las exigencias siguen apretando", detalla.