El de la ingeniería es uno de los sectores más prolíficos de la Comunidad en formación e investigación. ¿Cuál es la situación actual en estas cuestiones?La ingeniería está detrás de todo lo que nos rodea, hasta de un bolígrafo. Ahora estamos en un momento en el que el desarrollo tecnológico es exponencial y, lógicamente, la ingeniería avanza de la misma manera. Estamos ante nuevos descubrimientos permanentemente y creo que por ello es un sector muy atractivo para los jóvenes, aunque podría serlo más. No siempre se valora el esfuerzo y muchos estudiantes se decantan por otras carreras que ven más asequibles. Además, ahora hay múltiples estudios y dispersión, lo que hace que a veces algo se llame ingeniería cuando no lo es. 

Y en cuanto al empleo, ¿hay demanda de profesionales? ¿Qué puestos son los más reclamados?
El desempleo es casi cero. Se demandan todo tipo de puestos, pero todo lo relacionado con la ingeniería eléctrica es lo que más auge tiene: baterías y coches eléctricos, redes de distribución, ampliaciones de centros de transformación… Casi toda la energía se transforma en eléctrica y es este ingeniero el medio por el cual se canaliza, se regula, se controla y se asegura la calidad de la misma.

Precisamente, ha sido un año convulso para el sector energético. ¿Qué impacto ha tenido en la actividad de Cogitiar?Hemos notado un aumento de proyectos relacionados con las energías renovables. El tema de aerogeneradores se ha frenado un poco, creo que porque ya está saturado, pero los proyectos fotovoltaicos, tanto de pequeño como de gran tamaño, están creciendo tremendamente. 

¿Cuáles son las principales reivindicaciones de Cogitiar?Nuestra principal reivindicación es que no debería haber ningún ingeniero sin colegiar. En nuestra profesión, hay muchos ingenieros que están en una empresa y no son conscientes de la responsabilidad en la que pueden incurrir. Y es una pena, porque el colegio hace que el ingeniero esté formado permanentemente, tanto en técnicas como en reglamentación, sobre cómo le afecta la legalidad vigente en lo que está haciendo. Además, contamos con un equipo de abogados para temas de familia y relacionados con la profesión.

¿A qué retos a corto plazo se enfrenta la profesión?Uno de nuestros principales retos es alcanzar una homologación al 100% con Europa en todas las especialidades de la ingeniería. Y otro es que todo el tema de normativas que afectan a la profesión sea de libre difusión y divulgación. Los ingenieros somos actores de la reglamentación: si hay que poner en marcha un aerogenerador, montar un motor o un ascensor, por ejemplo, lo hacemos de acuerdo a la normativa, por lo que no tiene sentido que haya que pagar por cuestiones que son de obligado cumplimiento.

¿Cuál es su deseo para 2023?Que no haya conflictos, que se acabe ese problema que tenemos con la guerra de Ucrania y Rusia y también todos los demás. Y también que volvamos un poco a la normalidad y seamos conscientes y despertemos a que hay que ser más autosuficientes, más independientes y más nosotros. Era muy cómodo que todo viniese hecho de fuera, pero la triste realidad es que durante la pandemia ni siquiera teníamos mascarillas. Creo que en este 2023 tenemos que tomar conciencia de ser lo más independientes posibles, y eso viene de la mano de la industria y de la investigación dentro de casa. Si tenemos que comprar todo fuera o pagar 40 patentes por hacer un coche, vamos a terminar siendo los obreros de un tercero. Se trata de tener tecnología propia y ejecutarla.