Heraldo del Campo

Viñedos y barricas vuelven a la vida en el Jiloca

La Asociación Paisajes del Jiloca, para la recuperación de las vides en el entorno de Daroca, embotella la añada de 2021 con el objetivo de continuar creciendo.

Los socios promotores Pablo Bruna y Juan Manuel Gonzalvo, durante las labores de embotellado.
Los socios promotores Pablo Bruna y Juan Manuel Gonzalvo, durante las labores de embotellado.
J. Macipe

En 2021, un grupo de cinco apasionados pusieron en marcha la Asociación Paisajes del Jiloca, una entidad con el único propósito –y sin ánimo de lucro– de defender, proteger y conservar aquellas vides en abandono recuperable o en proceso de abandono en el entorno del valle medio de este afluente del Jalón. Hasta la fecha han ‘devuelto’ 10 parcelas a la vida, casi ocho hectáreas, y han sumado un total de 50 socios a la causa. Y este año han empezado a ver el fruto de su esfuerzo: 800 botellas de garnacha que van a ser distribuidas entre los padrinos del proyecto.

Así, la primera añada de este vino, vendimiada en 2021 por los voluntarios y socios, llevará por nombre ‘El podón’, la herramienta también conocida como hocino utilizada para quitar sarmientos de la cepa. De los terrenos, mayoritariamente de Orcajo, obtuvieron menos de 1.000 kilos que se convirtieron en unos 600 litros que fermentaron en un depósito individual antes de pasar casi un año en barrica de roble. Lleva el sello de calidad la IGP Vinos de la Tierra Ribera del Jiloca.

"Al venir de viñas viejas, tiene mucha fruta, sensación adulzonada, con equilibrio y redondez, siendo agradable para beber. Cuenta con la frescura que da la altitud y la fuerza de una garnacha de 14 grados", describe Juan Manuel Gonzalvo, uno de los fundadores de la entidad y enólogo de Daroca Bodega, marca de la cooperativa Santo Tomás de Aquino a la que pertenecen varios socios.

Este año, la producción se irá hasta los 1.000 litros con parcelas repartidas entre Zaragoza y Teruel, por Orcajo, Murero, Manchones, Báguena, San Martín del Río y la propia Daroca. "Nos han cedido parcelas por el mero hecho de que no se pierda. Y eso ha sido muy bonito", reconoce Felipe Gonzalo, otro de los impulsores.

"Creemos que el territorio lo merece y lo necesita. El cultivo de la vid siempre ha estado presente en la zona pero está casi en extinción", advierte Juan Manuel. Para Felipe "lo más bonito sería alcanzar los 100 socios". "Es un orgullo haber llegado hasta aquí, pero creemos que podemos llegar a más. Para hacer una idea de lo que fue la vid en esta comarca, hay que pensar que ahora utilizamos en la cooperativa una décima parte del espacio para estas labores", añaden Javier Gonzalo y José María Ruíz, participantes en el proceso de embotellar ven un valor reivindicativo y de servicio en esta labor.

Las etiquetas reproducen la herramienta que da nombre al nuevo vino.
Las etiquetas reproducen la herramienta que da nombre al nuevo vino.
J. Macipe

Quieren crecer

Felipe Gonzalo, implicado a todos los niveles en el tejido asociativo de la comarca del Campo de Daroca y su entorno, no guarda medias tintas. "A día de hoy nos sostenemos con el número de socios que tenemos, pero la viabilidad llegaría con 100 miembros. Con 5.000 euros se podría contratar las faenas de poda, labrar y vendimia", indica. Sin embargo, si siguen llegando parcelas para recuperar, esa necesidad se incrementaría.

Para fomentar que la gente se sume a la iniciativa, Gonzalo explica que, además de los vinos que se entregan como obsequio, a quien se inscribe se le ofrecen varias experiencias. Desde el seguimiento en la evolución de las parcelas, pasando por la participación en la poda y vendimia, visita al museo etnográfico del vino, turismo rural, un certificado de apadrinamiento y degustaciones. La participación es a través de la inscripción mediante cuotas en dos categorías: de socio trabajador (30 euros al año) y de socio capitalista (50 euros).

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