Casa Marzo, el pequeño negocio familiar en Cariñena que ya es hotel tres estrellas

En 2008 y después de 40 años tras la barra del bar de sus abuelos, Alberto Marzo decidió abrir su propio establecimiento. Empezó solo, con un hostal-restaurante y ahora tiene doce empleados.

Alberto Marzo y su mujer, Carmen Lanuza, junto con sus hijas, delante del hotel-restaurante Casa Marzo
Alberto Marzo y su mujer, Carmen Lanuza, junto con sus hijas, delante del hotel-restaurante Casa Marzo
C. M.

Cuando Alberto Marzo y su mujer, Carmen Lanuza, decidieron comprar un terreno a pie de carretera en su Cariñena natal no pensaron que terminaría siendo un hotel de tres estrellas con 34 habitaciones que casi siempre están llenas. Y es que Casa Marzo nació en 2008 como un bar-restaurante y hostal modesto, impulsado por Alberto, en cuyas espaldas cargaba por aquel entonces 40 años trabajados en el bar de sus abuelos. Aquel primer establecimiento estaba en el centro del pueblo pero por motivos familiares, se desligó de aquello y, al tiempo, decidió abrir su propio negocio. 

Así es como nace Casa Marzo, un proyecto impulsado con ilusión y que hoy involucra a toda la familia. Alberto tiene 70 años y pese a llevar detrás del mostrador desde los 13 todavía no se ha cansado. Su mujer, Carmen, era quien se ocupaba de la cocina pero se tuvo que retirar antes de tiempo por problemas de salud. En el negocio también trabajan, con más o menos presencia, sus tres hijas, Carmen, Cristina y Mirian. Todas ellas salieron a estudiar fuera de Cariñena y tuvieron sus empleos en otros lugares pero, entre otros motivos por la facilidad a la hora de conciliar la vida laboral y familiar, han vuelto al pueblo para apoyar a sus padres en el negocio familiar. 

Un negocio que en estos 14 años no ha hecho más que crecer. Tanto es así que justo antes de la pandemia, la familia Marzo se decidió a ampliar el hostal, convirtiéndolo en un hotel de tres estrellas y pasando de diez a 34 habitaciones. Las hay dobles, familiares e individuales, y todas tienen baño privado y las comodidades habituales. Al disponer en el mismo edificio del bar-restaurante, los huéspedes pueden optar al servicio de pensión completa, con desayunos que se ofrecen desde las seis de la mañana y comidas y cenas caseras. Del mismo horario pueden aprovecharse el resto de clientes que pasen por este establecimiento situado en la avenida del Ejército (la A-220), en el paseo que bordea el municipio y cerca del desvío para salir hacia La Almunia de Doña Godina. 

"Hay un huésped que desde abril de 2020 llega todos los lunes y se va todos los viernes. Ya es casi parte de la familia"

Cuando Alberto Marzo pensó por primera vez en abrir su propio negocio tenía en mente un bar. Pero un día, estando de vacaciones, cayó en la cuenta de que, al estar situado a pie de carretera, podría ser interesante habilitar una planta con habitaciones que quizás sirvieran a algún viajero para pasar la noche. La idea no pudo ser más acertada y ahora Casa Marzo vive de los trabajadores que están en la zona a temporadas, sobre todo los dedicados a los campos de molinos eólicos y placas solares que se están construyendo en los alrededores. “La mayoría entran los lunes y se van los viernes. Algunos vienen de Galicia y llevan muchos años alojándose aquí. En concreto hay un huésped que desde abril de 2020 llega todos los lunes y se va todos los viernes. Ya es casi parte de la familia”,  explica Cristina Marzo. 

Al ser un perfil profesional el de su clientela, el hotel Casa Marzo está prácticamente lleno entre semana. Gracias a ese tipo de clientela, la pandemia no fue tan dura como podría haber sido. “Las habitaciones estuvieron completas desde el primer día. Tuvimos que cerrar una semana o dos, pero fue justo cuando acabábamos de terminar las obras de ampliación y nos vino bien para limpiar y terminar de ponerlo todo a punto. Gracias a esto fuimos pagando los gastos pero las pérdidas que tuvimos en la parte del bar no nos las ha compensado nadie. Tuvimos que hacer un ERTE para los trabajadores y es la familia la que se queda al frente”, recuerda Cristina.

Y es que ya se sabe que los negocios de uno mismo, y más cuando son familiares, son mucho más que negocios. En este caso el referente es Alberto, para el que sus hijas solo tienen palabras de admiración. “Él es el motor de todo. Lleva desde los 13 años detrás del mostrador y ahí sigue. Ha trabajado mucho y ha llevado un ritmo de vida de no parar, yendo todos los días a trabajar y prácticamente sin vacaciones. Como mucho, si había suerte y algún conocido se podía quedar al frente del negocio, nos llevaban unos días a la playa”, dice Cristina. Ahora, las cosas han cambiado y entre las tres hermanas se organizan para que todos tengan unas más que merecidas vacaciones.

"Alberto es el motor de todo. Lleva desde los 13 años detrás del mostrador y ahí sigue. Ha trabajado mucho y ha llevado un ritmo de vida de no parar, yendo todos los días a trabajar y prácticamente sin vacaciones"

En agosto, el Hotel-Restaurante Casa Marzo registra el mayor volumen de trabajo del año. “En esas fechas son muchos clientes de carretera. Sobre todo son valencianos o vascos que están de viaje y paran a hacer noche porque estamos en medio del trayecto”, puntualiza. Esto, sumado al éxito de su establecimiento como alojamiento de trabajadores, hizo que los Marzo apostaran por la ampliación. 

Ahora, dado el volumen de trabajo, que va en aumento, y con el triple de habitaciones, la plantilla de este negocio la forman doce personas. “Tenemos personal de limpieza de habitaciones, camareros y un cocinero”, indica Cristina, quien confiesa que no es fácil encontrar a gente con ganas de trabajar en el medio rural. “Solo pedimos que sean personas trabajadoras porque todo lo demás se puede aprender”, asegura. Dada esta dificultad a la hora de contar con personal competente, se trata de tener una plantilla consolidada, con empleados que llevan muchos años formando parte del equipo.

Solo así se puede mantener un ritmo de trabajo exigente, ya que Casa Marzo abre todos los días del año, incluidos Navidad y Año Nuevo, hasta la hora del vermú. Y es que, además de los huéspedes, los propios vecinos de Cariñena son clientela fija de este bar-restaurante donde se dan desde desayunos y almuerzos hasta comidas y cenas, pasando por vermús o cafés. También se pueden celebrar eventos, como cumpleaños, cenas de empresa, bautizos, comuniones o bodas pequeñas, gracias a los amplios salones con los que cuenta el complejo. Toda la comida se elabora en la cocina del propio establecimiento, es casera y tiene un valor añadido. En el terreno, la familia Marzo tienen su propio huerto de donde sale el tomate para las ensaladas en temporada, así como las berenjenas, los calabacines y otros productos de la tierra que hoy en día son un auténtico lujo.

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