Mermeladas La Marmita busca nuevo dueño por jubilación para que la tradición no se pierda

Angelines Briceño lanzó este negocio de producción casera desde su obrador en Aguilar, pedanía a diez kilómetros de Boltaña, hace 30 años.

Angelines Briceño, con su puesto de Mermeladas La Marmita, en la feria de artesanía de la plaza de los Sitios de Zaragoza, en las fiestas del Pilar de este año.
Angelines Briceño, con su puesto de Mermeladas La Marmita, en la feria de artesanía de la plaza de los Sitios de Zaragoza, en las fiestas del Pilar de este año.
H. A.

Evitar que su negocio se pierda con la jubilación. Es lo que Angelines Briceño quiere conseguir para su pequeña empresa, Mermeladas La Marmita. Después de 30 años elaborando estos productos de forma artesanal desde su obrador en Aguilar, una pedanía a diez kilómetros de Boltaña, se va a jubilar y, de momento, no encuentra a quien le coja el relevo. “Tenía ya todo hablado con unas personas de la zona que se lo querían quedar pero por un tema familiar al final no ha podido ser”, lamenta Angelines. En principio, su idea era retirarse el 31 de diciembre pero ya augura que tendrá que alargar un poco más la fecha. “Como mucho un año”, matiza, porque dice que ya le toca empezar una nueva etapa.

Su primer contacto con la elaboración de mermelada fue en 1992. Entonces, empezó a llevar sus productos a ferias para darlo a conocer y saber qué tal funcionaba en el mercado. Cuando vio que tenía buena acogida, se metió de lleno en el producto, pidió los pertinentes permisos, habilitó un obrador en una antigua cuadra contigua a su casa y se puso manos a la obra. “Todo empezó porque aquí tratamos de vivir del campo, de ser autosuficientes y de reaprovecharlo todo. Hacemos conservas para casa con los excedentes del huerto, recojo frutos silvestres y este afán de aprovechamiento derivó en que yo quería tener una actividad con la que poder tener ingresos y vivir en Aguilar”, explica.

El obrador de Mermeladas La Marmita está en Aguilar, una pedanía de Boltaña donde solo hay dos casas.
El obrador de Mermeladas La Marmita está en Aguilar, una pedanía de Boltaña donde solo hay dos casas.
A. B.

Aunque de un tiempo a esta parte la producción y venta de mermelada artesanal está a la orden del día, cuando empezó, Angelines era prácticamente la única persona en Aragón que lo hacía. En estos 30 años, dice, las cosas apenas han cambiado, al menos en lo que a procedimientos se refiere. “Tengo una máquina eléctrica por la que, por ejemplo, paso las moras y echa el residuo por un lado y lo que se emplea por otro. O una batidora industrial. Pero el envasado lo hago a mano y las etiquetas las hago yo misma con el ordenador y las pego”, asegura. En lo que al producto se refiere, es totalmente artesanal y como valor diferenciador, no lleva ningún tipo de aditivo. “Estoy totalmente en contra de eso porque no es para nada necesario”.

Sabores diferentes: bayas de escaramujo, ruibarbo o sauco

En el catálogo de productos de Mermeladas La Marmita no faltan los clásicos, como la de fresa o melocotón. Pero si algo caracteriza el negocio de Angelines son sus elaboraciones de baya de escaramujo. “Es mi seña de identidad porque es algo muy complicado de trabajar y no hay mucha gente que lo haga”, explica. También tiene sabores diferentes, como de ruibarbo o sauco. Sus productos son jaleas, mermeladas con azúcar blanca o con azúcar de caña y, en total, tendrá unos cien, aunque no todos se comercializan durante todo el año. “Esto cambia porque todo lo hago con materia prima de temporada. O bien de la que yo misma cultivo o bien la compro, como los membrillos por estas fechas o los cítricos, en general”, apunta.

Las mermeladas de Angelines se pueden comprar en tiendas gourmet y especializadas, así como en otros establecimientos de la provincia de Huesca, en su mayoría. También se encuentran en algunos puntos de Zaragoza y, aunque no hace venta online, si alguien la conoce en una feria y quiere otro sabor que allí no se encuentra, se lo puede enviar.

Para evitar que todo el trabajo de tres décadas caiga en el olvido, Angelines está dando a conocer su inminente jubilación en la zona. “Me gustaría que se lo pudiera quedar alguien de por aquí o de donde sea, pero que no se pierda”. Por el momento, le han contactado varias personas interesadas pero no viven todavía en la zona y buscan un proyecto más a largo plazo. Con el traspaso, los nuevos dueños se llevarían la marca, los clientes y todos los conocimientos de Angelines quien, como podría suceder con quienes se animen, llegó a Sobrarbe en el año 80. Es natural de Madrid pero lleva 42 años en el entorno de Boltaña y cuando llegó a su actual domicilio, Aguilar llevaba deshabitado 25 años. “Solo hay dos casas y en la que vivimos tuvimos la suerte de que su dueño no quería que se cayera por el desuso y nos la arrendó”.

Con su retirada de Mermeladas La Marmita quiere cerrar una etapa pero ni mucho menos quedarse parada. “Yo disfruto mucho con mi trabajo y me encanta la recolección pero ya quiero pasar a otra etapa. Hay muchas cosas que me gusta hacer así que no creo que tenga una jubilación aburrida”.

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