Valssira, el vino de Lécera que surge hace 67 años de la unión de los agricultores locales

La cooperativa Nuestra Señora del Olivar está compuesta por entre 55 y 60 cooperativistas, muchos menos que cuando empezaron, en el año 1955.

Actualmente, se cosechan unas 200 hectáreas de viñedo en la Matilla de Lécera.
Actualmente, se cosechan unas 200 hectáreas de viñedo en la Matilla de Lécera.
Heraldo.es

En el año 1955 varias decenas de agricultores de viñedo de Lécera se unieron para formar la Cooperativa Nuestra Señora del Olivar. El objetivo, rentabilizar sus tierras y obtener beneficio económico comercializando vino en una época, tras la posguerra, en la que hacía falta dinero en las casas. Desde los inicios, los cooperativistas han ido disminuyendo y ahora son entre 55 y 60. Esto se nota en la producción: en los mejores años se usaban tres millones de kilos de uva, mientras que ahora, en una temporada normal, la cifra va entre los 800.000 y el millón de kilos.

Para Javier Lacueva, presidente de la cooperativa y uno de los agricultores de Lécera, el motivo es claro: “Los pueblos van a menos y al no ser el vino un bien de primera necesidad, ha bajado mucho en ventas”. Además, comenta que la bodega no tiene empleados dedicados a la venta exterior. Así, el vino Valssira solo se encuentra en la tienda de la bodega (avenida de Nuestra Señora del Olivar, 31 de Lécera). El nombre es un guiño a la denominación íbera del municipio, que se llamaba Lassira, y su identidad está implícita en él. Prácticamente toda la producción es de tinto garnacha, aunque también se elaboran blancos y rosados; tanto jóvenes como madurados en barricas de roble francés y americano.

Los viñedos de la cooperativa se extienden en alrededor de 200 hectáreas del término municipal de Lécera, donde el sabor de la uva garnacha es único. “Esta tierra tiene algo especial y no lo digo yo. Hay gente que está puesta en el tema que lo sabe”, asegura Lacueva. De hecho, recuerda haber oído en una ocasión que en Europa solo hay dos zonas únicas para la producción de este tipo de vinos, la matilla de Lécera y otra en los Países Bajos. Lo que hace diferente a esta vid de cualquier otra es que no depende de la variedad de su planta, sino de los suelos que la alimentan y del clima especial de esta zona. Es una estepa árida pero cuya tierra goza de corrientes subterráneas, por lo que, aunque hace calor y sol hasta prácticamente agotar a la planta, por el subsuelo le llega la suficiente humedad como para madurar.

Venta en garrafa

Con casi 70 años de trayectoria a sus espaldas, la cooperativa Nuestra Señora del Olivar sigue siendo una entidad modesta, compuesta con agricultores locales que aman la faena del campo. “Yo soy de los que cuando empieza la poda voy todos los días y lo hago con gusto”, puntualiza Lacueva. Sin grandes ambiciones, trabajan para sacar provecho de sus vinos. En estas décadas, se han ido adaptando a los nuevos tiempos, con la tecnificación de los procesos y aplicando los análisis pertinentes que llevan a controlar el devenir de los vinos desde la cepa. Lo que no ha cambiado apenas es el formato de venta, con la pervivencia de un sistema a granel que contribuye a reducir residuos y también abarata costes. Así, el vino Valssira se compra en garrafa y el litro sale a 1,10 euros.

Valssira es, como los propios cooperativistas dicen, un vino de todos que nació de la necesidad de un pueblo en el que todo el monte era viña. Así fue como las familias que hasta mediados del siglo XX habían producido su propio vino para uso particular se unieron para transformar la vid en vino de forma tecnificada. Un esfuerzo compartido que desde entonces da como fruto el vino Valssira.

Quienes quieran probarlo tendrán que visitar Lécera o aprovechar su viaje por la carretera A-222. De hecho, muchos de los clientes de la bodega son personas que van de paso. La tienda está abierta de martes a sábado, de 9.00 a 13.00 y de 15.00 a 19.00. Un horario que muchos ya conocen, sobre todo quienes en estos años han ido transmitiendo de generación en generación su fidelidad al vino Valssira. Un sentimiento que, además de hacer disfrutar al paladar, apoya a los productores locales y permite que Lécera siga siendo a día de hoy tierra de viñedos. 

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