ECONOMÍA

Salir de un concurso de acreedores: "Hubo gente que nos vetó, pero también quien creyó en nosotros"

Alquiser, empresa oscense de alquiler de maquinaria que tuvo que recurrir a esta figura en 2013, ha conseguido cumplir incluso el convenio con los acreedores, algo que muy pocas logran.

Alquiser, empresa oscense.
Alquiser, empresa oscense.
Javier Navarro

Seguir adelante después de haber presentado un concurso de acreedores no es fácil para una empresa y salir, casi imposible según las estadísticas. El concurso de acreedores sustituyó hace ya 18 años a las antiguas quiebras y suspensiones de pagos y nació con el objetivo de dar una nueva oportunidad a empresas en crisis. El espíritu era que la compañía que acudiera lo hiciera para continuar su actividad, pero la práctica ha venido demostrando que en el 95% de los casos las sociedades llegan en tan mala situación a los tribunales que acaban liquidando.  Solo algunas han acudido a tiempo al juzgado para tener una segunda oportunidad, como la oscense Alquiser.

Aragón suma 432 concursos declarados hasta septiembre, frente a los 458 de todo el año 2021, según se puso de manifiesto recientemente en las Jornadas Concursales celebradas en Zaragoza. "El motivo que nos llevó a pedir el concurso fue la cantidad de impagados", recuerdan Rafael Moya y Francisco Pérez, fundadores de Alquiser, sobre la necesidad de recurrir al procedimiento concursal en 2013. La empresa de alquiler de andamios y maquinaria, fundada en 1993, trabajaba principalmente para el sector de la construcción, que se hundió en 2008 con la crisis inmobiliaria, dejando desde ese año un reguero de clientes en quiebra de los que solo llegaban facturas sin pagar. En esa época, muchas de las empresas para las que trabajaban terminaban pidiendo el concurso de acreedores y "prácticamente todas iban a liquidación", afirman. A ellas se unían las que simplemente bajaban la persiana y cerraban porque no podían aguantar más. "Hubo cantidad de empresas que no presentaron concurso y de las que no se ha podido cobrar", lamentan. 

Opción para "salir adelante"

En julio de 2014 cerraron la primera parte del proceso, tras alcanzar el convenio a cinco años  con los acreedores, pero no fue hasta octubre de 2021 cuando terminó. Han conseguido salir totalmente del procedimiento al cumplir el convenio que pactaron en su día con los acreedores, sin dejar de trabajar desde entonces. "Siempre se planteó como una opción para salir adelante, aunque lo sencillo hubiera sido plantear una liquidación", confiesan.  

Al principio, trabajar con la etiqueta de empresa 'en concurso de acreedores' fue complicado porque "muchos te cierran las puertas", reconocen. Así ocurrió, por ejemplo, a la hora de pedir financiación a los bancos, que en aquellos años se encontraban en medio de reestructuraciones al estallar una crisis financiera junto a la inmobiliaria. "Hubo gente que nos vetó, pero también quien creyó en nosotros", añaden. Muchas empresas se encontraban en la misma situación de crisis que ellos.

En los primeros años  "hubo que aprender a trabajar con lo poco o mucho que tuvieras en el banco", apuntan. Ello les obligó a revisar su forma de trabajar, siendo también "más cautelosos" con los trabajos que aceptaban, después de la mala experiencia de impagados. Tuvieron un administrador concursal que iba supervisando sus decisiones, al que agradecen su apoyo aunque tuvieron que acostumbrarse a que "para todo necesitabas su visto bueno y estás acostumbrado a hacerlo de forma autónoma". 

"Nadie sale por si solo del concurso, tiene que ser un equipo, en el que cada uno ponga de su parte"

"Tuvimos mucha suerte porque nos tocó una persona que confió en nosotros, nos dejó trabajar aunque estuvo pendiente. Conocemos casos de administradores que en vez de ayudar han contribuido a llevar la empresa al cierre", lamentan. Agradecen también el trabajo de los abogados de la compañía, Miguel Ángel Palazón y Javier Echávarri. "Nadie sale por si solo del concurso, tiene que ser un equipo, en el que cada uno ponga de su parte", añaden.

Tuvieron que reestructurar la empresa por completo. "Se despidió personal y nos quedamos unos 25, más o menos la mitad de la plantilla. La mayoría eran montadores de andamios", recuerdan sobre uno de los momentos más complicados. El número de trabajadores se ha conseguido mantener. 

Fueron vendiendo también alguna máquina pero lo que trataron siempre fue de "defender los precios todo los posible, por muy complicada que estuviera la situación", como una vía para lograr la rentabilidad de la empresa. 

La austeridad en el día a día les permitió ir haciendo "hucha" cuando se fue recuperando la economía a partir de 2015. "Cuando llegó el tiempo que había que pagar estaba esa hucha para poder llegar", comentan, sobre el periodo en el que empezaron a pagar la deuda con sus acreedores. 

Las enseñanzas les han servido para afrontar la última crisis. "Cuando empezábamos a sacar la cabeza del agua llegó la pandemia", confiesan. Tras el confinamiento se fue recuperando el trabajo, sobre todo, en los últimos dos o tres años todo el relacionado con el alquiler de maquinaria para obras de restauración de monumentos. Entre sus actividades se encuentra también el alquiler de baños portátiles y casetas para eventos de ocio, que se han recuperado este último verano.

Para las empresas que afronten el duro camino del concurso de acreedores les aconsejan que "lo importante es tener entre todos muy clara la idea de hacia dónde vas. Ir viendo que vas consiguiendo pequeños logros que hacen que todo vaya empezando a girar y tiras para adelante".

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