El paro de larga duración se cronifica tras la pandemia con 1,5 millones de afectados

España acumula más personas sin empleo por más de dos años que 17 países juntos y concentra el 30% del total de Europa.

Oficina del Inaem en Zaragoza.
Oficina del Inaem en Zaragoza.
Guillermo Mestre

El mercado laboral ha logrado en este último trimestre al menos tres hitos históricos. El primero se alcanzó al finalizar abril, cuando la Seguridad Social superó por primera vez los 20 millones de afiliados. En mayo se consiguió reducir la barrera de los tres millones de parados después de trece años consecutivos sin lograrlo. Y junio se convirtió en el mes con más contratos indefinidos de todos los tiempos: casi 800.000, lo que ha permitido que prácticamente un 80% de los trabajadores actuales tenga un empleo estable.

Y todo esto en un contexto de crisis económica provocada por la guerra en Ucrania y la elevada inflación. Por eso se habla de la resiliencia del empleo, con cierta sorpresa, puesto que hasta ahora cualquier vaivén en la economía impactaba rápidamente en el mercado laboral, que ahora resiste.

Sin embargo, hay un dato que, lejos de mejorar, ha empeorado en los últimos dos años. Al mismo tiempo que se reduce significativamente el paro, paradójicamente aumenta de forma alarmante el desempleo de larga duración, aquel que supera el año, y de forma más acelerada el que excede los cuatro años de búsqueda continuada de empleo sin éxito. Hasta el punto de que puede decirse que se ha cronificado tras la pandemia.

Actualmente hay en España más de 3,1 millones de personas que desearían trabajar y que no pueden, de las cuales 1,5 millones llevan en esta situación más de un año, según datos de la Encuesta de Población Activa (un número mayor que los que da el ministerio porque no todos los parados están registrados). Son casi 130.000 más que antes de que estallara la covid-19 y significa además que prácticamente la mitad de los parados son de larga duración (el 47,4%).

Y no solo eso: España encadena ya 13 años con más de un millón de parados de larga duración, lo que significa que es el gran talón de Aquiles de nuestro mercado de trabajo, el que se denomina paro estructural, que se ha llegado a enquistar, puesto que durante este tiempo se han vivido dos grandes momentos de creación de empleo (el periodo 2014-2019 posterior a la crisis financiera y el periodo 2021-2022 posterior a la pandemia) y, sin embargo, este colectivo no se ha conseguido reinsertar. Son los grandes olvidados.

«La reforma laboral se ha enfocado en limitar la temporalidad, los ERTE y el SMI ('insiders' del mercado laboral), pero ha ignorado en parte a los 'outsiders' (parados), en especial a los de larga duración», se lamenta Alejandro Costanzo, director del gabinete técnico de Asempleo, la patronal del trabajo temporal.

En este caso el tiempo juega peligrosamente en contra: cuanto más tiempo permanezca una persona en desempleo, más difícil le resultará incorporarse a un puesto de trabajo, y la pandemia supuso un año largo de parálisis difícilmente recuperable. Así, un desempleado que llevara en paro menos de un año tuvo casi tres veces más probabilidades de encontrar un empleo que uno que llevara más de un año en esta situación, según datos de Asempleo.

A su vez, el largo tiempo en desempleo corre en contra de cara a la protección social, que va mermando con el paso de los meses, e incluso a los dos años la prestación por desempleo se extingue. Y eso en el mejor de los casos. Un 35% de los parados, más de un millón, no recibe ninguna ayuda, bien por haber agotado su derecho a la prestación bien por no haber cotizado lo suficiente, según datos de CC OO de finales de 2021.

Y no es de extrañar si se tiene en cuenta que casi un millón de personas lleva ya dos años a la caza de un trabajo imposible, 57.000 más que en 2020. E incluso el tiempo de búsqueda supera los cuatro años para 628.000, o lo que es lo mismo, para uno de cada cinco parados. Este colectivo -que por primera vez desde 2014 experimenta tres trimestres consecutivos de incrementos- está formado principalmente por trabajadores seniors y personas, independientemente de la edad, con baja cualificación, según indica un informe de Adecco.

Así, España se mantiene ya no solo como el país de Europa con más paro -duplica la media comunitaria-, sino que también se sitúa en los puestos de cabeza del desempleo de larga duración. Hasta el punto de que el 30% del total de parados de Europa que llevan más de dos años buscando empleo viven aquí. En términos absolutos, España suma, por sí sola, tantos parados de muy larga duración como Suecia, Dinamarca, Finlandia, Polonia, República Checa, Hungría, Holanda, Austria, Rumanía, Portugal, Bélgica, Bulgaria, Grecia, Croacia, Chipre, Letonia y Lituania. Es decir, tantos como 17 países juntos.

La edad penaliza

El perfil más habitual de parado por más de cuatro años es el de una mujer, de edad avanzada y sin formación. Porque dos de cada tres desempleados de muy larga duración son mujeres, más de 400.000, de las cuales cerca de 300.000 superan los 50 años. Esto también se debe a que la capacidad de abandonar el paro es inversamente proporcional a la edad; o dicho de otro modo, las personas mayores tienen una mayor probabilidad de permanecer en el paro más de doce meses seguidos.

Y lo mismo sucede con la formación. Si en la actualidad la tasa de paro es del 13,6%, se duplica hasta superar el 26% para los que no tienen estudios, mientras que se reduce a la mitad para los universitarios, donde solo el 7,7% no encuentra trabajo.

Por eso el gran arma para luchar contra el desempleo es la educación. Y solo el 40% de los parados actuales cuenta con formación o acceso a ella. Éste es el gran reto pendiente.

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