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Artesanía en carbono y vidrio desde Calatayud

Iberia Compositech fabrica piezas en materiales compuestos para automoción, aeronáutica, náutica y salud. 

Iberia Compositech trabaja en el polígono La Charluca.
Iberia Compositech trabaja en el polígono La Charluca.
JMACIPE

La empresa Iberia Compositech, asentada en Calatayud desde junio de 2021, realiza piezas en aramida, fibra de vidrio y fibra de carbono para sectores tan diversos como la automoción de lujo y de competición, el aeronáutico, náutico, industrial, ocio y salud. Todo ello con un trabajo casi artesano, con técnicas innovadoras y manuales y una organización de la producción industrial innovadora y poco común en el sector. Al frente de esta empresa se encuentran Víctor Sanz y Andreu Arcón, ambos con experiencias previas en el sector y que en diciembre de 2020, con el asesoramiento de la Cámara de Comercio de Zaragoza, dieron el paso para desarrollar un proyecto conjunto e implantarse en el polígono de La Charluca.

«Fue todo muy rápido, nos vimos casi abocados a comenzar a prisa y corriendo, cuando nos hubiera gustado empezar de otra forma: poco a poco», recuerda Sanz desde las oficinas. En este tiempo, han invertido más de 500.000 euros en adecuación de la nave, todavía en marcha, y en la adquisición de maquinaria. Ya cuentan con una plantilla de ocho personas, a las que quieren sumar un puesto de ingeniero y dos operarios. «Ya hemos hecho cascos de barco, carrocerías de coches de competición y deportivos, vigas, brazos robóticos… Pero las aplicaciones van hasta hacer piscinas, cascos de moto y exoesqueletos; infinidad», enumera Sanz.

Para materializarlo, el proceso requiere de ‘maña’ y paciencia: «Partimos de un molde, empezamos a laminar con capas de distintos tejidos, le hacemos un vacío, lo metemos a curar al autoclave, desmoldamos y obtenemos la pieza», describe. «Nuestro trabajo consiste en combinar materiales muy resistentes, pero muy ligeros. Se puede usar en todo lo que se usa el acero, pero con la diferencia de peso. Entonces hay que hallar un equilibrio entre su coste, porque es caro por la materia prima y la mano de obra, y esas propiedades y ventajas que hay», argumenta.

En este sentido, apunta que «por ejemplo, en coches, hablamos de proyectos superdeportivos o modelos eléctricos, que necesitan resistencia y bajo peso». Desde su sede bilbilitana, ofrecen un servicio completo: desde el diseño desde cero sobre el papel hasta la producción. Para ello cuentan con unas instalaciones -sala blanca, de aspirado, autoclave, robot de mecanizado, sala de calidad- distribuidas de manera eficiente. «Tenemos varios clientes -empresas de renombre a nivel internacional, que por acuerdos de confidencialidad no pueden citar expresamente- que ya han confiado en nosotros y que alaban las instalaciones: nos dicen que son referentes y que hay potencial», explica Sanz.

Su plan de empresa pasaba por crear cinco empleos en los cinco primeros años y alcanzar los 15 en los siguientes. «Tenemos buenas perspectivas, porque el año pasado acabamos bien y este hemos empezado igual», asume este ingeniero mecánico con especialización en ingeniería de competición. «Hemos empezado muy fuertes en ingeniería, con empresas que confían mucho en nosotros, y vamos mejorando progresivamente, porque tenemos un equipo comprometido», insiste.

Así, apunta que «contamos con varios proyectos sobre la mesa y hemos tenido etapas con capacidad para tener hasta más plantilla, pero con el problema de que tenemos dificultades para encontrar los perfiles que buscamos».

Las dificultades de encontrar personal formado

 

Entre los obstáculos que Iberia Compositech está encontrando en el camino, Víctor Sanz apunta a las reticencias a desplazarse a una ciudad como Calatayud. «En ingeniería nos está costando la vida: no quieren venir. Llegan solicitudes y cuando llamas dicen que pensaban que era en Zaragoza», lamenta Sanz. Otro de los perfiles de los que carecen son operarios con formación: «Necesitamos tener a gente con experiencia para poder enseñar a quienes no tienen conocimientos del sector», ahonda.

De esta forma, reconoce que «queremos hacer formaciones, pero para eso hace falta que antes tengamos más personas con una base y que puedan enseñar al resto». «Pedimos gente hábil, con ganas de trabajar y aprender, solo eso. Hace dos semanas tuvimos que hacer sábados, domingos y noches porque no llegábamos. A través de una empresa de trabajo temporal nos mandaron a una persona que por capacidad y actitud en 20 días la pasamos a plantilla», indica Sanz.

«No puede ser que llame para el puesto de operario y me contesten que prefieren cobrar 600 euros de subsidio que 1.200 trabajando», lamenta. De igual forma, Sanz también se muestra decepcionado con que «en mi anterior etapa estaba como asalariado y también como autónomo, pero el paro que tenía no lo pude capitalizar y tendría que darme de baja de autónomo y perder bonificaciones para recibir lo que me corresponde».

También lamenta que el retraso en el alta de la luz, con Endesa, se demorase más de seis meses desde que tuvieron las llaves de la nave. «Hemos recibido ayudas, por ejemplo del Ayuntamiento, que son más de las que esperábamos, pero menos de las que necesitas y con unas exigencias que las dejan en nada. Hablo no solo de económico, sino de flexibilidad y de comprensión», explica.

Además, Sanz asume que «algunos problemas son generalizados, por ejemplo la falta de mano de obra especializada». Tampoco esconde que el contexto global influye: «Nacimos en mitad de una pandemia y con una crisis de materiales que nos ha dificultado el acceso a materias primas para desarrollar nuestra actividad, pero también para adecuar la nave», confiesa.

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