Heraldo del Campo

encarecimiento de las materias primas

La siembra del cereal se complica ante el "brutal incremento" de costes

Los altos precios del gasóleo y la posible escasez de fertilizantes nitrogenados inquietan a los agricultores, que advierten de un posible descenso de producción.

Labores de siembra en un campo de Huesca.
Labores de siembra en un campo de Huesca.
J. M. A.

La siembra del cereal de invierno coge ritmo en Aragón. Podría haber llegado con tranquilidad tras una buena cosecha en producción y unos precios históricos. Pero va a ser una sementera llena de incertidumbre. El alza global de las materias primas, la desorbitada escalada de los precios de la energía, el colapso de los puertos internacionales y unos disparados precios de los fletes marítimos no han dejado de engordar la factura agraria. Solo en los últimos tres meses, advierten las organizaciones agrarias, se han duplicado los precios de los fertilizantes; se ha incrementado hasta un 60% el gasóleo y la luz y gas se anotan subidas del 300%.

Y así, por ejemplo, los 170 euros que tenía que gastar un cerealista para sembrar una hectárea en Teruel se han convertido ya en 230 euros. "Eso solo por el gasoil, los fertilizantes y fitosanitarios. Si además tienes una avería en el tractor o los aperos y necesitas piezas vas a encontrar problemas por los retrasos que hay en los plazos de entrega", advierte Marcos Garcés, agricultor de la comarca de Jiloca y representante de la organización agraria UAGA.

El temor de los cerealistas no es solo que sus costes de producción se disparen, sino la falta de determinados insumos que podrían poner en serio riesgo sus cultivos. Es lo que está sucediendo con la urea, un fertilizante con alto contenido en nitrógeno que ayuda en la nutrición de las plantas, propicia su mayor crecimiento y mejora el rendimiento de las producciones. Las materias primas utilizadas para su producción son el amoníaco y el gas natural, cuyo encarecimiento no solo ha disparado el precio de este abono, sino que además ha llevado a los principales fabricantes europeos a paralizar, o en el mejor de los casos ralentizar, la fabricación de este nitrogenado.

"Ya hay un poco de alarma, porque el precio de la urea ha subido un montón y se está empezando a detectar que hay gente que empieza a acaparar porque se habla de que habrá desabastecimiento en Navidad", reconoce Garcés, que asegura que no sembrar no es una opción, pero señala que si hay que reducir el uso de fertilizantes la cosecha del próximo verano lo notará en su rendimiento final. Reconoce este agricultor que para el primer abonado de fondo muchos agricultores están utilizando productos de menor graduación "porque era lo único que había en el mercado y, además, muy caro". Por eso, asegura, situaciones como la actual ponen en valor que el uso de los purines, bien analizados, gestionados y utilizados es una gran alternativa. "Ya se está notando. Los servicios que se dedican a aplicar purín a terceros nunca habían visto un año como este, con unas largas listas de espera por la gran demanda".

"La tormenta perfecta"

Si los elevados costes de producción complican la siembra de cereal, se están convirtiendo en una pesada losa para los sectores ganaderos que aún no se habían recuperado del mazazo de la pandemia en sus precios.

"Se está produciendo una tormenta perfecta", como la define la organización agraria UPA, que muestra su preocupación ante "esta coyuntura sin precedentes ni razones que la justifiquen" en un informe con el que asegura que no quiere generar alarma sino demostrar a las administraciones que "ha llegado el momento de actuar". El sindicato pide al Gobierno que se reúna con los fabricantes de fertilizantes para que se asegure el suministro a unos precios adecuados que permitan garantizar la producción. "La gente se está poniendo nerviosa y se disparan todavía más los precios", señalaba en la presentación del documento su secretario general, Lorenzo Ramos.

Por eso las organizaciones agrarias exigen ayudas inmediatas para los ganaderos y que "de una vez por todas la ley de la cadena alimentaria sea fuerte y efectiva para el primer eslabón", señala Garcés, para que cuando haya una subida de costes el agricultor y el ganadero puedan repercutirlo en sus producciones y no tengan que cargársela a sus propios bolsillos.

"Nos estamos comiendo los ahorros, muchos ganaderos no podrán seguir"
Roberto Estarán en su explotación de terneros en Vencillón (Huesca)
Roberto Estarán en su explotación de terneros en Vencillón (Huesca)
R. E.

Ahora que el precio del ternero se había recuperado, tras la travesía en el desierto que ha tenido que cruzar el vacuno de carne durante el más de año y medio de pandemia, los costes de producción vuelven a asfixiar al sector.

"Nos estamos comiendo los ahorros, así no vamos a poder aguantar y muchos ganaderos van a tener que cerrar sus explotaciones". Lo advierte Roberto Estarán, un ganadero independiente (no integrado) de vacuno de cebo que junto con su mujer, María Pilar Puyal, cría 500 animales en dos explotaciones de Vencillón, un pequeño municipio de la comarca oscense de La Litera.

Estarán es también agricultor y cultiva unas 50 hectáreas (propias y arrendadas) de cereal con el que dispone de una parte de alimentación propia para su ganado, pero también tiene que acudir al mercado a comprar pienso. Un producto por el que el pasado año pagaba a 220 euros la tonelada y por el que ahora debe desembolsar nada menos que 310 euros. A ello hay que sumar el encarecimiento del gasóleo (un 70%) y de la electricidad, por lo que, a pesar de que ahora cobra los terneros "mejor que nunca", no deja de perder dinero.

Este ganadero oscense cuenta que los problemas del sector de vacuno de carne comenzaron en 2018 con una crisis de precios que no recordaban en años. Cuando en 2019 parecía verse la luz al final del túnel, llegó la pandemia. En apenas unos meses, a partir de marzo de 2020, sus terneros valían un 25% menos. "No había manera de que subieran", dice, hasta que el pasado mes de abril volvieron a recuperarse, lejos aún aquellos precios de comienzos del pasado año.

Estarán reconoce que los ganaderos no se inquietaron en exceso cuando el precio del cereal comenzó a subir sin freno al comienzo de la recolección. "Pensábamos que como era vísperas de cosecha y como había poco cereal en el mundo había que pagar más", pero la cebada, el trigo y el maíz siguen cotizando al alza para desesperación de los ganaderos. "A pesar de los buenos precios a los que cotizan ahora nuestros animales no conseguimos cubrir costes de producción. Ganamos como nunca y perdemos como siempre", lamenta.

Y si lo malo ya está aquí, lo peor aún falta por llegar, porque este productor de vacuno de cebo lamenta que la nueva PAC ha olvidado a los ganaderos. "Los que no estamos en alta montaña vamos a perder entre un 85% y un 95% de las ayudas, porque la política comunitaria aplica sus apoyos a la hectárea y no a la cabeza de ganado y nosotros somos ganaderos porque no tenemos tierras".

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