el exprés

Fulgor y caída de Imaginarium

La cadena juguetera aragonesa lucha por subsistir tras varios años de pérdidas y un éxito previo abrumador.

Tienda de Imaginarium, con sus características dos puertas.
Tienda de Imaginarium, con sus características dos puertas.
Francisco Jiménez

Referente. Sus juguetes educativos conquistaron a niños (y padres de familia) de toda España y de un buen número de países extranjeros. Las puertas grandes y pequeñas de sus establecimientos, acaso su innovación más icónica, fueron más que el símbolo del protagonismo que tenían en esos espacios de ensueño niños y niñas que no eran atendidos por dependientes o dependientas, sino por ‘juególogos’. Imaginarium nació en 1992 en Zaragoza con el impulso, ilusión e incluso descaro del emprendedor aragonés Félix Tena, que hoy ve desde la barrera –seguramente con pena, pero también el alivio de quien pudo vender el negocio a tiempo– el ocaso de una compañía que lucha por sobrevivir. La empresa que sedujo a muchos que hoy son veinteañeros y treintañeros, como la actriz Elena Rivera (Karina en ‘Cuéntame’), que lo ha hecho saber en sus redes, se está quedando en los huesos. En España solo quedarán dos de sus tiendas, una en Zaragoza (en el centro comercial Aragonia)y otra en Málaga, mientras negocia un expediente de regulación de empleo (ERE) para despedir a 111 de sus 144 empleados a fin de mes. Mientras tanto, los sindicatos no se creen el plan de viabilidad presentado por la dirección, según apuntaba esta semana a este diario Marta Laiglesia, secretaria general de la Federación de Servicios de CC. OO. Aragón. «El millón de euros de ampliación de capital que dijeron que iban a poner sigue sin estar», señalaba.

Otra época. Han pasado unos años, pero no tantos. El 21 de mayo de 2003, Imaginarium presentaba sus instalaciones de la Plataforma Logística de Zaragoza (Plaza) en un acto en el que el entonces presidente del Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, comparaba a Félix Tena con Ramón y Cajal, Goya, Gracián y Buñuel. La euforia del momento (estábamos en campaña electoral) había hecho que el dirigente socialista incluyera al empresario entre los «puntos de referencia» aragoneses para España y para el mundo. El político y el emprendedor se subieron a sendas bicicletas eléctricas, sin casco, mientras la prensa gráfica disparaba sin parar. «¡Yo sabía que había foto aquí!», exclamaba mientras tanto Ramón Añaños, entonces directivo de la firma de juguetes (hoy activo en la Cámara de Comercio de Zaragoza). En aquel momento Imaginarium empleaba a 1.500 trabajadores y proyectaba una nueva etapa para contar con 400 tiendas en 2006 en todo el mundo.

Marca de éxito. La cadena juguetera aragonesa era la imagen del triunfo, del buen hacer. Transmitía frescura, innovación. Los políticos lo sabían. Marcelino Iglesias no fue el único que lo quiso aprovechar en esos años. El 3 de octubre de 2011, el entonces candidato socialista a la presidencia del Gobierno, el malogrado Alfredo Pérez Rubalcaba, visitó las instalaciones de Imaginarium en Plaza en la campaña electoral del 22-N. Lo hizo junto a la que era cabeza de cartel al Congreso por Zaragoza, Pilar Alegría, hoy delegada del Gobierno en Aragón. Ambos pasaron, ¡cómo no!, por una de las icónicas puertas de la marca.

Fulgor y caída. La cadena juguetera alcanzó una proyección vertiginosa, con tiendas en países lejanos que generaban orgullo a los zaragozanos que las descubrían cuando estaban de viaje. En 2006, Caja Inmaculada (CAI) entró en el capital con un 33% tras la salida de 3i y el fondo de inversión LCapital (vinculado a LVMH, Louis Vuitton Moët Hennesy), que tenían el 49%. Félix Tena y otros socios aumentaron entonces del 51% al 61% su participación. Después llegó la crisis económica en 2008, que a Imaginairum impactó más violentamente años después, y la empresa acusó problemas de gestión, falta de adaptación a una nueva realidad y errores en algunos países de expansión que fueron determinantes a la larga en su desplome. En diciembre de 2009 la empresa empezó a cotizar en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), pero poco a poco las pérdidas sacudían la cuenta de resultados. «Esto es una bomba de relojería», nos avisaban ya en 2012 y 2013. En 2014, las naves de Plaza se vendieron por 10,7 millones de euros a Merlín Properties. Había que hacer caja. La empresa se quedaba en las instalaciones en régimen de alquiler. Aquel año, Imaginarium cerraba el ejercicio con 7,7 millones de euros en pérdidas, un 69% más que el año anterior, mientras renegociaba una deuda de 29 millones con los bancos. Félix Tena atribuía estos resultados a cuestiones coyunturales como la situación de Rusia o el precio del petróleo, pero las cuentas se hundían más y más. En 2017 ya buscaba soluciones que evitaran la disolución de la compañía. Ese año la firma se vendió a inversores latinoamericanos con el costarricense Federico Carrillo como nuevo CEO. Ilusionado, este asumió las riendas de un barco a la deriva, difícil de reflotar. La pandemia ha sido ya la puntilla. «Estamos tratando de que la empresa sobreviva pero ya no tenemos ingresos ni para pagar la Seguridad Social», reconocía el pasado 25 de enero a este diario.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión