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Lo de Leo: emprender a los 50 como única alternativa laboral

El proyecto de Leandro Piragini, ubicado en el zaragozano barrio del Actur, gira en torno a las pizzas artesanas y los productos de panadería de toda la vida.

Leandro Piragini, ante su pizzería Lo de Leo, ubicada en el zaragozano barrio del Actur.
Leandro Piragini, ante su pizzería Lo de Leo, ubicada en el zaragozano barrio del Actur.
Camino Ivars

Todo comenzó en diciembre de 2019, tres meses antes de la llegada de la pandemia a España. Tras un tiempo buscando empleo, Leandro Piragini decidió lanzarse a la piscina del emprendimiento. A sus 49 años y tras las dificultades para hacerse un hueco en el mundo laboral, admite que no tenía otra alternativa. Natural de Buenos Aires, Argentina, Piragini llegó a Zaragoza hace casi 20 años.

¡Cómo iba a imaginar que fuese a ocurrir algo como esto, una pandemia mundial…! Fueron varios meses de reforma y puesta a punto y tenía prevista la apertura el 20 de marzo”, rememora. Sin embargo, tan solo una semana antes se declararía el Estado de Alarma en España. También recuerda las largas tardes haciendo obras mientras escuchaban las noticias del avance de la crisis sanitaria en la radio: “Parecía una broma”.

Sin embargo, y a pesar del parón que supuso en su proyecto todo lo ocurrido, actualmente regenta su propio establecimiento, ‘Lo de Leo’, ubicado en el 32 de la calle Jorge Guillén, en el zaragozano barrio del Actur. “He trabajando casi toda mi vida en el sector de la hostelería como camarero. Sin embargo, tuve un accidente en el que casi pierdo una mano y fue francamente muy complicado, sobre todo el proceso de recuperación”, recuerda. Hoy, aunque reconoce que siempre tuvo ilusión por tener su propio local, afirma que se ha visto obligado a emprender para salir adelante.

“Con 50 años no es fácil encontrar trabajo, menos aún en el sector de la hostelería y todavía menos en un contexto como el actual, con todo lo de la pandemia”, prosigue. Así, hace unos meses nacería la idea de crear un despacho de pan y pizzas artesanas. Un local en el que se entremezclan los productos artesanos de panadería de la tierra -con repostería de obradores como Ordovás, de La Zaida, o La Peña, en Huesca-, con sus pizzas artesanas y productos típicos de Argentina. “Tengo desde alfajores rellenos de dulce de leche o de maicena hasta las típicas facturas argentinas -un tipo de bollería típica-”, enumera.

“Mi idea inicial era abrir una pizzería, pero el proyecto fue evolucionando hasta lo que es hoy. Me encanta la ubicación y sentirme como la tienda de barrio como las de antes”, asevera. Precisamente de esa reivindicación del comercio de proximidad y de toda la vida nace el nombre: “Es una expresión típica de aquí pero también de mi país, decir “me voy a lo de Leo” para hacer referencia a una tienda o un bar”, explica.

De hecho, a pesar de no llevar mucho tiempo desde su apertura, son muchos a los clientes que atiende sin necesidad de que le digan lo que necesitan. “Es cierto que la pandemia ha cambiado mucho el trato con el público, ahora el reto es que nos sientan cercanos, de confianza, a pesar de las medidas y de las mascarillas”, reflexiona.

También se vio obligado a adaptarse a la era COVID ampliando el servicio de pizzería también al formato ‘take away’, algo que ha tenido muy buena acogida en el vecindario. Entre sus pizzas estrella ofrece desde las recetas más tradicionales -york y queso, margarita o seis quesos- hasta creaciones propias como la aragonesa -con longaniza, chorizo, morcilla y pimiento- o la Argentina -con ternera, chorizo criollo y chimichurri-, entre otras.

Desaprender para aprender de nuevo

“La gente se ha acostumbrado a llevarse la cena a casa, nuestras formas de consumo han cambiado y el frío ha hecho mucho. Cualquier fin de semana apetece llevarte una pizza casera a casa”, asegura Piragini. En su opinión, la pandemia nos ha empujado a “desaprender y volver a aprender de nuevo”.

De hecho, destaca que si hay algo bueno que ha traído la crisis sanitaria es la vuelta del público a los comercios del barrio de toda la vida y la búsqueda de un trato personalizado. “La gente se ha acostumbrado a no salir del barrio y prefiere ir a la tienda de siempre que a las grandes superficies por evitar las grandes aglomeraciones de gente”, admite.

Y aunque reconoce que siente “respeto” por lo que pueda pasar en los próximos meses, asegura que no siente miedo por lo que pueda ocurrir en un futuro. “Por supuesto que está siendo muy duro para todos, pero no queda otra que tratar de superar el día a día con la mejor actitud posible”, concluye. 

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