Heraldo del Campo

Agricultura

Las precipitaciones dan un respiro al campo y hacen prever una "óptima" siembra del cereal

Si se cumplen las previsiones, los agricultores encontrarán el suelo en las mejores condiciones para la sementera.

Labores de siembra el pasado año en una explotación de cereal de invierno en Huesca.
Labores de siembra el pasado año en una explotación de cereal de invierno en Huesca.
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El Centro de Sanidad y Certificación Vegetal de Aragón había recomendado en su boletín de octubre que las siembras deberían retrasarse hasta la primera quincena de noviembre porque las altas temperaturas con las que ha comenzado este otoño propician la aparición de plagas en los cultivos.

Así estaba ocurriendo. Las máquinas apenas han salido a los campos porque el suelo no tenía la suficiente humedad para garantizar la buena acogida del grano. Pero la situación ha cambiado. O al menos eso es lo que apuntan las previsiones meteorológicas de los próximos días, que anuncian la presencia de lluvias y la bajada de temperaturas en las tres provincias aragonesas. Unas expectativas que llegan como agua de mayo para los productores de cereal de invierno, que podrían así comenzar en los próximos días unas siembra ya algo retrasadas por el calor y la ausencia de agua.

"Si llegan las lluvias que anuncian y se cumplen las previsiones estaremos ante una óptima campaña de siembra", señaló ayer lunes Toño Romé, representante de herbáceos en la Ejecutiva de UAGA. Romé reconoció que a pesar de lo seco que se encontraba el suelo, "no había una especial preocupación" entre los cerealistas, pero reconoce que el anuncio de la llegada de precipitaciones supone un alivio para el sector.

Casi con las mismas palabras se expresó también el secretario general de UPA-Aragón, José Manuel Roche, que destacó que "la temporada de siembra venía muy mal, pero la previsión de lluvias permitirá a los agricultores disponer de condiciones idóneas para realizar la sementara con garantías". Una circunstancia que no se encontraban desde hace varias campañas, en las que o bien las altas temperaturas les han obligado a realizar esta labor en seco o, como sucedió el pasado año, sobre todo en Teruel, fueron las lluvias torrenciales las que las imposibilitaron o las retrasaron en exceso.

Ambos coincidieron en señalar que si la tierra tiene la humedad adecuada al recibir el grano se producirá una buena nascencia. Pero esta circunstancia, advirtieron, no siempre está ligada a una buena cosecha final porque la campaña es larga y su evolución depende de los caprichos del clima.

Luna cuquera

Hay otro motivo por el que algunos cerealistas, especialmente los oscenses, no han comenzado la siembra. Se trata de la llamada luna cuquera, que nace en septiembre y dura entre veintiséis y veintiocho días, durante la cual los parásitos afectan a la semilla y a la producción final de la cosecha. Por eso, no se siembra hasta que esta luna termina, explicó el presidente de Asaja Huesca, Fernando Luna. "Y este año eso sucederá el 28 de octubre", detalló. Luna reconoció, sin embargo, que astros aparte, no había ánimo para sembrar por el calor y la sequedad del suelo, aunque avanzó que la previsión de precipitaciones ha hecho que algunos productores de veza o reygrass ya han comenzado a echar la simiente.

Lo que es seguro, coincidieron en señalar los representantes agrarios, es que con lluvias o sin ellas y aún con la incertidumbre de que se repita la «excesiva volatilidad» que arrastran los precios del cereal, la superficie sembrada de trigo, avena, centeno, cebada o maíz (en el caso del regadío) será similar a la del pasado año. "En secano, tendremos que morir al palo», destacó Romé. «Es sota, caballo y rey", señaló Roche, mientras que Luna destacó que "dejar de sembrar las tierras por la falta de rentabilidad también supone un gasto porque hay que mantenerlas en condiciones agronómicas adecuadas".

Donde se prevé un descenso de la superficie sembrada, señaló el presidente de Araga, Jorge Valero, es en aquellos municipios en los que el conejo está arrasando con las cosechas. "La gente se está cansando de gastar dinero en el campo para que luego lo devoren estos animales», señaló Valero, que reconoció, sin embargo, que tras las lluvias devuelven el ánimo a los agricultores «que tendrán al menos asegurada la nascencia de sus cultivos".

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