Responsabilidad social corporativa

Así surgieron las empresas comprometidas

Cada vez más consumidores demandan a las empresas un comportamiento responsable con su entorno, lo que convierte a las buenas prácticas en el único camino para lograr el éxito en un mercado cada vez más competitivo.

Cada vez más empresas tienen en cuenta estrategias de RSC en sus planes de negocio.
Cada vez más empresas tienen en cuenta estrategias de RSC en sus planes de negocio.
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"La manera en la que las empresas toman en consideración las repercusiones que tienen sus actividades sobre la sociedad y en la que afirman los principios y valores por los que se rigen, tanto en sus propios métodos y procesos internos como en su relación con los demás actores". Así define la Organización Internacional del Trabajo (OIT) el concepto de Responsabilidad Social Corporativa, una iniciativa de carácter voluntario que depende de la empresa y que se refiere a las actividades que van más allá de lo que impone la ley y que guardan relación con el desarrollo sostenible a nivel económico, social y medioambiental.

Este concepto, relativamente moderno en la cultura empresarial, surgió como tal en el año 1999, cuando el entonces secretario de Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, expuso lo siguiente durante la celebración del Foro Económico Mundial: "Les propongo que ustedes, los líderes empresariales reunidos en Davos, y nosotros, las Naciones Unidas, iniciemos un pacto mundial de principios y valores compartidos, que darán una cara humana al mercado global". Una alianza que permitiese superar la disyuntiva de elegir "entre un mercado global en el que prime el cálculo de los beneficios a corto plazo y otro que tenga un rostro humano". Así surgió el ‘Pacto Mundial’, la mayor iniciativa voluntaria de responsabilidad social empresarial en el mundo hasta el momento, en la que firmaron más de 13.000 entidades de más de 170 países.

Aunque en los años 60 ya habían surgido en Estados Unidos iniciativas y corrientes teóricas que apuntaban la necesidad de que las organizaciones debían asumir la responsabilidad que su actividad causaba en su entorno, no fue hasta la llegada de este acuerdo cuando empresas y entidades se dieron cuenta del impacto, tanto positivo como negativo, que se actividad tenía en la sociedad.

Medidas

En su creación, el ‘Pacto Mundial’ recogía diez principios a los que las entidades firmantes debían acogerse: apoyar y respetar la protección de los derechos humanos; no ser cómplice de abusos de los derechos; respaldar los principios de la libertad de asociación y sindical y el derecho a la negociación colectiva; eliminar el trabajo forzoso y obligatorio; abolir el trabajo infantil; eliminar la discriminación en materia de empleo y ocupación; mantener un enfoque preventivo que favorezca el medioambiente; fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental; favorecer el desarrollo y la difusión de las tecnologías respetuosas con el medio ambiente; y trabajar contra la corrupción en todas sus formas, incluidos extorsión y soborno.

En España, el Ministerio de Empleo y Seguridad Social puso en marcha hace cinco años la Estrategia 2014-2020, una iniciativa que también buscaba crear un marco común de referencia en materia de RSE y avanzar hacia una sociedad y una economía más competitiva, productiva, sostenible e integradora.

Las propuestas recogidas en ambas iniciativas se contemplan hoy en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) marcados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un punto de partida que debería ser referente para todas las organizaciones y empresas, pues se perfila como el único camino no solo para mejorar el entorno sino para alcanzar el éxito empresarial. Las estadísticas así lo confirman: según un estudio de la consultora Nielsen, cuatro de cada diez consumidores estarían dispuestos a pagar más por productos de empresas socialmente comprometidas. Además de la calidad y el precio, cada vez más usuarios se decantan por los productos cuya compañía sea conocida por sus valores sociales y su compromiso con la comunidad y con el medioambiente, con gestos tan sencillos como puede ser contar con un embalaje reciclado, apostar por la producción ecológica o colaborar de manera activa en iniciativas solidarias o de carácter local. Pequeñas propuestas e iniciativas que reafirman que el compromiso con el entorno es una cuestión global.

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