Las naranjas se encarecen hasta un 1.250% en su viaje del campo a la mesa

El consumidor paga hasta 13 veces más el precio que recibe el agricultor por sus producciones, según el último índice de precios origen-destino (IPOD) elaborado por la organización agraria COAG en el mes de diciembre.

Expositores de un supermercado con productos agrarios.
Expositores de un supermercado con productos agrarios.
Laura Uranga

El sector agrario insiste en que la especulación es lo único que explica la brecha económica que se produce entre lo que el agricultor o ganadero cobra por su producción y lo que el consumidor paga por esos mismos alimentos. Y lo cierto es que, a pesar de existir un organismo, la Agencias de Información y Control Alimentario (AICA), adscrita al Ministerio de Agricultura y que persigue la posible comisión de irregularidades y abusos a lo largo de la cadena alimentaria, el diferencial del precios desde el campo a la mesa no deja de crecer. Un viaje que en el mes de diciembre ha multiplicado una media de cinco veces el precio de los productos agrícolas y algo más de tres veces las producciones ganaderas.

Lo evidencian los datos recogidos en el índice que cada mes elabora la organización agraria COAG y la Unión de Consumidores, que destacan la paradójica situación que se produce en los cítricos. Según este índice, durante el mes de diciembre los consumidores desembolsaron 1,62 euros por cada kilo de naranjas que adquirieron en el super. Una cifra nada elevada y que, sin embargo, es nada menos que 13,50 veces (1.250%) más que los 0,12 euros que cobraron los agricultores por cada kilo de naranjas.

La situación se repite en mandarinas y limones. En campo el precio de estos productos se sitúa entre los 0,17 y los 0,31 euros el kilo, respectivamente, pero cuando llegan a la cesta de la compra ya han subido hasta los 1,57 y los 2,19 euros el kilo, lo que supone un incremento porcentual del 824% y 606% respectivamente. Una brecha que está llevando al sector a la ruina y que está obligando a muchos agricultores a dejar las frutas en el suelo porque con esas cotizaciones no se cubren los costes de producción. El escenario, que el sector achaca a la entrada a bajo precio de producciones de terceros países impulsadas por el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y Sudáfrica, es tan complicado que ha hecho reaccionar al Ministerio de Agricultura que ha puesto en marcha un plan para retirar del mercado 50.000 toneladas de cítricos (30.000 de naranjas y 20.000 de mandarinas) para destinarlas a su transformación industrial y así contribuir a descongestionar el mercado en fresco, para intentar que mejoren los precios en campo.

Y cuando aún están frescas las imágenes de los agricultores andaluces tirando y destruyendo cientos de miles de kilos de pepino en protesta por la caída de precios de estos productos en origen, el IPOD elaborado por COAG, a la que pertenece la aragonesa UAGA, llama la atención sobre el diferencial de coste en campo o en supermercado. Los productores, dice este índice, cobraban en diciembre 0,24 euros por kilo. Los consumidores, señala el indicador, pagaban por esa misma cantidad más de siete veces más, es decir 1,72 euros. Una situación similar a la que vive el brócoli, cuyo precio no ha dejado de caer en origen -en diciembre se pagaba a 0,26 euros- y una diferencia porcentual al llegar a destino del 842%. Porque los consumidores pagaron una media de 2’45 euros por kilo, es decir 9,42 veces el valor de este producto en el campo.

Además, quizá porque es un producto muy típico en fechas navideñas, protagonista absoluto de la Nochevieja y fuertemente demandado en los días finales de diciembre, las uvas tampoco se salvan de esta brecha, si bien ha sido más moderada. Mientras los fruticultores cobraban por cada kilo unos 85 céntimos, los consumidores tenían que desembolsar 3,28 euros.

El IPOD elaborado por COAG destaca también las diferencias porcentuales que durante el pasado mes se produjeron en los precios de los productos ganaderos, aunque esta brecha es mucho menos acusada que en los cultivos agrícolas. El peor parado ha sido el cerdo, cuya carne se ha encarecido de la granja a la mesa un 416%, ya que el ganadero cobró apenas un euro por cada kilo de carne que comercializó, pero el consumidor tuvo que adquirirlo por 5,42 euros el kilo.

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