Javier Pladevall: "El estrés crónico deriva en peores resultados en la empresa"

Nacido en Barcelona en 1966, licenciado y MBA por Esade, ha trabajado en el sector del automóvil y la alimentación en España, EE. UU. y la India.

Javier Pladevall dirigió esta semana un retiro para directivos en Zaragoza.
Javier Pladevall dirigió esta semana un retiro para directivos en Zaragoza.
Raquel Labodía

Ha visitado esta semana Zaragoza para dar formación en ‘mindfulness’ a directivos. ¿En qué consisten sus sesiones?

He desarrollado un modelo de liderazgo personal que está basado en el ‘mindfulness’, en el sentido de que para poder liderar a otros y para poder liderar tu vida en primer lugar tienes que hacerlo desde tu propio centro._Porque si estás a merced del ruido, de la vorágine que tenemos alrededor, difícilmente puedes tomar la responsabilidad sobre tu propia vida. Este centro lo consigues con la práctica de ‘mindfulness’.

¿Cómo define esta práctica?

Básicamente es tener la capacidad de estar presente, de enfocarte en algo. A nivel profesional te permite estar presente. Desde el momento en que no estás reaccionando a los estímulos que te vienen de fuera, lo que haces es tomar decisiones de forma mucho más consciente.

¿Y eso se consigue solo con unos ejercicios de relajación?

No es tanto de relajación. No es para relajarte, sino para desarrollar la capacidad de concentración._Hay distintas modalidades, pero la más básica es centrarte en la respiración, porque claramente hay una vinculación entre la respiración y tu mente. Esto es como una gimnasia, con la que vas desarrollando el cerebro para poder tener esta concentración, que te sirve para ser más efectivo en tu trabajo, aumenta la capacidad de aprendizaje y disminuye los niveles de estrés.

Hasta junio era director general de Volkswagen Group Retail España, cargo que dejó para dedicarse a explicar su método. ¿Por qué ha dado este giro?

Siendo coherente con lo que explico, llegó un punto en el que me di cuenta de que ese ya no era mi sitio, que tenía que hacer otra cosa porque no estaba bien conmigo mismo.

¿Cómo descubrió esta práctica? ¿Tuvo algún problema que le hizo replantearse su carrera?

En mi caso fue más un tema de estar cumpliendo con todos los objetivos que tenía impresos desde jovencito por parte de mi familia: estudiar mucho, tener una buena carrera para entrar en un buen trabajo, casarme, etc. Llegué a un punto en que lo estaba consiguiendo todo –con 40 años fui director de ventas de Volkswagen en España– y me di cuenta de que  realmente eso no me estaba llenando. Que esos eran los propósitos de mis padres, pero que no eran los míos._Y apareció una conferencia sobre ‘mindfulness’ y dije ‘aquí hay algo que me llama’.

En su etapa como directivo comenzaba algunas reuniones con unos minutos de ejercicios de ‘mindfulness’. ¿No temió que pensaran que estaba loco? Sigue habiendo muchos escépticos sobre estas cuestiones.

La ventaja es que al ser el jefe, por así decirlo, no te pueden decir que no (sonríe). Eso no quita que hay un factor de riesgo, de exponerte. Aunque seas el jefe, cuando te vas salen las críticas. Hubo un punto de valentía y coherencia. La verdad es que se aceptó muy bien. Lo había hecho ya en una cena de Navidad con 70 personas en la que los puse a meditar durante tres minutos. Con lo cual ya sabían de qué iba el tema. Y en la siguiente reunión, con los gerentes de concesión que venían de todos los puntos de España, me pareció muy relevante hacer esta práctica por centrarlos.

¿Qué aporta a una compañía que se introduzcan este tipo de prácticas? ¿Se pueden cuantificar sus resultados?

Se pueden cuantificar. Hay empresas que están trabajando en ello, sobre todo en Estados Unidos y en el norte de Europa, donde están más avanzados. Aquí, el equipo de Javier García Campayo está trabajando con una empresa aragonesa para medir los resultados directos. Lo que aporta a las empresas es una mayor eficiencia por parte de las personas que trabajan allí. En el momento que tienen ese mayor control de sus propias reacciones y emociones son mucho más eficientes. Y por esa misma razón reducen también el nivel de estrés, trabajan mejor y toman mejores decisiones.

Pero bajar el nivel de estrés puede ser considerado negativo con el ritmo actual en una empresa.

Hay un estrés bueno y un estrés malo. El punto de estrés puede ser positivo. Es una reacción natural de nuestro cuerpo. Cuando ese estrés se hace crónico deja de ser positivo y pasa a ser negativo y afecta directamente a nuestro sistema inmunológico, genera miedo y una serie de situaciones que al final derivan en peores resultados y decisiones en la empresa.

¿Dónde se puede enmarcar esta formación en la empresa?

Yo creo que es entender que el bienestar de los trabajadores no es solo una cosa que ahora pueda estar de moda sino que es un factor básico para el éxito de la compañía a medio y largo plazo y de forma sostenida. Todas las empresas están bajo una presión tremenda porque el propio entorno les exige estar en cambios continuos y profundos que al final son una auténtica transformación. Y no se pueden permitir bajar sus resultados. Esto hace que las personas generen al final una resistencia al cambio, provocada por ese estrés, que dificulta esos objetivos tanto de resultados como de cambio.

¿Coincide con quienes dicen que los trabajadores felices son más productivos?

Sí. En España las empresas se están empezando a abrir al concepto de centrarse en las personas. Hoy puedes hablar de ‘mindfulness’ y todas las empresas saben, más o menos, de qué estás hablando. Pero hay dos niveles. Todavía estamos en un nivel básico, en el que por parte de los departamentos de Recursos Humanos contratan formaciones porque está de moda. Pero el cambio de verdad vendrá cuando desde arriba se lo crean y el director general o el comité ejecutivo sean los primeros en ejercer ese cambio.

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