Llega la desaceleración

La economía española reducirá su ritmo de crecimiento en 2019.

La desaceleración económico es peligrosa en un país como España, con fuertes desequilibrios.
La desaceleración económico es peligrosa en un país como España, con fuertes desequilibrios.

La desaceleración que todos los análisis pronostican para la economía española en 2019 no tiene por qué producir efectos dramáticos, pero sí es peligrosa en un país que sufre todavía demasiados desequilibrios. Debería obligar al Gobierno y a las fuerzas políticas a esforzarse por crear un entorno de confianza y previsibilidad. Y a acometer reformas importantes que llevan mucho tiempo pendientes y que solo podrán afrontarse en un clima de entendimiento.

A pesar de la desaceleración, España será, según las previsiones, el país de la zona euro que más crezca en 2019, pero lo hará a ritmos claramente inferiores a los de los últimos años, lo que reducirá la creación de empleo. Los factores que condicionan negativamente la evolución económica del próximo año son en buena medida externos, como el ‘brexit’ o las tensiones proteccionistas, con el consiguiente roce entre Estados Unidos y China. Pero también hay elementos internos que generan una dañina incertidumbre, como la situación de Cataluña, la falta de Presupuestos y, en general, la ausencia de un Gobierno con capacidad para impulsar y consensuar reformas importantes que hace mucho que se deberían haber abordado, desde el sistema de pensiones a la educación. Los años de fuerte crecimiento después de la crisis no han servido para que España corrija en la medida suficiente sus desequilibrios económicos, como la elevada deuda pública, el desempleo -que sigue siendo muy alto para la media europea- o la precariedad laboral. La situación que se anuncia para 2019 debería por ello sonar como una señal de alarma. Es preciso que las fuerzas políticas reaccionen y que se centren en los problemas pendientes de la economía y en procurar un entorno previsible que favorezca la inversión. Pero nada de ello podrá hacerse en el actual clima de creciente tensión y enfrentamiento. La responsabilidad con el futuro de los españoles requiere actitudes políticas diferentes.