José Luis Gil: "El consumidor tiene que entender cuánto le cuesta la luz"

Nacido en Zaragoza en 1967, estudió Ingeniería Industrial en la capital aragonesa. Desde julio es director de Clientes y Mercados en Naturgy.

José Luis Gil, durante una visita reciente a Zaragoza. josé miguel marco
José Luis Gil, durante una visita reciente a Zaragoza. josé miguel marco
José Miguel Marco

Lleva en Gas Natural Fenosa desde 1999. Este año la compañía ha pasado a llamarse Naturgy. ¿A qué se debe el cambio?

Nosotros, para bien o para mal, habíamos desarrollado nuestra empresa en torno al nombre de un producto: Gas Natural. Y es largo. Y cuando nos fusionamos con Fenosa lo hicimos más largo todavía. El nuevo nombre no renuncia a nuestras raíces, nuestro compromiso con el medio ambiente se mantiene en la parte de ‘natur’, y se une la parte de energía, que no te asocia solo a un producto.

¿Qué supone Aragón dentro del grupo energético?

La presencia en el terreno doméstico se centra más en comercialización desde la liberalización. Tenemos un objetivo de crecimiento importante en Aragón. Contamos en torno a 100.00 clientes en la Comunidad y queremos multiplicar ese número por dos en tres o cuatro años. Disponemos de tres centros de atención, en Zaragoza, Huesca y Teruel, y nuestra intención es hacerlos crecer. Cuando tienes que hacer un contacto es muy fácil hacerlo a través de una aplicación móvil, pero seguimos creyendo que el trato personal sigue siendo importante.

Pero no la venta puerta a puerta, que ha tenido que ser prohibida por ley en el sector tras los casos de abusos que se han dado en la captación de clientes.

No. Creo que como sector tenemos que hacer esa autorreflexión. Cuando se llega a prohibir una práctica comercial, algo habremos hecho mal. Hay que ser autocríticos. Es verdad que la venta puerta a puerta no es un invento de las empresas energéticas. En tiempos lo hicieron las enciclopedias, los ‘tupper’, los robots de cocina... Simplemente era un sector muy masivo, muy propicio. Cuando se liberaliza y entras en esa competencia, todo el mundo quiere captar clientes.

La liberalización se inició hace años pero sigue habiendo una mayoría de clientes en el mercado regulado. ¿Falta competencia o información?

La ley del sector eléctrico es de 1997, con lo que hacemos 21 años, y la del gasista de 1998. Falta conocimiento en el consumidor, pero el mundo energético es demasiado sofisticado. A veces al consumidor igual no le importa tanto si hay un productor, un distribuidor y un comercializador sino cuánto paga al mes. El consumidor tiene que entender cuánto le cuesta el recibo de la luz al final de mes y saber si tiene un problema con una facturación cómo quejarse.

Pero, ¿entenderemos alguna vez la factura de la luz?

Dentro del exceso de complejidad del mundo energético para el consumidor doméstico, a veces la administración se empeña en complicarlo. El seguro del coche llega en un recibo del banco y ya no hay ni que llevar la factura. En el recibo de la luz llenamos tres folios y la gente no lo entiende.

¿Es complicado por el sistema de fijación de precios mediante subastas y precios hora?

Lo hacemos más complicado. La factura de la luz tiene básicamente cuatro componentes. El fijo, que es lo que da la potencia –un precio unitario que fija el Gobierno– y que tenemos que tener contratado para que no salten los plomos; el consumo, los impuestos y el alquiler del contador.

No es tan fácil comprender por qué suben tanto los precios algunos meses...

Lo hemos complicado muchísimo porque hay que coger el precio de cada hora para cada cliente. Hay un debate que creo que se debe afrontar sobre si ese sistema de precios es adecuado para el consumidor doméstico. Los mercados mayoristas por definición tienen que ser volátiles. ¿Debe el consumidor doméstico ser sensible a esa señal de precio de cada hora?

Entonces para ahorrar no hay que poner la lavadora a las dos de la madrugada como se decía hace unos años. ¿Se puede controlar el precio como trata el Gobierno?

Una cosa es la política energética española y otra la europea. España tiene un problema grave de déficit eléctrico porque no se quiso subir la tarifa cuando subieron los costes y para pagar ese agujero se incorporaron muchos impuestos. La Unión Europea y España se han metido en un programa de descarbonización que ha hecho que aparezca un comercio de derechos de CO2. Cada vez que se emite una cantidad de CO2 hay que comprar ese derecho. Este año la tonelada de CO2 ha subido mucho, desde 5 a casi 22 euros. El Gobierno ha recortado algunos impuestos, y eso ha favorecido, pero el CO2 no lo puede tocar. Y ha subido no solo por un mayor consumo, sino porque especuladores de CO2 lo han considerado un activo en el que invertir.

¿Aragón y España están preparados para la descarbonización y al ritmo que quieren la ministra Teresa Ribera y Bruselas?

Yo creo que es la sociedad quien debe definir si queremos carbón o no; energía nuclear o no; si queremos todo sol, viento y agua. Y luego decidir. Vamos hacia la transición, es inevitable ir al mundo renovable porque hoy en día la forma más barata de hacer energía es la renovable. La cuestión es que la tecnología de sol y viento no es capaz de suministrar las 24 horas del día. La transición energética además de ecológica debe ser sensata, porque cuando pasas de un modelo a otro lo tienes que hacer a una velocidad racional y que lo puedas absorber.

¿Les supone más presión la entrada de algunas petroleras en la comercialización de luz y gas?

Nos supone una presión positiva. Tenemos que ser lo suficientemente imaginativos para cambiar. De hecho, yo creo que los servicios energéticos serán una parte ínfima de lo que haremos dentro de unos pocos años. Nosotros haremos energía, que es lo que sabemos hacer, pero también servicios como contratos de mantenimiento de calefacción o eléctricos.

El grupo lleva a cabo un plan para externalizar actividades que no forman parte de su negocio principal. ¿Es un cambio de modelo?

Se busca eficiencia. Ninguna compañía es autosuficiente. Buscamos socios tecnológicos que aporten valor en la transformación hacia la digitalización.

El año pasado el grupo trasladó la sede social de Barcelona a Madrid por el independentismo. ¿Hay vuelta atrás?

Eso lo decidirán los accionistas y el Consejo de Administración. Los directivos nos tenemos que centrar en la actividad de la empresa y dejar la política a los políticos.

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