El BCE prevé una desaceleración de la economía mundial en el próximo año 2019

La retirada de apoyos por parte de los bancos centrales y el impacto negativo de las tensiones comerciales -como los aranceles entre EE. UU. y China o el 'Brexit- son las principales causas.

Sede del BCE en la ciudad alemana de Fráncfort
Sede del BCE en la ciudad alemana de Fráncfort
AFP

El crecimiento mundial perderá impulso a lo largo del próximo año como consecuencia de la maduración del ciclo económico y la retirada de apoyos por parte de los bancos centrales, así como por el impacto negativo de las tensiones comerciales, según ha advertido el Banco Central Europeo (BCE) en la última edición de su boletín económico.

"De cara al futuro, se espera que la actividad económica mundial experimente una desaceleración en 2019 y se mantenga estable posteriormente", anticipa la institución, señalando que la maduración del ciclo económico mundial, el menor respaldo de las políticas monetarias en las economías avanzadas y el impacto de los aranceles entre Estados Unidos y China "están frenando la actividad global".

En este sentido, el banco central considera que "los riesgos para la actividad económica global están sesgados a la baja", advirtiendo de que una nueva escalada de las disputas comerciales "podría lastrar de forma significativa el crecimiento mundial".

Otros riesgos a la baja para el crecimiento están relacionados con que un endurecimiento más rápido de lo esperado de las condiciones financieras a escala global genere mayores tensiones en las economías emergentes, con la incertidumbre sobre el proceso de reformas en China, y con las incertidumbres políticas y geopolíticas, incluidos los riesgos asociados al 'Brexit'.

Según las proyecciones macroeconómicas de los expertos del Eurosistema de diciembre de 2018, el crecimiento mundial del PIB real (excluida la zona euro) se situará en el 3,8% este año, antes de reducirse al 3,5% en 2019, y durante el período 2020-2021 se mantendrá prácticamente estable.

En el caso de la zona euro, los últimos datos y los resultados de encuestas más recientes indican una evolución más débil de lo previsto, como consecuencia de la menor contribución de la demanda externa y de ciertos factores relacionados con países y sectores específicos.

De este modo, la entidad empeoró en su reunión del pasado 13 de diciembre su pronóstico de crecimiento para la eurozona en 2018 y 2019, cuando prevé una expansión del 1,9% y del 1,7%, respectivamente, ajustando una décima a la baja sus anteriores previsiones, mientras para 2020 decidió mantener sin cambios su pronóstico de crecimiento en el 1,7% y proyectó una expansión del 1,5% en 2021.

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