El mapamundi de los impuestos: ¿qué pagamos más y qué menos en España?

Los últimos datos de la OCDE evidencian que nuestro país está cada vez más lejos en ingresos tributarios de sus principales vecinos europeos.

En España hay una presión impositiva del 33,7% del PIB, menos que la media de la OCDE
En España hay una presión impositiva del 33,7% del PIB, menos que la media de la OCDE

La recaudación de impuestos en España experimentó un fuerte aumento en los ochenta hasta su incorporación completa a los cánones marcados por los socios comunitarios. Continuó su senda alcista y mediada la década pasada superó incluso a países como Alemania u Holanda, pero llegó la crisis y los ingresos tributarios cayeron en picado. Llegados a 2018, la recaudación en España en relación con el PIB está cerca de la media de la OCDE, pero muy lejos de Italia, Francia o incluso la misma Alemania. Con los datos de esta organización, ¿cuáles son las tasas por las que nuestro país se queda lejos de sus principales socios? Aquí hay un conjunto de mapas que sirven como álbum de la arquitectura impositiva española; al menos, con sus fotografías más destacadas.

En conjunto, la presión fiscal en España en 2017 alcanzó los 33,7 puntos del PIB. Es medio punto menos que la OCDE y nos asimila a un país con un modelo de estado de bienestar más liberal como el Reino Unido. España se queda lejos de sus principales socios europeos, como Alemania (37,5%), Italia (42,4%) o Francia (46%). Por poner estas cifras en perspectiva, con un punto más de recaudación tributaria sus ingresos aumentarían en 11.000 millones de euros; con dos puntos, el salto sería de 23.000 millones. Hay que reseñar que España gasta en educación unos 43.000 millones al año y 73.000 millones en sanidad.

En la evolución de los derechos reconocidos durante los últimos años ha quedado marcado el ‘boom’ de la década pasada y el posterior ‘crash’. Así, en 2003 España superó por primera vez la media de la OCDE en recaudación de impuestos, con un 33,1% del PIB. La tendencia siguió durante cuatro años y fijó su cúspide en 2007, cuando los ingresos tributarios llegaron al 36,4% de la riqueza disponible, pero al año siguiente se derrumbaron. La recuperación posterior no consiguió equiparar la caída de la crisis.

España recauda menos que la media de la OCDE, y de forma más acusada de sus socios europeos, en casi todos los grandes impuestos. En concepto de IVA, nuestro país capta un 6,4% de su PIB (74.000 millones de euros en 2017), menos que cualquiera de sus principales socios salvo Italia (6,3%). Es ilustrativo el caso de Portugal, que ingresó el equivalente a un 8,7% de su producto interior bruto.

Algo parecido sucede con el IRPF, con el que España percibió unos 86.000 millones de euros el año pasado, lo que supone un 6,4% del PIB, cuando Alemania, Italia o Bélgica estuvieron por encima del 10%. De los grandes países europeos fue de lejos el que menos alimentó sus arcas por este concepto. Solo se le aproxima Francia, con un 8,6% de ingresos en relación con el PIB.

En sociedades la recaudación tiene una dimensión menor (unos 25.000 millones de euros), pero también aquí está detrás España, con un 2,3% sobre el PIB frente a un 2,9% de media en la OCDE. Sí que es cierto que en este caso sus socios comunitarios están a un nivel similar. En este apartado llama la atención la evolución de nuestro país en los últimos años, y más en concreto la acusada caída en el dinero captado en concepto de sociedades desde 2005, cuando suponía un 3,8% del productor interior bruto nacional. Hablamos, redondeando, de una pérdida de 10.000 millones de euros.

El caso más llamativo se da con las contribuciones a la Seguridad Social. Sobre todo, por las grandes diferencias entre las que corren por cuenta del empleado y las que corresponden al empleador. A nivel global, los trabajadores españoles aportan más que la media del organismo, un 11,5% del PIB frente a un 9,3%, lo que en el caso español, según los datos de la OCDE, se traducen en unas transferencias al Estado de 134.000 millones de euros.

Pero al disgregar el dato entre las dos partes que sustentan -junto a los autónomos- este impuesto aparecen una diferencias acusadas: si los empleados aportan un 1,8% del PIB (un 3,2% en la OCDE), a los empleadores correponde el 8,4% (con un 5,5% de media entre los países que integran el organismo internacional).

Es decir, los empresarios españoles contribuyen a la Seguridad Social a través del personal contratado muy por encima que los países de la OCDE. De hecho, este es uno de los pocos apartados en los que España aparece en el ‘top ten’ de recaudación dentro de los países del organismo. Aun así, Italia y Francia siguen recaudando más por este concepto (un 8,6% y un 11,2% del PIB, respectivamente). Son diferencias muy significativas que alejan el modelo español de todos los países del entorno salvo, aunque de forma menos acusada, la república italiana. En las últimas décadas, la evolución ha sido prácticamente plana: con respecto a los porcentajes de 1985, la variación no pasó de una décima.

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