Heraldo del Campo

El gasóleo mueve los tractores por la ciudad

El encarecimiento del combustible en particular y de los costes de producción en general ha sido la punta de lanza (pero no la única reivindicación) de una movilización que empujó los tractores hasta el centro de Zaragoza.

Los tractores se manifestaron desde Valdespartera hasta Parque Goya siguiendo el trazado del tranvía en la capital aragonesa.
Los tractores se manifestaron desde Valdespartera hasta Parque Goya siguiendo el trazado del tranvía en la capital aragonesa.
Guillermo Mestre

Ha sido el incremento constante de los precios de los carburantes lo que ha espoleado al sector agrario aragonés, que como reconocen algunos de sus representante, «estaba un tanto aletargado». El desembolso cada vez mayor que supone llenar los depósitos de sus máquinas agrícolas -además del encarecimiento de los fertilizantes, los plásticos, las semillas, los fitosanitarios...- les ha hecho subirse a los tractores para plantarse en el mismo centro de Zaragoza y denunciar que con estos costes sus producciones no son competitivas ni rentables y, por lo tanto, está en peligro su viabilidad.

Para sorpresa de muchos viandantes, una columna de más de 300 vehículos agrícolas -con las huellas del trabajo de sus cultivos en sus carrocerías y sus ruedas- se adueñó el pasado miércoles de las principales arterias que recorren de sur a norte la capital aragonesa haciendo visible (y sonoro) su malestar y sus reivindicaciones, pero también su defensa del sector, la inversión realizada para disponer de las herramientas de trabajo más avanzadas -la mayoría de los tractores que rodaron por la capital están dotados de moderna tecnología- y la prueba de que la unión -fue una convocatoria realizada por tres organizaciones agrarias (Araga, UPA y UAGA)- les hace más fuertes.

Y demostró también que el sector agrario tiene jóvenes -fueron los protagonistas de la protesta- con muchas ganas de mantener la profesión y mucha disposición para defenderla.

Es cierto que el sector agrario dispone de una gasóleo (de apellido B) a menor precio del que utilizan el resto de los ciudadanos. Y no es ningún secreto -el sector lo reconoce- que disponen de una fiscalidad más ventajosa que les permite recuperar parte del impuesto especial de hidrocarburos - unos 6,3 céntimos por cada litro consumido-. Pero también es verdad que los productores están atados de pies y manos y cada vez que los carburantes se encarecen no le queda otra que asumir los costes porque «nosotros no podemos repercutir la subida en nuestros productos», repiten una y otra vez los representantes del sector.

Así que la amenaza implícita de la Ley de Cambio Climático, que elabora el ministerio que lidera Teresa Ribera, que hace temer una subida de impuestos para el demonizado diésel o la posibilidad de que se ponga fin a las bonificaciones, ha despertado todas las alarmas en el sector agrario, que ve cómo aumentan los precios de los combustibles mientras los precios en origen continúan siendo «ruinosos».

«Ayer llené el depósito del tractor a 0,80 céntimos el litro. Nunca había visto el carburante a un precio tan alto», se lamentaba el pasado miércoles un agricultor y ganadero que participaba en la protesta de Zaragoza. Porque las cuentas no salen. Un tractor medio dispone de un depósito con capacidad para 200 litros de gasóleo, con lo que el desembolso asciende -a dicho precio- a 178 euros. «Y solo da para una jornada de trabajo, incluso menos», matizaba.

Por eso, y siguiendo la estela (en versión pacífica, por supuesto) de ‘los chalecos amarillos’ de Francia, los profesionales agrarios decidieron inundar el centro de Zaragoza con sus reivindicaciones. Al volante de sus tractores o a pie, cientos de agricultores y ganaderos demostraron el pasado miércoles que el campo está vivo y tiene futuro, pero advirtieron de que no será así por mucho tiempo si no se ponen en marcha medidas que lo permitan. Así, exigen una rebaja del IVA de sus carburantes al 4% -ahora pagan un 21%-, la aplicación de una mejor fiscalidad y, como ha sucedido en otras situaciones excepcionales, que sea posible deducirse en el IRPF, el 35% en la facturación del gasóil, y el 15% en plásticos y fertilizantes. Pero también un mejor y más permanente Plan Renove que les allane las elevadas inversiones a las que les obliga el disponer de una maquinaria eficiente y sostenible.

Los jóvenes, protagonistas

Pero, con ser importante, el gasóleo no es el mayor ni el peor de los problemas de este sector, que sigue sujeto a una Política Agraria Común (PAC) que considera «injusta, poco social y muy alejada de las necesidades de la explotación familiar». Una queja que podía leerse en las pancartas que lucían algunos de los tractores y que no dejaba de escucharse en las conversaciones que mantenían los agricultores que habían optado por apoyar la movilización participando en la concentración convocada en la plaza de España.

Quizá por eso, a lomos de sus vehículos agrícolas o esperando pacientemente en el centro de la capital la llegada de la tractorada los jóvenes se convirtieron en los auténticos protagonistas de la jornada. Incluso antes de que fuera una realidad, porque muchos de estos profesionales, algunos recién incorporados, que apenas superan la treintena, fueron los que espolearon a sus organizaciones agrarias para que tomaran las riendas de una protesta que comenzaba a tomar forma en las redes sociales. Con este impulso, los jóvenes agricultores aragoneses consiguieron además que la de Zaragoza fuera la única manifestación en toda España -en un principio iba a tener carácter nacional- convocada por tres sindicatos (UAGA, Araga y UPA), que se celebró «con gran éxito y sin incidentes», destacaron los representantes del sector.

Porque estos jóvenes, que no se olvidaron de recordar la figura del también joven José Luis Iranzo, asesinado hace un año en Andorra por Igor el Ruso, quieren otra PAC, una que les deje el espacio que ellos mismos se están labrando «y no nos eche de una agricultura de la que se están apoderando las multinacionales y los fondos buitres», lamentan. Y están dispuestos a pelearla en la calle.

Una forma de protestar con sello aragonés

Muchos de los participantes de la movilización convocada el pasado miércoles en la tractorada que tuvo lugar en Zaragoza no habían sido testigos de aquella protesta -una auténtica rebelión- que en los años 70 convirtió a los agricultores en los primeros en impulsar el sindicalismo agrario. Y, sobre todo, en los primeros en poner el sello a un tipo de movilización, las llamadas ‘tractoradas’.

Todo empezó cuando la transición aún no había comenzado a dar sus primeros pasos y en un escenario (económico y agrícola) casi idéntico al actual. Corrían los primeros años de los 70 cuando la crisis del petróleo disparó los costes de producción especialmente para los cerealistas. Para complicar la situación, España importaba grandes cantidades de maíz estadounidense a bajo precio, lo que provocó el desplome de la cotización de este cultivo.

Y estalló lo que ha pasado a la historia como la ‘guerra del maíz’. Casi de una manera espontánea y saltándose las normas de las entonces hermandades agrarias (sindicato vertical) miles de agricultores, especialmente los más jóvenes, se lanzaron a las carreteras montados sobre sus tractores con la clara intención de llegar a Zaragoza para reivindicar una mejora de los precios de sus producciones.

Era la primera vez en España que se realizaba una protesta de esta características, que tuvo en las Cinco Villas, Zuera y Alagón sus puntos neurálgicos. Miles de tractores y hasta 18.000 agricultores participaron en unas movilizaciones que se prolongaron durante varios días, en las que los vehículos agrícolas llegaron a colapsar las principales carreteras de la ciudad y de la que surgió el sindicalismo agrario, con la creación primero de UAGA, a la que seguirían el resto de organizaciones del sector.

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