La fábrica escondida

Obligada a ser más eficiente y presionada para que sus procesos sean más respetuosos con el medio ambiente, la industria vive un momento de gran intensidad. Digitalización y rentabilidad son los dos grandes retos.

La industria tiene que ganar en eficacia para seguir adelante.
La industria tiene que ganar en eficacia para seguir adelante.
F. P.

La buena salud del sector industrial sigue siendo capital para mantener cifras de crecimiento económico positivo, tanto en el conjunto de España como, de modo muy especial, en Aragón, que gracias a la positiva evolución de muchas de sus empresas en este sector crece por encima de la media nacional. La fabricación de automóviles y sus piezas, la de electrodomésticos, la de papel y cartón, así como la de productos agroalimentarios está impulsando el producto interior bruto (PIB) aragonés a tasas que no se mueven lejos del 3%, lo que aunque no redunda igualmente en los salarios, sí aporta una solidez a nuestro tejido empresarial que se traduce en empleos más estables y en una generación de riqueza más que reseñable.

Nada garantiza, sin embargo, que esto vaya a seguir siendo así durante mucho tiempo, teniendo en cuenta no solo la creciente competencia de países como China, que de estar plagada de fábricas que copiaban productos de países occidentales ha pasado a liderar la innovación apostando por más tecnología, sino también la presión para mejorar procesos y ser menos contaminantes ganando en eficiencia. En esta tesitura están nuestras industrias, afrontando el doble reto de subirse al tren de la digitalización (para ahorrar y para ganar en eficacia) por un lado y, por otro, el de no perder dinero, ya que de la rentabilidad de su negocio depende su continuidad.

Es en este contexto en el que más que nunca las empresas que fabrican deben apostar por la calidad aprovechando, eso sí, todas las ventajas que proporcionan las tecnologías que tenemos a nuestra disposición. La digitalización, corazón de esa denominada industria 4.0 de la que hoy se habla más que nunca, debe mejorar las posibilidades de conseguir eso que en alguna fábrica del automóvil han apuntado como un gran reto: sacar el producto bien a la primera. Sin defectos.

De esto se habló el pasado martes en Madrid en una jornada organizada por la multinacional sueco-suiza ABB para celebrar la inauguración de su nuevo centro de servicios avanzados. Bernardo Villazán, codirector de la Cátedra de Industria Conectada de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (IACI), se refirió ahí a la importancia de emplear herramientas digitales para reducir lo que entendemos como fábricas escondidas u oscuras. El experto daba constancia así de eso que en otros sitios denominan factorías ocultas o fantasmas, términos que se derivan de la incapacidad que se tiene en una planta fabril de visualizar los recursos que se utilizan de más por no generar un producto o un servicio a la primera, ya sea por ineficiencia o por el mal diseño del producto.

Es ahí, precisamente, donde cobra importancia el peso de las acciones de calidad que se llevan a cabo en las empresas industriales, normalmente con secciones específicas para hacerlo aunque con el concurso de todas los departamentos de la compañía. Apostar por esa calidad y reducir lo que tengamos de fábricas escondidas, oscuras, ocultas o fantasmas es un desafío hoy ineludibe al que las empresas pueden enfrentarse mejor con herramientas digitales, vino a señalar Bernardo Villazán en la cita de ABB, una afirmación en la que también coincidieron muchos de los participantes en el XXIII congreso de Calidad en la Automoción que tuvo lugar en Zaragoza los pasados 4 y 5 de octubre.

Conseguir calidad a la primera es hoy un desafío más asequible con la utilización adecuada de tecnología y con profesionales que sepan emplearla bien. Del éxito en este empeño dependerá la evolución de nuestro tejido industrial y su posicionamiento para hacer frente a las obligaciones derivadas de legislaciones medioambientales más exigentes y, por supuesto, su rentabilidad y futuro en el mercado.