Por
  • Víctor Orcástegui

Lo crudo y lo cocido

Vacas en una granja de producción láctea.
Vacas en una granja de producción láctea.
Oliver Duch

Somos cada vez más conscientes de que lo que comemos y bebemos influye sobre nuestra salud. Pero esa conciencia no siempre se traduce en que comamos mejor. Muchas veces, por el contrario, nos convierte en presas fáciles de las modas, los bulos, los prejuicios y los contraprejuicios. Lo que sí está garantizado es que todo lo relativo a la seguridad de los alimentos da lugar a polémica.

Y este verano la protagonista es la leche cruda, después de que Cataluña haya decidido permitir su venta al público sin tratamiento previo, más o menos recién ordeñada. Que la consejera del ramo, Teresa Jordà, haya defendido la medida asegurando que las vacas catalanas están libres de cualquier enfermedad es un detalle jocoso que cabía esperar, dada la fatuidad autosatisfecha que el separatismo ha inoculado en el Principado. Más peligrosas resultan sus declaraciones sobre los riesgos de beber leche sin hervir -los mismos, dijo Jordà, que los de comer pollo que lleve cuatro semanas en la nevera-, que siembran frívolamente la confusión. Pero el regreso de la leche cruda a tiendas y supermercados no es una manía catalana, sino que ya se ha producido en otros países y el Gobierno de Rajoy preparaba una regulación para el conjunto de España, que Sánchez ahora ha paralizado.

¿Es una barbaridad vender leche cruda? No, si el consumidor sabe que debe hervirla antes de tomársela. Aunque también debería saber que la leche pasteurizada, según los expertos, tiene mejores características nutritivas que la hervida en casa. Lo que sí sería un disparate es promover el consumo de esa leche sin hervir, directa de las ubres a la boca. Sobre ese tipo de ingesta, ni consejeros ni ministros deberían permitirse banalizar los peligros.

La Antropología ha mostrado que la distinción entre lo crudo y lo cocido está en el remoto origen de la civilización. Y los seres humanos hemos obtenido grandes ventajas, en energía, salud y placer, del cocinado de los alimentos. Hoy es moda el regreso a ‘lo natural’, o a lo supuestamente natural. Pero en la naturaleza, la enfermedad y la muerte están siempre al acecho.