Juan Carlos Sánchez: "En la vida cuentan los números... y los sentimientos"

Nacido en la localidad zaragozana de La Muela en 1957, cierra su trayectoria profesional como director de la Obra Social de la Fundación Ibercaja.

Juan Carlos Sánchez, a las puertas de la sede de la Fundación Ibercaja.
Juan Carlos Sánchez, a las puertas de la sede de la Fundación Ibercaja.
Toni Galán

¿Se marcha feliz?

Más que feliz, cierro mi trayectoria profesional en Ibercaja satisfecho.

Aunque la entidad es desde hace unos años un banco, usted es lo que antes se denominaba "un hombre de la Caja".

Y tanto. Puede sorprender, pero el hecho es que nací en una oficina de Ibercaja.Mi abuelo era agente rural en La Muela y antes las oficinas estaban en la propia casa de los agentes rurales. Mi padre también lo fue.

Así que estaba predestinado a acabar trabajando en la entidad.

Seguramente. También influyó que en el 82, cuando acabé la carrera, estábamos sufriendo una terrible crisis económica. Así que empecé yo también como agente rural en La Muela.

Ahí se aprende economía...

Sí. Todo el que trabaje en banca debería estar un periodo de su vida en una oficina rural. Al cliente hay que conocerlo de cerca, eso es imprescindible, y un agente rural atiende a las personas y les da soluciones en muchos aspectos de la vida.

Ahora que preocupa tanto la despoblación, qué importante es el papel de las sucursales bancarias en el ámbito rural.

Claro. Hoy las nuevas tecnologías ofrecen otras soluciones bancarias, pero en el ámbito rural la relación entre un banco y sus clientes va mucho más allá del mero intercambio de dinero. Hay experiencias, sentimientos...

En Ibercaja usted ha tenido responsabilidades en departamentos como Planificación y Presupuestos o Imagen y Publicidad. Recalar en la Obra Social, ¿fue un premio?

A lo largo de toda mi trayectoria he estado ligado a distintos retos, desde colaborar en el primer plan estratégico que tuvo la entidad hasta asentar el cambio de imagen que se hizo a principios de los 90. A la Obra Social llegué como subdirector en 2010 y lo vi como un premio porque no se podía ver de otra forma. Creo que ha sido mi mejor destino profesional, porque allí uno comprueba a diario que su trabajo tiene efectos muy directos e inmediatos.

Pero usted es un hombre de números...

Sí y no. En la vida cuentan los números... pero también los sentimientos.

En 2010 estábamos ya en plena crisis económica.

Se vislumbraba que los recursos económicos no iban a poder ser los mismos que en épocas anteriores y, además, que la Obra Social tendría que reorientar su actividad. La crisis nos obligó a atender más a lo básico, a las necesidades sociales. Pero no hemos desatendido lo cultural, que hoy constituye una tercera parte de nuestras actividades.

¿Cuáles han sido las líneas maestras de trabajo en estos años?

Hemos desarrollado tres: trabajar por la mejora profesional de las personas, potenciar la innovación educativa y apostar por la cultura como motor de desarrollo individual. Y creo que hemos conseguido importantes avances.

La realidad sigue siendo dura.

La situación económica del país ha mejorado mucho, pero todavía hay un 25% de la población que está en riesgo de exclusión social. El principal problema de España en estos momentos es la desigualdad, la pobreza, la exclusión social. Es importante la labor que están haciendo muchas ONG, pero este problema no se soluciona solo con solidaridad. Hacen falta recursos económicos; los necesarios y suficientes para acabar con él.

¿De qué se siente orgulloso?

En general, de focalizar la Obra Social en el desarrollo profesional de las personas. En cuanto a proyectos... Del Museo Goya Ibercaja, por ejemplo. Cuando llegué recibía 10.000 visitantes anuales. Hoy tiene 70.000. O de colaborar con el director general, José Luis Rodrigo Escrig, para que el Pabellón Puente se convierta en Ciudad de la Movilidad.

¿Es buena la solución?

Muy buena, porque se apoya en una actividad tradicional en Aragón, la automoción. Pocos días después de presentar el proyecto estuvimos en la reinhumación de los Reyes de Aragón, en la que hemos colaborado. Esa es la historia de la Obra Social de Ibercaja: contribuir al desarrollo del territorio, generar riqueza y defender nuestras señas de identidad.

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