Todo el vino del mundo se analiza en Zaragoza

Expertos de 17 países analizan en el XII Congreso Internacional del Terroir la importancia en la calidad, en la tipicidad (y en el precio) de los caldos asociados al terruño.

Los participantes en el Congreso Internacional del Terroir brindan con el catavinos de cerámica de Muel, emblema de la cita
Los participantes en el Congreso Internacional del Terroir brindan con el catavinos de cerámica de Muel, emblema de la cita
Heraldo.es

Terroir es una palabra francesa que no tiene traducción, pero que recorre todos los viñedos del mundo para poner apellido a esos vinos singulares, típicos, diferenciadores y de alta calidad que se elaboran en zonas geográficas limitadas (y muy estudiadas) en las que el clima, el suelo, la variedad, y por supuesto la mano del hombre, dan un carácter único a la uva. Y desde este lunes y hasta el próximo viernes, su análisis y estudio científico, ha hecho parada en Zaragoza. La capital aragonesa se ha convertido en la anfitriona de la duodécima edición del Congreso Internacional del Terroir, en el que se dan cita unos 250 expertos llegados de 17 países de los cinco continentes, que participan en un apretado programa que incluye la exposición de 122 comunicaciones científico-técnicas –58 orales y 64 a través de pósteres– y en el que no falta el protagonismo de los vinos aragoneses que podrán conocer y degustar allí donde se producen, esto es, en las cuatro denominaciones aragonesas –Campo de Borja, Calatayud, Cariñena y Somontano–.

"Es un orgullo convertirnos estos días en el foco de atención mundial del sector del vino", señaló el consejero de Desarrollo Rural del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, durante la inauguración de este encuentro, organizado por el Ejecutivo aragonés con la tutela de la Organización Internacional del Vino, el patrocinio del Ministerio de Agricultura, el apoyo científico de la Universidad Politécnica de Madrid y en el que colaboran la Fundación Ibercaja y la Diputación de Zaragoza. Olona insistió en que la cita, de carácter bienal y que vuelve a España después de que se celebrará hace 18 años en Tenerife, es «una magnífica oportunidad para difundir lo que supone el terroir, aportando además conocimiento». Pero, sobre todo, se mostró convencido que la presencia de "prescriptores de primer orden" será una inigualable herramienta de promoción para «dar a conocer a conocer los vinos aragoneses al mundo».

Un brindis y una crítica

Hubo brindis para inaugurar el congreso, que echó a andar con una conferencia impartida por Pedro Ballesteros, Master of Wine español. Ballesteros habló de ‘La percepción del consumidor sobre el terroir’ y si alguien esperaba que el experto confirmara el interés de los ciudadanos por las investigaciones sobre el terruño, se llevó una gran desilusión.

Muy crítico, aseguró a los científicos que "los intereses políticos y de mercado están por delante de los científicos", aunque reconoció que los estudios sobre el ‘terroir’ tienen sentido para conocer mejor los terrenos donde se cultivan las vides y compartir ese conocimiento. "No creo que los trabajos que se hacen sobre el ‘terroir’ tengan una incidencia directa sobre el consumidor, serán utilizados por intereses cortoplacistas y mercantiles que también son legítimos, pero tenemos que saberlo", advirtió este Master of Wine.

Ballesteros criticó duramente las "incoherencias", que se producen en torno a este concepto. Entre ellas señaló a Burdeos, donde existe un gran conocimiento de las particularidades de los distintos terrenos, pero donde "se hacen posteriormente coupages (mezclas) pensando, no en el ‘terroir’, sino en el consumidor". O a España, donde "el deporte nacional es meterles madera a los vinos" o donde "la viña en vaso se arranca para poner en espaldera cuyo objetivo único es permitir el trabajo fácil de las máquinas", señaló. "Y luego se nos llena la boca de terruño", añadió.

A pesar de ello, Ballesteros se manifestó firme defensor del ‘terroir’, que definió como "un ecosistema" que supone un cambio en las características de la uva, el mosto y el vino, que termina así presentando unas características organolépticas distintivas.

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