Por
  • Víctor Orcástegui

Sin estímulos

Heraldo
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Tenía que ocurrir antes o después y ya está aquí. El Banco Central Europeo anunció la semana pasada que comienza el desmontaje de los superestímulos monetarios que, desde el verano de 2012, han impulsado la economía europea, facilitando que los países más vulnerables capeásemos la tormenta financiera. Por fortuna, el proceso será gradual, con lo que probablemente los efectos aún tardarán un año en dejarse sentir en toda su intensidad. A la economía española el cambio de tendencia la pilla en un buen momento, con crecimiento de la riqueza y del empleo; de manera que debería ser capaz de adaptarse a las nuevas circunstancias –dinero más caro– con alguna dificultad pero sin mayores dramas. Veremos si es así. En todo caso, la previsible subida de tipos de interés debería mover a los inquilinos de la Moncloa a preocuparse por la enorme deuda pública que arrastra España a causa de la crisis. Su coste va a incrementarse, esperemos que no demasiado, y es una seria amenaza para el futuro. El Gobierno anterior no parecía tener ningún plan para su reducción sistemática. Y el nuevo tampoco da la impresión de ir en esa dirección.