Monsanto desaparece pero su polémica huella aún crece en Aragón

El controvertido maiz transgénico de la multinacional norteamericana, ahora propiedad de Bayer, ocupa más de 28.000 hectáreas en la Comunidad, que también ha servido como campo de pruebas.

Manifestación contra los transgénicos en Zaragoza en 2009
Manifestación contra los transgénicos en Zaragoza en 2009
Heraldo.es

Monsanto desaparece. O al menos, su nombre no volverá a sonar como tal después de que su nueva propietaria, Bayer, haya decidido desprenderse de la marca, probablemente la más odiada y con peor imagen corporativa del mundo. De hecho, pocas empresas -por no decir ninguna- han sacado a la calle a cientos de miles de personas en los más diferentes lugares del mundo para mostrar su rechazo hacia la actividad de esta multinacional agroquímica, la mayor productora mundial de semillas transgénicas.

El nombre de la multinacional, sin embargo, seguirá muy ligado a Aragón, al menos, durante esta campaña. Porque sus semillas de maíz transgénico Mon810, el único cereal modificado genéticamente que Europa permite cultivar para fines comerciales, ocupan nada menos que 28.112 hectáreas, más del 50% de la superficie por la que se extienden el total del cultivo de maíz en la Comunidad. La cifra supone un incremento de 2.000 hectáreas respecto a la superficie ocupada en 2015 y recupera una tendencia al alza que parecía haberse revertido en los últimos años.

Monsanto en un viejo conocido en tierras aragonesas. La presencia de sus productos OGM en los campos se remontan ya a hace más de veinte años. Entonces la agroquímica estadounidense desarrolló un transgénico que era capaz de resistir a una pequeña oruga llamada taladro que causaba graves daños en los maizales. Los productores del valle del Ebro, donde esta plaga es endémica, entendieron que habían encontrado en este producto un remedio para uno de sus principales males. Y el cultivo se extendió como la gasolina. Es cierto que desde el mismo momento de su aparición, su presencia en Aragón ha dado lugar a un constante baile de cifras, que crecían o se achicaban según las ofrecieran aquellos que las venden o aquellos que abogan por su desaparición.

Desde el Ministerio de Agricultura se llega a asegurar que existen en la Comunidad más de 49.000 hectáreas ocupadas por maíz transgénico, mientras que si se toman las declaraciones de la PAC, esta superficie se reduce a algo más de la mitad, alrededor de unas 28.000 hectáreas, según datos del Gobierno de Aragón relativos a 2017.

Estas cifras han situado a Aragón a la cabeza de los principales productores de maíz transgénico en España, que además se ha convertido en el único granero de OGM de Europa, claro que es así porque la mayoría de los socios comunitarios -como así lo permitió Bruselas- han decidido declarar sus tierras libre de transgénicos y, por tanto, no permiten su producción y donde puede realizarse la siembra, el cultivo apenas ocupa unos cientos de hectáreas. Las cifras lo dejan claro, en Aragón se siembra siete veces el maíz transgénico que se cultiva en todo el conjunto de la Unión Europea.

Campo de pruebas

La presencia de las semillas de Monsanto entre el cereal aragonés no ha sido un camino de rosas. Desde su introducción en la Comunidad ha estado vivo un debate en el que se han enzarzado no solo grupos ecologistas sino también productores, especialmente ecológicos, e incluso representantes de los distintos Ejecutivos (unos más en contra que otros). Y su cultivo ha salpicado además las decisiones de compra de empresas tan emblemáticas en Aragón como Tereos (antigua Campoebro) que redujo sus compras de maíz aragonés porque sus clientes exigían que la materia prima utilizada para elaborar sus almidones y glucosas de alta calidad no tuviera ni una sola traza de organismos genéticamente modificados.

Asimismo, el rechazo a este maíz con sello de Monsanto se concretó en la creación de una organización, llamada Movimiento por un Aragón sin Transgénicos y hacia la Soberanía Alimentaria y de la que forman parte numerosas organizaciones ciudadanas, de consumidores, agrarias, sindicales e incluso partidos políticos, que siempre ha denunciado la "falta de transparencia" y el "oscurantismo" que el Gobierno mantiene respecto a los cultivos experimentales de maíz transgénicos. Porque, los representantes de este movimiento siempre ha criticado la utilización de parcelas aragonesas para realizar ensayos con organismos genéticamente modificados. Y no solo eso, sino que han denunciado que el Ejecutivo nunca facilita la ubicación exacta de esos campos experimentales hasta que las pruebas han finalizado, con lo que resulta imposible tomar medidas contra estas prácticas, que, según ha denunciado en repetidas ocasiones esta plataforma, se han realizado en terrenos de las localidades zaragozanas de Tauste, Grañén y Zuera.

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