Intraemprendedores

No han creado empresas, pero tienen inquietudes, creatividad y capacidad de innovación. Las organizaciones deberían mimarlos para mejorar su propio rendimiento, pero eso no siempre ocurre. Reivindicar su figura puede ser un paso.

Una operaria, en las instalaciones de BSH Electrodomésticos en Montañana.
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Aránzazu Navarro

Afirma Jesús Egido, director del Área Económica de BSH Electrodomésticos España, que una de las razones por las que la filial española de la multinacional alemana Bosch Siemens Hausgeräte es un referente en el grupo es su origen. A diferencia de países donde él mismo ha trabajado, como Polonia o Tailandia, decía en una entrevista publicada ayer en este diario, en España BSH no empezó de cero. En Zaragoza, especificaba, compró Balay, "una compañía fundada en el año 1947 por empresarios, gente con espíritu emprendedor, con muchas fortalezas y también debilidades". Y ese espíritu emprendedor, añadía, "se sigue teniendo. Eso nos hace ver las decisiones, la gestión que hacemos, como si afectara a nuestro propio dinero. Buscamos nuevos proyectos por un hambre de mejora, de rendimiento, de resultados".

Con esas palabras Egido se identificaba a sí mismo y a otros muchos en su empresa, sin mencionar el vocablo, como un intraemprendedor. Es decir, un trabajador con inquietudes, creatividad y capacidad de innovación semejantes a las que demuestran tener los emprendedores, si bien en su caso desarrolla su labor con el apoyo económico y logístico de la empresa en la que trabaja. Está por cuenta ajena y tiene un jefe (lo que puede ser bueno o malo, según el caso) y no corre el riesgo económico que sí tiene el empresario.

El término intraemprendedor se ha empezado a poner de moda en los últimos años. Quizás porque como consecuencia de la crisis económica se consideró que ser emprendedor era la mejor solución para quienes habían perdido sus empleos, lo que volvió locas a las administraciones promoviendo acciones para ayudar a gente a montar su empresa (valiesen o no para ello) o para premiar a quien lo hubiese hecho con éxito. Convertirse en emprendedor parecía ser muy ‘cool’ y todo lo que sonara a emprendimiento vendía muy bien. Eso sí, que no se dijera la palabra empresario, eso ya era otra cosa.

Como ocurre siempre que hay una burbuja (la de los emprendedores fue una de ellas), la realidad –siempre tan terca– acabó por poner las cosas en su sitio. Habría emprendedores, por supuesto, pero habría que darse cuenta de que las buenas ideas, la innovación, la creatividad no era un patrimonio exclusivo de las ‘start up’. Estaban también en las empresas tradicionales y toca a estas, ahora que las cosas van más rápido por el flujo de información o la globalización económica, valorar la importancia del talento de sus empleados sea cual sea su puesto. Vía buzón de sugerencias (una de las más antiguas opciones) o dejando a todos los estamentos más libertad en la realización de sus funciones.

Apuntan los ‘gurús’ de la gestión empresarial que los intraemprendedores cuentan con muchas ventajas respecto a los emprendedores. Una de ellas es que se trata de profesionales cuyas ideas no suelen empezar de cero, aunque sean muy novedosas, y además cuentan con una infraestructura para llevarlas adelante, lo que reduce tanto el coste como el riesgo de la puesta en marcha del proyecto en cuestión.

Del intraemprendedor ya se habla casi siempre en los foros de emprendimiento. Nacho Torre, director de Marketing y Estrategia Digital de Ibercaja, lo hizo en uno de la escuela de negocios Ceste celebrado en Zaragoza hace unas semanas. "Emprender es una actitud positiva para cualquier persona. Creando su empresa o dentro de ella", señaló, quizás pensando en sí mismo dentro de la entidad en la que trabaja.

En las empresas esta idea va calando. Contar con personas creativas, con iniciativa, que tengan margen para aportar ideas y no estén obligadas solo a cumplir órdenes, será siempre más rentable que cualquier imposición o que pagar a consultoras para que te hagan ese trabajo. Defender la presencia de intraemprendedores, lo están constatando ya grandes compañías y pymes, merece la pena. Reivindicar su figura puede ser un paso importante.